Investidura de Pedro Sánchez
La dictadura del relativismo
La suerte «aparentemente» está echada porque ya ha llegado la hora de la verdad para el Presidente electo. Será complicado gobernar en coalición con Podemos y 155 diputados, pero creo que rayará lo imposible hacerlo dependiendo, además –entre otros– de un partido cuya portavoz afirmó justo antes de votar que «le importaba un comino la gobernabilidad de España». Con Sánchez, autor del «no es no», llegó el bloqueo, y ahora acusa a la oposición de bloquear. Vivimos una situación surrealista, en la que se miente con un cinismo que parece irreal.
Pero, aunque esa conducta va a ser más difícil de sostener desde el Gobierno, sus socios no deberían estar muy tranquilos: el día menos pensado, el «insomnio» puede regresar a la Moncloa, y encontrarse Iglesias y compañía fuera de sus sillones ministeriales de la noche a la mañana. Con la actual aritmética parlamentaria, hoy resulta impensable una moción de censura y, así, Sánchez podría considerar que, ya investido, no les necesita, y quiera dormir a pierna suelta. Lo que afirmo puede parecer imposible, pero, ¿alguien imaginó alguna vez que sería posible un Gobierno de estas características? Este Gobierno pasará, Sánchez pasará…, pero quedará el relativismo que se ha instalado en su manifestación más cínica, y que ha convertido a la política en un ejercicio en el que todo vale para conseguir el poder. Ese daño moral y social es irreparable: La verdad y la mentira han dejado de existir con Sánchez.
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