Seguridad

Ondas: más mala fama que peligro

Los expertos insisten en que los niveles de emisión de ondas electromagnéticas de dispositivos tecnológicos tienen suficiente margen de seguridad para no ser nocivos para la salud

22 September 2023, United Kingdom, London: The new Apple iPhone 15 on display inside the tech giant's flagship store in Regent Street, central London. Photo: Jonathan Brady/PA Wire/dpa 22/09/2023 ONLY FOR USE IN SPAIN
22 September 2023, United Kingdom, London: The new Apple iPhone 15 on display inside the tech giant's flagship store in Regent Street, central London. Photo: Jonathan Brady/PA Wire/dpa 22/09/2023 ONLY FOR USE IN SPAINJonathan Brady/PA Wire/dpa

Las ondas electromagnéticas están, de nuevo en la diana y en la polémica. La decisión de la Agencia Nacional de Frecuencias de Francia (ANFR), organismo encargado en el país galo de controlar los equipos de radio y la exposición del público a las ondas electromagnéticas, de solicitar la retirada del iPhone 12 por superar los niveles de seguridad marcados, y que organismos como Facua y OCU secundaran esta petición en nuestro país, volvía a poner a las ondas electromagnéticas y sus efectos de seguridad en los humanos en el centro de la diana.

Una controversia que en España también se vivió a principios de los años 2000 cuando, especialmente en Valladolid, surgía un movimiento contrario a situar antenas de telefonía móvil cerca de espacios públicos, como colegios.

Sin embargo, y pese a estas voces y dudas sobre la posibilidad de que estos campos electromagnéticos puedan incluso causar cáncer, «tenemos un marco de evidencia de los últimos 30 años para poder afirmar que con los niveles habituales de exposición de productos tecnológicos no hay riesgo para la salud humana», en palabras de Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla la Mancha y director científico del Comité Científico Asesor de Radiofrecuencias y Salud.

Para entender el origen de la polémica, cabe explicar en qué consisten las pruebas realizadas y qué son exactamente las ondas que se están analizando.

Pruebas de laboratorio

Según detalla Nájera, «el universo está lleno de radiación», siendo algunas de esas ondas visibles y otras no. De todas ellas, las más peligrosas son las denominadas ionizantes, grupo en el que se encuentran los rayos X. Otra radiación peligrosa es la ultravioleta (que emiten los rayos de sol). Pero incluso la luz visible puede llegar a ser perjudicial. «Con un flashazo muy fuerte con un foco de los que hay en un campo de fútbol podríamos dejar ciego a alguien», pone como ejemplo. «Menos peligrosos son los infrarrojos, que tenemos en el mando de la tele o que se usan en fisioterapia para calentar el cuerpo. Y, por debajo de todas estas ondas, estaría la radiofrecuencia, que están dentro de las no ionizantes; es decir, que no pueden romper moléculas, ni AND ni átomos y, por tanto, no pueden producir un cáncer», asegura tajante.

Pese a todo, existe un organismo internacional encargado de velar por la seguridad de las ondas electromagnéticas: la Comisión Internacional de Protección Radiológica (International Commission on Radiological Protection). Esta entidad se encarga de determinar qué niveles son aceptables y cuáles no en estas ondas electromagnéticas (volviendo al ejemplo de la luz, es el organismo que determina cuánta cantidad de luz puede emitir una bombilla para que no sea perjudicial).

Esta comisión, además, revisa periódicamente los niveles en los que se tiene constancia en los que una exposición prolongada pueda ser perjudicial para la salud. Dicho organismo establece límites de seguridad «y les aplica un factor 50. Si lo comparásemos con una montaña rusa, sería el equivalente a prohibir que nadie que pesara más de 40 kilos pudiera subirse sabiendo que con un peso de 2000 puede fallar», explica Nájera.

Dos niveles de seguridad

Este experto, además, cuenta que se establecen dos niveles de seguridad: de exposición («la cantidad que llueve») y de absorción («lo que nos mojamos con la lluvia, independientemente de la cantidad que caiga»). Son estas últimas las que ha medido la autoridad francesa ANFR en relación con el iPhone.

ANFR asegura que, en su misión de vigilancia del mercado de equipos radioeléctricos y de control de la exposición del público a las ondas electromagnéticas, realiza controles periódicos de los teléfonos móviles comercializados en Francia. Según sus últimas comprobaciones sobre la tasa de absorción específica (SAR) de 141 teléfonos, entre ellos el iPhone 12 de Apple, este último supera los niveles permitidos.

Estos teléfonos se someten a pruebas en laboratorios acreditados, lo que permite a ANFR garantizar que los valores SAR cumplen la normativa europea. Estos requisitos significan que los dispositivos deben probarse en contacto con el cuerpo para el SAR «extremidad» (es decir, un teléfono sostenido en la mano o en el bolsillo de un pantalón) y a una distancia de 5 mm para el SAR «tronco» (es decir, un teléfono llevado en el bolsillo de una chaqueta o en un bolso). Por tanto, deben cumplir los límites reglamentarios de 4 W/kg para el SAR «extremidad» y 2 W/kg para el SAR «tronco».

Pues bien, según estas mediciones de ANFR, se ha detectado un valor SAR para las «extremidades» superior a este límite, de 5,74 W/kg, mientras que los valores de SAR del tronco son conformes a la normativa.

Margen de seguridad

Nájera asegura que, con estos datos, Apple estaría superando los niveles permitidos, pero insiste en que sigue habiendo un margen de seguridad suficientemente alto como para no llevarse las manos a la cabeza ni tener miedo a posibles consecuencias nocivas para la salud. De hecho, critica que algunas de las asociaciones de consumidores hayan lanzado «mensajes alarmistas que no se sustentan con la evidencia científica». Facua, por ejemplo, asegura, en su página web, que el límite de 4 W/kg está fijado por la Unión Europea por motivos de seguridad, ya que «valores más altos podrían aumentar el riesgo de algunas formas de cáncer, según estudios científicos». Algo que, según enfatiza Nájera, «es rotunda y absolutamente falso».

Además, insiste en que «hay un margen de seguridad suficientemente amplio» como para que todos los consumidores estén tranquilos. «Si el iPhone incumple la normativa se debe actuar, pero no hay que alarmar a la gente. Si en lugar de a 4 el nivel hubiera sido de 3000, sí que podría ser peligroso porque sería como meternos en un microondas (que funcionan a rangos de hasta 1000)», detalla. Además, asegura que las pruebas francesas han sido realizadas en unas condiciones de laboratorio «extremas de baja cobertura para forzar ese máximo», por lo que «es muy raro que alguien experimente en su vida normal» unas condiciones así.

Como decíamos antes, ya a principios de siglo se vivió mucha controversia por la posibilidad de que estas ondas fueran las causantes de cáncer en un colegio de Valladolid. «Ha calado en la sociedad los mensajes del miedo: no duermas con el móvil en la mesilla, apaga la WiFi...», se lamenta este experto. «Si de verdad fueran peligrosos para la salud, después de 30 años de WiFi estaríamos ante una epidemia que ni el Covid».

Actualización ¿solo? en Francia

Tras los resultados obtenidos en el laboratorio, las autoridades francesas exigían a Apple que tomara “todas las medidas necesarias para evitar que los teléfonos afectados de la cadena de suministro salgan al mercado” y que, respecto a aquellos teléfonos ya vendidos, tendría que “tomar medidas correctivas lo antes posible para que los teléfonos afectados cumplan la normativa”.

Es decir, que por un lado se paralizaba la venta de los terminales y, por otra, se exigía a la multinacional que pusiera una solución lo antes posible para aquellas unidades que están en manos de los consumidores, Fuentes de Apple confirman a La Razón que la compañía va a lanzar una actualización de software para los usuarios en Francia “para dar cabida al protocolo utilizado por los reguladores franceses”. Por eso, aseguran que “esperamos que el iPhone 12 siga estando disponible en Francia”.

Lo que no se sabe a ciencia cierta es si esta actualización estará disponible en España. Alberto Nájera considera que sí debería hacerlo puesto que la norma es igual para toda la Unión Europea. «Si no la cumplen, está jugando con ventaja respecto a otros competidores», reflexiona este experto.