Andalucía

Los otros “Fernando Simón”: así han luchado contra el coronavirus los consejeros de Sanidad

Porque no todo se reduce a Simón, son muchos los que han tenido que rendir cuentas ante la opinión pública, con el desgaste que eso suponía. Estos son algunos de ellos

Cuando Fernando Simón se coloca tras el atril para dar cuenta cada día del avance de la pandemia ya sabremos que habrá noticia, y no solo en materia sanitaria. Las comparecencias del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad le han servido de plataforma involuntaria hacia la fama, muy a su pesar, según él mismo lamenta. Su tono pausado, sus cejas pobladas, sus gestos, sus frases y hasta su carraspera forman ya parte de la cultura popular que ha hecho de él un icono estampado en camisetas y “merchandising” vario.

Simón será el más popular, pero no el único. Como él y desde que comenzó la escalada de contagios y muertes por coronavirus en el mes de marzo, los consejeros de Sanidad de las distintas comunidades autónomas han comparecido también ante los medios de comunicación para dar cuenta del avance del virus e informar de medidas no siempre populares. Cada uno a su estilo.

Valencia: la sargenta “Esterhaus”

El de la consejera de Sanidad de la Comunitat Valenciana, Ana Barceló, es uno de los más peculiares. Abogada y militante del PSPV-PSOE, esta alicantina es también reservada y, hasta hace unos meses, poco mediática. De hecho, el número de ruedas de prensa que había ofrecido desde que sustituyó en el cargo a la defenestrada Carmen Montón se podían contar con los dedos de la mano. El covid-19 la empujó ante los micrófonos, primero en una sala abarrotada y luego, a través de videoconferencia.

Como si de la sargenta Esterhaus de la sanidad valenciana se tratara, las arengas con las que Barceló finaliza sus ruedas de prensa ya se han convertido en un clásico. “Mucho ánimo. Vamos a por este día y vamos a ver si nos lo comemos” fue una de las más comentadas. “Cuídense, cuidémonos. Sigan con buen ánimo porque esto lo vamos a superar juntos”, dijo otro día. “Por favor, cuídense. Prométanmelo, ¿vale?”, suplicaba un lunes. “Sin periodistas no hay democracia” nos recordaba el 1 de mayo. O aquella bronca a los más jóvenes a los que recordó la obligatoriedad de cumplir con las normas de distanciamiento. “Esto no es una película de ciencia ficción. Las personas que fallecen cada día son muy reales”.

Murcia: “juntos, saldremos de esta”

El consejero de Salud de la Región de Murcia, Manuel Villegas, tras un mes gestionando la crisis del coronavirus, confesó a los medios que lo primero que pensó tras desatarse la pandemia fue en ponerse “la bata blanca” el primer día en que se detectó un contagio en la Comunidad, e irse a Urgencias a apoyar a sus compañeros. “Cada uno tiene que estar en el sitio que le ha tocado”.

De carácter sobrio, doctor en Medicina y Cirugía y especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y en Cardiología, ha sabido trasladar con sencillez y sin dramatismo las cifras de contagios que día a día iban aumentando, siempre lanzando un mensaje de esperanza. “Juntos saldremos de esta”. Más médico que político, ha alabado la gestión de sus compañeros y ha conocido de primera mano las carencias que el Servicio Murciano de Salud ha tenido en cada momento. “Lo importante no es quien está aquí, sino el equipo que hay detrás”.

Andalucía: lágrimas por los caídos y gráficos

El consejero de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre, contaba con la experiencia previa de la crisis de la listeriosis a la hora de abordar la gestión del coronavirus. Aguirre es una máquina de dar titulares ante los medios por su cercanía y carácter campechano, ha venido salvando las comparencias de urgencia sin estridencias, también en el Parlamento andaluz. El consejero se ha servido de gráficos para ilustrar la evolución de la curva de afectados y fallecidos. Su momento más llamativo puede ser tras la muerte de un médico rural de Córdoba, amigo personal del consejero y especialidad de la que procede el alto cargo. Aguirre rompió a llorar literalmente cuando contó la llamada a la familia de la víctima.

Aguirre ha estado muy expuesto ante los medios -con la salvedad de que las ruedas de prensa han sido telemáticas-, con comparecencias a diario y en sede parlamentaria. Otro de los puntos de equilibrio del consejero ha sido con la relación con el mando único, tratando de hallar un punto medio entre la lealtad institucional y la exigencia por la falta de respuesta y medios por parte del Gobierno central. También ha tenido que lidiar con dimisiones como la del gerente del hospital Macarena, aludiendo a “motivos personales” tras su salida después de que los sanitarios denunciaran que no se les permitió utilizar material de protección al inicio de la crisis sanitaria.

Castilla y León: “Por favor, cuídense”

Desde que comenzara la pandemia, la consejera de Sanidad de la Junta de Castilla y León, Verónica Casado, ha hecho más intervenciones que nadie del Gobierno autonómico, lo que llevó a preguntar por su salud y estado de ánimo en una de sus ruedas de prensa. Con la mejora de los datos epidemiológicos sus salidas diarias y telemáticas se han visto limitadas a dos por semana, martes y jueves, y ya de forma presencial aunque con un denominador común, su capacidad para explicar la situación de la Comunidad de la forma más didáctica posible.

Para ello ha hecho uso de mapas, gráficos e infografías, mostrándolos en grandes cartelones ante las cámaras, y de algunas frases repetidas hasta la saciedad que han calado entre la población y se han llegado a escuchar en conversaciones casuales, como la ya reconocida “No hay mejor mascarilla que la distancia de seguridad ni mejor guante que el lavado de manos”. Unas coletillas amables que han conseguido hacer de ella un personaje querido que también ha recibido críticas por su fuerte cautela, que, no obstante, ha permitido que Castilla y León pase de ser la primera región en incidencia del virus a la décima.

Cataluña: la decisión más difícil

Una de las decisiones más difíciles que Alba Vergés ha tomado durante la gestión de la pandemia en Cataluña y, probablemente, en su carrera política, fue confinar Igualada. Porque la consellera de Salud de la Generalitat de Cataluña nació hace 42 en esta localidad de la Cataluña Central. Allí tiene a sus padres, a su marido y a sus hijos, Nil y Anhel. La pequeña no llegaba al año y medio cuando el 13 de marzo tuvo que elegir entre confinarse con ella y su familia o quedarse en Barcelona al mando de la crisis de la COVID-19. Eligió lo segundo.

Esta vez, la consellera ha estado al frente. A Vergés le ha tocado relatar una historia que no había imaginado en la que la enfermedad, la soledad y la muerte han sido el hilo conductor. Habrá tiempo para analizar qué ha pasado con la gestión de las residencias de la que se tuvo que hacer cargo su departamento en el pico de la pandemia, de revisar los cálculos de los recuentos de contagios y fallecidos que tantos rifirrafes le han traido con Fernando Simón, o la gestión de los test y los rastreadores.

El sistema de salud catalán contaba con 613 camas de UCI, pero durante la pandemia este número se triplicó hasta casi 1.600. Lo que no secunda Vergés es la tesis de su compañera de gobierno, la portavoz, Meritxell Budó, que llegó a decir que en una Cataluña independiente hubiera habido menos fallecidos. Es un ejemplo más de la mala relación entre ERC, el partido de la consellera de Salud y JxCAT, la coalición de la portavoz