Entrevista

“El éxito es trabajar duro, estar en el sitio correcto y tener suerte”

Javier Andrés, fundador de Luzia, Lumiere y Ticketea y business angel

Javier Andrés, fundador de Luzia, asistente de inteligencia artificial. © Jesús G. Feria.
Javier Andrés, fundador de Luzia, asistente de inteligencia artificial. © Jesús G. Feria.© Jesús G. Feria.La Razón

Montó Ticketea en 2009 y la vendió a Eventbrite en 2018. Tras su salida, y con el dinero que consiguió, ha invertido y asesorado a diferentes startups hasta que le presentaron Luzia. Vio tan claro el proyecto que decidió volver a ponerse el sombrero de emprendedor. Conversamos durante más de una hora una semana antes de que estallara el escándalo de OpenAI (que, asegura no afecta a Luzia porque es “una plataforma con modelo de lenguaje agnóstico, y si en el futuro saliera una solución más completa y o potente que ChatGPT, para nosotros sería cuestión de días cambiar de una a otra”). Javier Andrés habla de IA, emprendimiento, trabajo... y de suerte.

Luzia. Siete meses de vida, 12 millones de financiación. ¿Cómo se consigue?

Un inversor mira tres cosas en un proyecto: el producto, el mercado y el equipo fundador. Luzia es la combinación de esos tres factores. A nivel de mercado, estamos hablando de la inteligencia artificial, que claramente es la gran transformación que va a protagonizar la próxima década a nivel tecnológico. A nivel producto, Luzia es una asistente personal inteligente que te contesta por WhatsApp. Su magia ha sido poner el poder de la IA de una manera sencilla para que cualquier persona lo pueda usar, porque WhatsApp probablemente sea una de las plataformas más universales. Y, por último, el equipo: los tres fundadores (Carlos Pérez y Álvaro Martínez y yo), que tenemos experiencia creando compañías que han ido bien. Esto hace que el inversor tenga confianza para poder apostar por nosotros. Gracias a esos factores, ha sido menos difícil (que no fácil) poder convencer a los inversores incluso de Silicon Valley para que nos pongan 12 millones de euros para poder crear el producto.

¿Se está hablando de inteligencia artificial sobre cosas que realmente no lo son?

En el sector de la tecnología cada X años hay una palabra que está de moda y que si no la tienes en tu pitch o en tu discurso no eres nadie. Hace unos meses era blockchain o las criptomonedas, la Web 3.0, NFT… Cualquier persona que haya usado ChatGPT se da cuenta desde el principio el poder de la IA para ser un cambio transformacional. Creo que el mundo tal y como lo conocemos se va a parecer poco en unos años. Muchos de esos cambios van a venir propiciados o favorecidos por toda esta nueva revolución que representa la inteligencia artificial. La ola de la inteligencia artificial está a la altura de lo que representó la introducción de los smartphones, o diez años antes lo que representó la popularización de Internet, o diez años antes, lo que pudo representar la popularización de los PC.

¿Dónde cree que nos puede llevar la inteligencia artificial de aquí a esos diez años que hablaba? Dicho de otra manera, ¿de qué será capaz Luzia en un futuro?

Esto es algo que llevamos siete meses hablando prácticamente todas las semanas. Queremos que Luzia sea un asistente personal inteligente, más sencillo y accesible de usar para todo el mundo. Y eso va a tener diferentes casos de uso para las diferentes personas. Veo cómo interactúa mi madre con Luzia, que tiene 75 años, y cómo interactúa mi hijo, que tiene 10 años, o cómo interactúa mi sobrina, que tiene 15 años, y su uso es diferente. Creemos que va a haber muchas de las tareas que a día de hoy se hacen de manera manual que, gracias a la tecnología, se van a poder hacer de una manera más eficiente, más autónoma.

Un caso concreto también que me parece muy curioso: la madre de Álvaro (uno de los fundadores) es enfermera y nos contaba cómo en el hospital tenía una serie de pacientes ucranianos que iban a la consulta y no sabían hablar español. A su madre se le ocurrió usar la transcripción y traducción de audios para saber qué les pasaba a los pacientes. Lo utilizo prácticamente como si fuera un intérprete en tiempo real.

Hoy tenemos que esperar a que tú le pidas a Luzia que te ayude sobre algo, pero en un futuro deberíamos llegar a ser capaces de ser proactivos, de tal manera que si tú quieres, se pueda integrar con el calendario, que sepa lo que te gusta, que estás a dieta y con eso te pueda recomendar restaurantes e, incluso, reservar.

¿Qué diferencia a Luzia, entonces, aparte de usarse solamente por WhatsApp, de lo que pueda ser un Siri o un Alexa?

A nivel tecnológico, entendemos Luzia como un puente que une a las personas a través de diferentes canales. Whatsapp es un canal (nuestro principal canal), pero no es el único. Tenemos Telegram y en breve vamos a lanzar nuestra propia aplicación. En función de la pregunta que nos hace el usuario, utilizamos un modelo de inteligencia artificial u otro para poder responder a sus preguntas. Si me pide que le transcriba una nota de audio, voy a utilizar un modelo de lenguaje que se llama Whisper. Si pregunta algo en texto, le podré responder usando ChatGPT u otros en el futuro. Siri es un asistente que solo interactúa con voz y que está muy limitado, es incapaz de tener una conversación. Otra de las sorpresas que hemos visto a lo largo de estos siete meses es uno de los casos de uso muy común: determinadas personas utilizan a Luzia como si fuera su confidente, para desahogarse sobre aquellas cosas que les preocupan. Muchas veces nos sorprendía. "¿Quién le va a contar sus historias a Luzia, que al final es un robot?", nos preguntábamos. Cuando yo tengo un problema a nivel personal y quiero contárselo a un amigo, pero ¿qué espero de mi amigo? Espero que esté disponible, que me escuche, que me escuche de manera atenta y que no me juzgue, me guarde el secreto y me dé algún tipo de recomendación que tenga cierto sentido. Si traslado todo eso a un mundo como Luzia, Luzia va a ser alguien que siempre va a estar disponible 24 por 7, que te va a escuchar, que no te va a juzgar, que no va a contar tus secretos a nadie más y que te va a dar una serie de recomendaciones que en muchos casos podrían estar a la altura de un buen consejo. No te voy a decir que es un psicólogo porque no lo es, pero que obviamente está guiada para que te dé una serie de buenos consejos que te puedan ayudar a tomar mejores decisiones.

La máquina dice que te comprende, pero realmente no lo hace; es una máquina. Para intentar evitar esa “humanización” de la máquina, algunos abogan por limitar o regular la IA en estos aspectos. ¿Cree que les puede limitar el crecimiento de Luzia?

Creemos que es una tecnología con una capacidad de transformación muy importante y que, probablemente, haya que poner determinadas normas o reglas para que se haga un uso responsable. Estamos a favor, siempre y cuando tengan sentido y permitan crear unos márgenes de seguridad, pero no mate la innovación. El problema es que estamos compitiendo en un contexto global donde no solo somos Europa, sino Estados Unidos o Latinoamérica. La mayoría de nuestros usuarios están en Latinoamérica. Hay muchos temas que en España no está muy claro que vayamos a poder hacer por temas de regulación, pero que en Latinoamérica sí.

Puede ser como GDPR, que al principio siempre tuvo críticas, se vio como un freno a la innovación y al final lo que se ha demostrado es que el resto de los países se ha adaptado a la protección de datos...

Exactamente, y es la tendencia. Cuando tengamos la ley lo veremos. A priori, lo que se está diciendo a nivel europeo es que va a haber una serie de regulación más restrictiva o menos en función del uso. Creo que es necesario cierta regulación y es muy difícil el rol del regulador, porque la tecnología va por delante de las personas. La IA todavía comete errores, como todas las nuevas tecnologías, y las personas tienen que ser conscientes de eso y cogerla con determinadas limitaciones. Pero viendo la velocidad a la que avanza, yo soy optimista. Creo que las ventajas y todas las cosas positivas que va a poder traer, de lejos compensan con los potenciales fallos que hemos tenido. Pasa lo mismo con Internet: sirve para que la gente trafique drogas o para que haya pornografía infantil. Pero eso no hace que de repente queramos prohibir Internet. Hay que limitarlo, hay que legalizarlo, hay que perseguir al que delitos. Pero eso no quita para que Internet haya sido un avance.

Luzia funciona con IA de terceros. ¿El plan es desarrollar su propia Inteligencia artificial?

No en el corto plazo. No es nuestro rol crear nuestro propio modelo fundacional, por lo menos a día de hoy. Es un sector nuevo en el que hay como diferentes batallas. Una es cuál va a ser el modelo fundacional mejor, como si fuera el buscador Google, o si va a haber diferentes modelos y en función de lo que necesites, pues es mejor un modelo u otro. Eso es un entorno tremendamente complejo, no solo a nivel técnico, sino también a nivel de infraestructura, de máquinas que necesitas para poder entrenar tu propio modelo y desarrollarlo. Luego está la batalla de, sobre esos modelos, cuáles son las aplicaciones de valor. No queremos entrenar nuestro propio modelo, pero sí coger el mejor que exista y poder trabajar para poder simplificarlo y llegar al mayor número de personas.

¿Cuántos usuarios tiene Luzia?

Tenemos 20 millones de usuarios. Por hacernos una idea, Tuenti un fenómeno espectacular, llegó a tener entre 13 y 15 millones de usuarios. Es verdad que son otros momentos y otros tiempos. El primer millón de usuarios tardamos menos de dos meses en conseguirlo. Dentro de esos 20 millones lo hemos limitado a una serie de mercados que para nosotros eran estratégicos: estamos operativos en España, México, Colombia, Argentina, Estados Unidos y Brasil.

¿Portugal no?

No, pero justamente estamos ahora planteando abrir nuevos mercados. En los tres primeros meses estuvimos abiertos a todo el mundo y nos pasaron cosas muy curiosas, como por ejemplo, que empezamos a tener avalancha de usuarios en Mozambique. Para nosotros eso tiene un coste de servicio y Mozambique y Angola están muy lejos en el road map. Así que decidimos dedicar esos recursos a dar mejor servicio a otros mercados, los que hablan español y brasileño. España es el menos relevante de todos a nivel de usuarios. A pesar de haber nacido aquí, somos mucho más potentes en Brasil, es el mercado más importante. Brasil es el segundo mercado más relevante para WhatsApp en el mundo, solo después de la India.

¿Cuántas peticiones al día recibe Luzia?

Unos 15 millones de conversaciones al día, de una pregunta y respuesta. De esos 15 millones, puede haber personas que lancen una pregunta y ya está, pero tenemos gente que hace más de 50 preguntas al día.

No están monetizando todavía a Luzia. Teniendo en cuenta la progresión en crecimiento y que pagan a las IA por cada uso, ¿cuánto permiten aguantar esos 12 millones?

Los inversores que tenemos son o business angels de nuestro entorno, que conocemos, o inversores americanos. Cuando hablábamos con los españoles, incluso a nivel europeo, la segunda o tercera pregunta es “oye, ¿cómo vais a monetizar?”. Y, sin embargo, cuando hablábamos con los inversores norteamericanos, todos eran “claramente estás construyendo una aplicación orientada al consumidor final, que va a tener una masa de usuarios gigante, así que primero hay que construir una masa de usuarios gigante y luego ya veremos cómo lo monetizamos”. Mirando retrospectivamente siete meses atrás, claramente tenían razón, porque a la vez que nosotros, hubo varios players que lanzaron sus app y muchos de ellos iban con límite (cinco respuestas gratis al día y si quieres más, tienes que comprar la suscripción de pago). Los de pago murieron y nos ha dejado a nosotros casi como líder.

Eso no quiere decir que no tengamos un modelo de negocio. Ahora no es el momento de monetizar, sino de crear valor. Por hacer la analogía, Wallapop era un marketplace que era totalmente gratuito, levantó varias rondas de cientos de millones de euros y los inversores valorando la compañía en cientos de millones de euros cuando no estaban monetizando. Pero que no monetizaran no significará que no hubiera un plan de monetización.

¿Cuándo llegará ese momento?

No tenemos una bola de cristal y no sabemos cuánto vamos a monetizar o de qué manera. Estamos con los inversores viendo las diferentes vías de monetizar, vamos a ir probando diferentes casos de uso para ver dónde está el valor y dónde podemos capturarlo. Está todo abierto. Por ejemplo, queremos lanzar en breve que Luzia te ayude a hacer reservas de restaurantes. La buena noticia es que te puedo dar el servicio y a ti no te cobrar nada porque me paga el restaurante por hacer la reserva. Luego está el modelo obvio: dar una capa de servicio gratuita y a partir de ahí, por una serie de funcionalidades más avanzadas, cobrar.

Con los 12 millones nos sentimos tranquilos, tenemos tiempo de sobra para poder seguir rebajando y desarrollando el producto. Eventualmente, lo más normal es que una compañía de este estilo vuelva a tener otra ronda. No sabemos si será en un año, dos años o equis meses, pero por el interés que estamos viendo de los inversores, entiendo que será cuestión de cuando nos pongamos a ello.

Aparte de Luzia, está también como emprendedor en Lumiere, empresa de reformas. ¿Cómo se emprende en ladrillo y en tecnología?

La primera empresa que monto, Ticktea, fue en el año 2009 y la vendí en el año 2018 a Eventbirite, de Estados Unidos. Salí de Eventbrite al cumplir diez años en el proyecto, unos cuatro o cinco meses antes del Covid. Esos meses me planteé qué hacer. Hablé con muchos emprendedores que habían vivido ese proceso antes que yo. El consejo que todo el mundo me dio fue “no corras, date tu tiempo”. Tuve la fortuna que me pilló el COVID y me obligó a parar. Mi mujer es arquitecta y se dedica al mundo de las rehabilitaciones. Como había vendido la compañía, tenía dinero así que compramos una casa que, en un principio, era para mis hijos y que íbamos a alquilar. Quedó tan bonita que cuando la terminamos pensamos que en lugar de alquilarla podíamos ponerla a la venta. En una semana se había vendido. Con el beneficio, hicimos lo mismo otra vez. Para mí era más como un hobby, como un side project, como un trabajo aparte mientras hacía temas de business angel, invirtiendo en startup de tecnología. Nos dimos cuenta que en Madrid hay una necesidad de producto de lujo terminado, de vivienda. Yo no sé de arquitectura, pero sé de crear compañías. Mi mujer, que sabía crear casas muy bonitas, pero no tenía esa parte de negocio, nos unimos con otro de los inversores y creamos Lumiere, que básicamente es una promotora especializada en la rehabilitación de viviendas en el centro de Madrid y les damos una segunda vida.

Es un negocio muy tradicional, pero donde creo que haciendo las cosas un poco de manera. El diseño lo tenemos in-house, pero hay otra serie de cosas que está externalizado, como la construcción y la comercialización. Eso me permitía tener un muy buen equilibrio y tener tiempo libre para dedicarlo a otras cosas, como a las inversiones y ayudar a otros emprendedores. Ahí fue cuando Carlos y Álvaro me presentan Luzía. Cuando lo vi dije “esto es un cohete, yo no quiero ser simplemente un inversor”. Creía que les podría ayudar a buscar financiación, a montar el equipo, a crear, a hacerlo más grande, a crear una marca, que es un poco lo que había vivido en el pasado con Ticketea.

O sea, que le gusta más el emprendimiento tecnológico...

La cabra tira al monte. Es verdad que el mundo inmobiliario desde fuera lo veía con mucha más caspa, y que ahora desde dentro creo que hay cosas muy bonitas por hacer. Pero la tecnología es “droga dura”. Es mucho más compleja, mucho más difícil, mucho más binario en el sentido de que lo más normal es que mueras y valgas cero, pero si realmente lo haces bien, puedes crear un producto que tenga un impacto global. La tecnología me permite (cosa que no me permite el inmobiliario) tener un impacto: en siete meses hemos creado un producto que hay 20 millones de personas usando.

¿No se vive mejor siendo inversor que emprendedor?

Es diferente, pero sí, se vive mejor. Mucho mejor, sin duda. Pero el sentimiento de plenitud que tienes siendo emprendedor no tiene absolutamente nada que ver con el de ser inversor. Cuando eres inversor, desde fuera lo romantizas viendo qué bonito es ayudar a los emprendedores. Los puedes ayudar, guiar, presentar personas, pero no eres tú quien está en el día a día de un proyecto. Sin embargo, cuando emprendes es cuando realmente estás criando a tu hijo profesional. Y si le va bien, te vas a sentir muy orgulloso. La diferencia es igual que entre ser padre y maestro. La profesora seguro que se siente muy orgullosa cuando el niño saca buena nota en el examen, pero la madre lo siente de una manera diferente.

Los proyectos en los que te involucras como emprendedor son hijos tuyos. Y obviamente la satisfacción que te dan si te va bien es mucho mayor… pero también es mucho mayor el dolor de cabeza si te lo ponen difícil.

Cuando se ha sido un emprendedor de éxito, como en su caso con Ticketea, ¿es más fácil emprender un segundo proyecto o pesa este éxito pasado?

Es más fácil, no lo vamos a negar. Primero, tienes una red, eres capaz de construir alrededor. Cuando te ha ido bien, tienes un halo de éxito que hace que sea más fácil tener determinadas reuniones o tener la confianza de determinadas personas. También el nivel de exigencia es mayor. Tener éxito no solo estar en un sitio adecuado y trabajar duro, sino también que hay un componente de suerte. Debemos ser humildes en este sentido. Es importante que todos seamos conscientes de que tienes un componente de suerte que no depende de ti. En el caso de Ticketea, gracias a Dios el COVID vino en el 2020, no vino en el 2017, porque entonces no hubiera vendido la empresa ni hubiera sido un proyecto de éxito. No soy ni más tonto ni más listo. Simplemente tuve la suerte de estar en ese sitio. Evidentemente, si has montada tres proyectos y los tres te han ido bien, algo bien harás.

Montar una startup después de un éxito es más fácil en las primeras capas, porque la construyes sobre una base de relaciones previas que te has ganado. Luzia es un ejemplo de ello. El primer inversor fue el dueño de Eventbrite, que me conocía porque me había comprado mi empresa anterior. Y fue tan fácil como decirle “oye, Kevin, mira, acabamos de lanzar esto. Se lo mandé por WhatsApp y le pedí que le echara un vistazo y me dijera cómo lo veía. A los 10 minutos me llamó y me dijo “quiero invertir”. Obviamente, si no hubiéramos tenido una relación de conocidos, no hubiera sido así de fácil.

Antes me comparaba las empresas que funda con los hijos. Ticketea se vendió, pero llegó el Covid y la empresa hizo un ERE. Es verdad que mantiene un centro internacional de desarrollo , pero cuando ve cómo ha evolucionado su ex empresa, como padre de esa criatura, ¿le da pena haberla vendido? ¿Está orgulloso pese a todo de la evolución de su hijo?

Cuando vendí la compañía, el plan con el que me convencieron era que se habían quedado impresionados con el talento de ingeniería que tenemos en España por lo que querían convertir a España en el centro de desarrollo para Europa. Me encantaría que mi legado fuera crear ese centro de desarrollo en Madrid.

El día que yo anuncié mi salida al equipo, teníamos 100 personas. Expliqué precisamente esto; Ticketea había sido mi hijo, había vivido durante diez años todo el proceso. Pero igual que con los hijos, llega un momento en que crecen, se hacen mayores y les tienes que dejar volar. En Estados Unidos, cuando te casas con la pareja y eres chica, pierdes el apellido. Ticketea fue esa hija que se casó con un estadounidense. Perdió el nombre y se pasó a llamar Eventbrite. Yo ya no era el que tomaba las decisiones: se tomaban desde San Francisco.

Ahora, desde fuera, cada vez que paso por el edificio cuando lo miro me da morriña, porque de alguna manera para mí era el legado que quería dejar: saber que hay cientos de personas que estuvieron trabajando ahí. Pero, por otro lado, cuando llegó el ERE, también me dejó tranquilo el hecho de que, de las 20 oficinas que tenían abiertas por todo el mundo, cerraron todas menos tres o cuatro. Y una de esas fue la de Madrid. De hecho, Madrid sigue teniendo un centro de desarrollo de ingeniería con gente muy de alto nivel. No fue todo lo bonito que me hubiera gustado ser cuando vendí, pero me alegro de haber tomado la decisión y creo que fue una decisión correcta.

Hablando de padres e hijos… Le pregunté a Luzia si sabía quién era Pau Gasol (un reciente inversor) y lo conocía. Pero no sabe quién es Javier Andrés. Le pregunté quién era su creador y me contestó diciendo que era una inteligencia artificial y que la habían creado un grupo de ingenieros y desarrolladores…

Cuando interactúas en texto con Luzía se utiliza ChatGPT y hasta la semana pasada estaba limitado a septiembre de 2021. Cualquier cosa que le preguntaras más allá de septiembre de 2021, se equivocaba. Creo que ahora lo van a actualizar a abril del 2023. Una de las limitaciones que teníamos en Luzia era que no tenías información en tiempo real así que hemos desarrollado que sepa el tiempo que hace cada día. En cuanto a noticias actuales, lo sabe hacer, pero todavía le queda bastante por mejorar.

Sabe quién es Pau Gasol porque hay mucha información y ChatGPT sabe responder. La información, el dataset de información sobre Javier Andrés es muy limitado. Sobre quiénes son los fundadores de Luzia, estuvimos discutiendo, a la hora de programar las instrucciones que le dábamos a Luzia , sobre cómo contestar a esa pregunta. Álvaro decidió que no diera nombres porque somos un equipo de ingeniería en España. Cuando esté conectada a la información en tiempo real (algo que va a pasar en semanas) será capaz de responder en tiempo en real, por lo que probablemente sí que sea capaz de decirte que sus creados son Álvaro Martínez, Carlos Pérez y Javier Andrés.

Es de los que ve su paso por las empresas como ciclos. Ha estado 10 años en Evenbrite… ¿Hasta 2033 estará implicado en Luzía?

Luzía va tan rápido que a saber dónde estaré yo en 2033. Lo de los ciclos no es un tema mío, lo leí en algún sitio. Las personas tenemos ciclos vitales de entre 7 y 10 años, como capítulos. La vida te pide un cambio cada 7 o 10 años: bien de trabajo, de ciudad o lo que sea. Cuando lo escuché, pensando en mi trayectoria profesional, me di cuenta de que es cierto. Mis primeros siete años profesionales estuve en el mundo de la consultoría. Luego, en Ticketea estuve con diez años. Ahora estaba empezando el tercero. Si empiezas a trabajar a los 25 y te jubilas a los 65, tienes 40 años, con lo cual tienes como cinco grandes capítulos profesionales en tu carrera. Cuando vendí Ticketea era como terminar el segundo, así que me quedan tres. Con Luzía estoy empezando mi tercer capítulo. ¿Cuándo terminará? ¿Si Luzia durará diez años? No te sé decir. Pero sí (y esto se lo digo mucho a Álvaro) que para mí un día en Luzia es como un mes en Ticketea, a nivel de avances y de velocidad. En siete meses hemos hecho tres rondas de financiación. En Ticketea hicimos tres rondas de financiación en ocho años y levantamos unos cuatro millones en total. Aquí llevamos ya 12. Todo va a una velocidad muchísimo mayor. No sé dónde estaremos.

Aun siendo un emprendedor con éxito en el pasado, ¿está uno está preparado para ese ritmo?

Es una locura. Es imposible estar al día de las nuevas funcionalidades, las nuevas versiones, las nuevas cosas. La semana pasada estuvimos en San Francisco, fuimos uno de los pocos invitados de OpenIA en su conferencia para desarrolladores. Fue Álvaro y estuvo presente en el anuncio de las tropecientas funcionalidades nuevas que han anunciado. La velocidad de desarrollo no es apta para todos los públicos.

Si llegara una oferta de compra…

Todavía es muy temprano. No nos lo planteamos. Han pasado siete meses y hay mucho todavía por hacer. No monetizamos.

En esos dos ciclos que le quedan, creo que quería hacer un emprendimiento de impacto. ¿Qué es lo que le queda hacer?

Luzia tiene mucho impacto. Por ejemplo, uno de los mails que nos hizo mucha ilusión fue de un profesor de Colombia, de la selva, que nos daba las gracias por Luzia ya que servía de tutor personalizado y gratuito para sus alumnos. Nos mandó unas fotos y fue como “¡qué bien! He sido capaz de crear un producto que ayude a los chavales de la selva colombiana a poder formarse y educarse mejor”. Pero más allá de Luzia … Sí, me gustaría hacer algo relacionado con lo que yo sé (la tecnología y un poco del mundo inmobiliario) que tuviera más impacto. Tenemos un problema muy grande en el tema de la vivienda, pero hay temas bastante innovadores que se están haciendo en países nórdicos y en otro tipo de sitios para intentar solucionar o poner en el granito de arena el problema habitacional de residencias. Es algo que tengo ahí. Obviamente todavía no, pero en algún momento probablemente me gustaría poder dedicar tiempo a eso.

Fue uno de los primeros emprendedores, hace 15 años. Ahora está aprendiendo su segunda aventura. ¿Diferencias entre aquellas épocas y las de ahora?

Hace 15 años el ecosistema era mucho más pequeño, había muchos menos fondos, muchos menos emprendedores, era mucho más caro lanzar, había muchos menos clientes conectados online para poder hacer algo. Era todo mucho más artesanal, mucho más complejo. Ahora el ecosistema está mucho mejor montado, tienes desde un Google Campus, tienes tropecientos inversores en España, tienes ejemplos de éxito de gente que ya lo había hecho, tienes acceso a talento... Creo que hay muchos más ingredientes para que puedas crear un gran plato y que sea más sencillo. Pero, por otro lado, hay mucha más competencia, porque también hay mucha más gente intentándolo. Hay gente con mucho presupuesto y mucho dinero intentándolo. Es más fácil empezar, pero es más difícil triunfar. Como segunda vez, la experiencia es un grado y te da más perspectiva. Te ayuda y es mucho más fácil de cara a la hora de inversores.

Una recomendación que le daría a alguien que está empezando.

Que se rodee de gente que haga cosas. Los emprendedores por defecto somos personas optimistas, pero no somos superhéroes. Es importante que el emprendedor haga un ejercicio de autocrítica, que sea consciente en qué es bueno y, sobre todo, en qué no lo es. Y donde no sea bueno, que se intenta rodear de gente que lo haya hecho ya. Entonces, si yo soy muy bueno en producto, pero no soy bueno en la parte financiera o no soy bueno en la parte de cultura o no soy bueno en la parte de recruiting o en la parte de marketing, pues que se intenta rodear de gente que sea buena y que lo haya hecho ya, porque va a salir a una velocidad muchísimo mayor. Carlos y Álvaro son muy buenos en tecnología, en producto, pero les faltaba alguien que ayudase en la parte de fundraising. Pensaron en mí y me pidieron ayuda. Eso hace que te vaya mucho más rápido.