Opinión

La Inteligencia Artificial como motor de crecimiento económico y desarrollo social

Alberto Granados es presidente de Microsoft Ibérica y tiene más de 30 años de carrera profesional. Se unió a Microsoft en 1995

Alberto Granados
Alberto GranadosALBERTO ESPADAALBERTO ESPADA

Nos encontramos en el inicio de una nueva era que está cambiando fundamentalmente la forma en que nos relacionamos con la tecnología y aprovechamos sus beneficios. Sin duda, la Inteligencia Artificial (IA) responsable va a convertirse en uno de los principales catalizadores de crecimiento económico y desarrollo social. Según un reciente estudio de McKinsey, el potencial económico de la IA podría estar entre 17 y 25,6 billones de dólares anuales, con un impacto positivo en todos los sectores de actividad. La consultora estima que la IA podría impulsar un crecimiento de la productividad laboral de entre 0,2 y 3,3 puntos porcentuales anuales.

Los datos y los algoritmos son, probablemente, el principal activo de las empresas y organizaciones de todos los sectores, que no deberían desaprovechar sus ventajas para potenciar las capacidades humanas e impulsar la creatividad y la innovación. El cloud, el dato y el creciente papel de la Inteligencia Artificial, suponen ya avances significativos y tangibles en la automatización de procesos y la toma de decisiones en los negocios.

Si pensamos en la evolución a lo largo de los últimos 70 años, nos damos cuenta de que ha estado marcada por la constante búsqueda de interfaces persona-máquina más intuitivas y naturales. Ahora, hemos alcanzado un hito significativo, que representa un salto extraordinario, el procesamiento del lenguaje natural.

El desarrollo de los modelos de IA conversacionales abre nuevas oportunidades transformadoras en muchos ámbitos. Una de las más significativas puede ser la forma de trabajar. Sin duda, la IA generativa va a suponer una evolución y transformación del modelo de trabajo, facilitando la eliminación de tareas repetitivas y de escaso valor. No se trata de sustituir a las personas, sino de que la IA actúe como un copiloto que nos ayude a centrarnos en labores que generen mayor valor para la organización. Un proceso, donde la persona siempre va a estar liderando, decidiendo y utilizando la IA como soporte.

De hecho, el 68% de las personas consultadas en España para la elaboración del último Índice de Tendencias Laborales de Microsoft, elegiría delegar todas las tareas posibles a la IA para reducir su carga de trabajo. Como cualquier avance, la implantación de la Inteligencia Artificial requiere también de un cambio profundo en cómo las organizaciones afrontan el nuevo paradigma, donde cultura y tecnología deben ir de la mano, de forma que aceleren, no sólo la incorporación de herramientas de IA, sino su integración en los procesos de negocio, adaptando a cada función y cada actividad su potencial.

En este contexto, se hace imprescindible potenciar el talento de los actuales y futuros empleados de las organizaciones, que necesitarán apoyo para aprender nuevas habilidades, y relacionarse de forma distinta con las herramientas tecnológicas. Para ello, hay que comenzar desde la escuela. La IA puede ser una gran herramienta para transformar el aprendizaje de forma positiva. Gracias a la recopilación y el análisis de datos, los educadores pueden identificar áreas de mejora e impulsar una enseñanza adaptada a las necesidades de cada estudiante, fomentando la inclusión en las aulas y por ende, en el mercado laboral.

La IA también va a tener un impacto directo -lo está teniendo ya- en el ámbito de la salud. Un ejemplo es la aplicación de tecnologías de IA generativa para la mejora del diagnóstico de las enfermedades raras (un proyecto piloto en el que Microsoft colabora con la Comunidad de Madrid y Fundación 29) o el trabajo desarrollado por compañías como Quibim (con la que también colaboramos) para la detección precoz de tumores mediante el análisis por IA de pruebas diagnósticas en oncología.

Asimismo, otro ámbito en el que ya estamos viendo el impacto positivo de la aplicación de tecnologías de IA es el de la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. Desde el empleo de soluciones de Inteligencia Artificial para mejorar la sostenibilidad de los cultivos marinos del Grupo Nueva Pescanova en Ecuador, al desarrollo de modelos de análisis de riesgos climáticos por parte de la startup española Mitiga, desde Microsoft colaboramos en diferentes iniciativas con el objetivo común de aplicar tecnologías innovadoras de IA para responder a los principales retos a los que nos enfrentamos como sociedad.

La prioridad en este proceso de extensión de la IA debe ser asegurar que el diseño, desarrollo e implantación de la Inteligencia Artificial se aborda siguiendo los principios de privacidad, seguridad, equidad, inclusión, transparencia y responsabilidad. La IA tiene el potencial de contribuir sustancialmente al crecimiento económico y a lograr un mundo más seguro, sostenible e inclusivo. La única forma de tener un crecimiento e impacto de la IA es que las empresas y la sociedad puedan confiar en ella, para lo que necesitamos un marco regulatorio que siente las bases de un desarrollo responsable que no ponga límites a la innovación.