ERC

El por qué de la bajada del PSOE

Las negociaciones con ERC están detrás de la caída de los socialistas

Los equipos negociadores de PSOE y ERC comienzan su segunda reunión
La portavoz del grupo socialista, Adriana Lastra (2d); el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos (d) el secretario de organización del PSC, Salvador Illa (3d), el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián; la secretaria general adjunta de ERC, Marta Vilalta (i), y el presidente del Consell Nacional de los republicanos, Josep Maria Jové (3i)INMA MESAEFE

El PSOE es el partido que más retrocede desde el reciente 10-N. No es de extrañar, ya que es el único que en pocas semanas ha cambiado radicalmente su mensaje. El electorado ha visto como en poco más de un mes los dirigentes del PSOE han pasado de defender a ultranza el régimen constitucional, y especialmente la unidad nacional, a entablar negociaciones con la mayor organización separatista; ERC. Al tiempo que cambiaba su discurso, pasando de afirmar que en Cataluña los independentistas han creado un gravísimo problema de convivencia, a «reconocer» que hay que encauzar y resolver el supuesto conflicto político. Cuando la Justicia ya ha sentenciado que fue sedición.

Pero la contestación al enésimo cambio de estratagema de Moncloa comienza a escucharse cada vez con mayor fuerza desde las propias filas del PSOE. Desde los barones territoriales hasta militantes de base. Cada vez mayor número de voces se oponen a que los que quieren romper España tengan la llave del Gobierno de la Nación.

En la negociación para alcanzar la investidura no todo vale. Una cosa es organizar una moción de censura y otra crear una mayoría de gobierno. Ya fuimos testigos del fracaso del gobierno socialista del segundo semestre de 2018. La clave de su ruina fue confiar para la gobernabilidad en los mismos que le ayudaron a derribar a Rajoy. Así como las urnas le han negado el pan y la sal, tanto en abril como en noviembre de este año, relegándolo en ambas ocasiones a porcentajes de voto claramente inferiores al 30%. Inferiores al que obtuvo Rajoy en las elecciones generales de 2016, en las que alcanzó el 33,0% del voto.

Tanto en mayo de 2018, cuando surgió la «genialidad» de derribar un gobierno popular que tanto sacrificio había costado, especialmente al PSOE, como cuando Moncloa se vio obligada a convocar las primeras y segundas elecciones generales de 2019, no se apreciaba por parte del electorado ningún entusiasmo por cambiar el ciclo político. Así lo han demostrado las urnas el 28-A y el 10-N.

El PSOE se abrió en canal en octubre de 2016 por la gobernabilidad del país facilitando la investidura de Rajoy. El Comité Federa del 1 de octubre de 2016 obligó a Sánchez a renunciar a la secretaria general del PSOE y a su escaño en el Congreso. 68 diputados socialistas se abstuvieron para que Rajoy fuese nombrado presidente, mientras que otros 15 votaron no. Pero en mayo de 2017 Sánchez recupera el liderazgo del PSOE y una año después se pone al frente de una moción de censura con una fuerza heterogenia de partidos y en la que el concurso de los de Bildu y de independentistas varios es fundamental.

El PSOE comete un error histórico al cruzar las líneas rojas y alinearse con los rupturistas, tanto de nuestro orden constitucional como de la unidad nacional. El PSOE actual solo escucha al PNV y al PSC, así como al sector podemizado del partido. Por lo tanto alejado de la mayoría social. A Sánchez le han prometido 150 diputados y el pueblo español se los ha negado. Ahora mendiga apoyos entre los principales adversarios del socialismo español, la izquierda independentista y supremacista, que quiere hacer descarrilar el tren del PSOE en su anhelo de conseguir la igualdad y la libertad de todos los españoles, residan donde residan y no aceptar el juego insolidario de privilegiar unas regiones a favor de otras a cambio de 24 horas más en la Moncloa. Llegada es la hora de cerrar la transición política con la asignatura pendiente; un entendimiento histórico entre el PSOE y el PP.