PSOE
Tomás Gómez: El desarrollado estómago de Sánchez
Si hay algo que no se puede ocultar en política es la debilidad y a Pablo Casado y Pedro Sánchez se les ve a la legua que no están demasiado fuertes.
En el caso del popular, después de algún intento de reafirmar su autoridad, con sacrificios gratuitos, como el de Alfonso Alonso, queda en entredicho su liderazgo por los atropellos constantes de Cayetana Álvarez de Toledo.
Las salidas de tono de la portavoz, repleta de aires de superioridad, ni benefician al PP, ni desde luego consolidan a Casado, sino todo lo contrario, porque ponen de manifiesto que no consigue controlar ni el discurso político de su partido, cosa que hace impensable que lo pueda hacer con la acción política.
Altanera, prepotente y consentida, cada vez que abre la boca es para ofender a alguien. El líder popular se ha empeñado en enterrar toda voz crítica por moderada que esta fuese.
Pero, ahora, el error de Álvarez de Toledo ha sido de mucho calado y Casado se encuentra con la necesidad de defenestrar a su portavoz o, de lo contrario, caer con ella.
Nadie aguanta un pulso con un grupo de comunicación de la envergadura de Atresmedia y si el líder popular tiene el mínimo instinto de supervivencia, la portavoz tiene los días contados.
El problema de Sánchez no es muy diferente. El socialista ha ejercido puño de hierro dentro del PSOE para afianzarse, pero fuera de él, no está demostrando tener músculo suficiente para frenar a sus socios.
ERC son los malcriados de entre los socios del PSOE, pero Podemos viene haciendo pinitos para arrebatar tan dudoso honor a los independentistas. La última fricción se ha producido a cuento de la ley de libertad sexual.
Los podemistas tienen un serio problema para gobernar de acuerdo a las leyes y los procedimientos de un Estado de Derecho, pero muestran prepotencia y terminarán generando un problema serio al gobierno en su conjunto.
Ha resultado sorprendente la falta de ponderación que han demostrado sus dirigentes, llamando “machista frustrado” al ministro de Justicia por boca de Pablo Iglesias o Pablo Echenique acusándole de “machote”.
Su estrategia es bien sencilla, con polémicas como esta van comiendo terreno a los ministros socialistas que están más preocupados en apagar los incendios que en defender sus posiciones. Si realmente el borrador de ley es insolvente, no deben consentirse las agresiones verbales a quién es socio minoritario en el gobierno.
En las coaliciones, los que pierden las elecciones tienden a comportarse como si las hubiesen ganado y, como no se sepa dirigir el gabinete, terminan dominándolo. Sánchez debe dar un golpe de mano, porque aunque Iglesias está demostrando que es más listo, en realidad, tiene menos poder.
Dentro de poco hay elecciones en Cataluña, en Galicia y en Euskadi, lo previsible es un nuevo batacazo de Podemos. En esas circunstancias deberían vacunarse contra la soberbia. Sánchez no admite un pero a otros dirigentes de su partido, aunque como presidente no ha habido otro con un estomago más desarrollado.
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