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Bildu rentabiliza en las urnas su papel en Madrid

Cinco escaños clave sin condenar la violencia. Los batasunos tratan de mostrar que son cruciales en el Congreso para lograr compensaciones sociales o económicas para el País Vasco

El coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, durante el mitin con el que la coalición ha dado comienzo a la campaña de las elecciones autonómicas vascas del próximo 12 de julio
El coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, durante el mitin con el que la coalición ha dado comienzo a la campaña de las elecciones autonómicas vascas del próximo 12 de julioDavid AguilarEFE

No deja de sorprender la rapidez con la que EH Bildu, herederos de Batasuna, están siendo admitidos en la sociedad. Tras el fin del «proceso de paz» da la sensación de que estamos en el «proceso de blaqueamiento» de una organización política que no condena el terrorismo de ETA y que tampoco es capaz de condenar las agresiones contra las sedes de formaciones políticas e incluso ataques al domicilio de la líder socialista en el País Vasco, Idoia Mendia.

La formación que encabeza el histórico dirigente de Batasuna, Arnaldo Otegi, es la segunda fuerza política en el Parlamento vasco con 18 escaños y, según la encuesta de NC Report para LA RAZÓN, podría mejorar su resultado en las eleciones del próximo 12 de julio. Además, los independentistas cuentan con cinco escaños en el Congreso, que les da visibilidad a nivel nacional pese a que siguen sin renunciar a los antiguos elementos de la “kale borroka” para intimidar a quienes consideran sus enemigos. Por si el altavoz que les da la Cámara Baja no fuera suficiente, la decisión del PSOE y Unidas Podemos de firmar un pacto con los independentistas vascos por el que se comprometen a derogar en su integridad la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy contribuye, todavía más, a blanquear a la formación y normalizar su presencia en el debate político, pese a que sus dirigentes tienen una deuda con la sociedad vasca y española que es reconocer y pedir perdón por el daño causado en el pasado y ese paso todavía no lo han dado.

Es precisamente su protagonismo en Madrid lo que estaría catapultando a la formación a la segunda fuerza más votada del parlamento vasco, que le convertiría, según las encuestas, en el líder de la oposición vasca. Según explica el experto en comunicación y profesor de la Universidad Camilo José Cela, Eduardo González Vega, los independentistas «están haciendo valer el papel relevante que están jugando ahora en el parlamento nacional. Seguramente, el protagonismo que le ha dado la participación en el acuerdo para derogar la reforma laboral es un activo que está vendiendo la formación muy bien en esa previa que había en la campaña electoral».

No en vano, que los miembros de la coalición gubernamental decidieran dar la baza de una decisión de tanta trascendencia al independentismo vasco fue sorprendente para los agentes sociales y el resto de formaciones que forman parte del arco parlamentario. Además, su apoyo al Ingreso Mínimo Vital permitió volvió a colocar a los aberzales al mismo nivel que el resto de las formaciones.

No obstante, el apoyo de los independentistas al gobierno de Sánchez ya viene de antes. En 2009, los de Otegi fueron trascendentales para la convalidación de seis decretos sociales en la Diputación Permanente del Congreso a pocos meses de las elecciones del 28 de abril. Este nuevo protagonismo les está situando, en cierto modo, al mismo nivel que el PNV, partido que históricamente ha sabido sacar rédito de la debilidad de los gobiernos nacionales con su apoyo y coloca, así, a la capital en el otro campo de batalla de las dos formaciones.

Además, Bildu se vería reforzado por el hundimiento que pronostican las encuestas de Podemos. «Hay nuevos votantes jóvenes que pueden simpatizar más con Bildu, sin tener en cuenta, ciertas cuestiones del pasado. El tiempo juega a favor de la formación»,asegura González Vega. De hecho, los números dan pie a una alianza que hace cuatro años parecía inviable: un tripartito de EH Bildu, Podemos y PSE, Sería un suicidio para el PSE pero en política todo es posible.