COVID

El general Galindo, internado en una UCI por coronavirus

Los médicos que le atienden han optado por someterle a un coma inducido para el mejor tratamiento de lka enfermedad

Enrique Rodríguez Galindo. (Foto de ARCHIVO)04/10/2013
Enrique Rodríguez Galindo. (Foto de ARCHIVO)04/10/2013..

El general de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo, se encuentra internado en la UCI de un hospital de Zaragoza aquejado de coronavirus. Ingresó hace unos quince días y hasta ayer se había mantenido en planta, según medios próximos a la familia, que preferían mantener el asunto en un ámbito de discreción y que reciben en estos días constantes muestras de apoyo de compañeros y amigos.

Los médicos que le atienden, dada la afección coronaria que padece, han optado por someterle a un coma inducido con el fin de realizar un mejor tratamiento de la enfermedad.

Galindo es uno de los referentes de la lucha contra la banda terrorista ETA desde el cuartel de Inchaurrondo, en San Sebastián, al que llegó como comandante en 1980 para hacerse cargo de labores de Tráfico y pasar al Servicio de Información, unidad que mandó hasta que fue ascendido a general.

Ese año, junto con el anterior, forman parte de los llamados “años de plomo”, con balance aterrador de víctimas causadas por ETA. No era infrecuente que en el entierro de un fallecido se recibiera la noticia de un nuevo atentado.

Eran años de pesimismo entre las autoridades de la Nación ante lo que se creía una organización criminal a la que se consideraba poco menos que invencible. Sin embargo, Galindo al frente de sus hombres y con el principio claro de la “voluntad de vencer” iniciaron un trabajo, silencioso y constante, que con el paso de los años daría sus frutos.

Había poblaciones en las que, además del “comando” de ilegales (fichados) que actuaba en la zona, existían varias células de “legales” (no fichados) en cada localidad. El trabajo que había que abordar parecía imposible, pero se logró.

Son muchas las operaciones que dirigió Galindo, pero cabe destacar algunas por su especial importancia:

--Desarticulación, en 1984 del “comando Donosti” y la detención de 34 terroristas, entre los que se encontraba su jefe, Jesús María Zabarte, “Carnicero de Mondragón” y “Garratz”, autor de 20 atentados y 17 asesinatos. Se trató de una operación de información pura y el seguimiento, durante tiempo, de varios indicios que llevaron hasta el piso donde se escondía la célula. Dos de los etarras murieron, pero Zabarte, que se había escondido tras un espejo, optó por entregarse en calzoncillos. Su declaración, extensa y pormenorizada, permitió conocer con todo detalle la estructura de la banda en Francia, nombre de los jefes de cada uno de los “aparatos”, sistemas de funcionamiento. El Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC) había dado un paso de gigante al tiempo que dejaba fuera de funcionamiento una de las células más peligrosas y sanguinarias.

--Desarticulación en 1987 del “comando Gohierri” y detención de José Antonio López Ruiz, “Kubati”. La llamada operación “Akaitz”,el nombre del hijo de la cabecilla etarra Dolores González Catarain, “Yoyes”, en cuya presencia fue asesinada por este individuo, fue un prodigio de ingenio y de trabajo. Por investigaciones realizadas en Inchaurrondo, se supo que uno de los “laguntzailes” (colaboradores) de la célula iba a recibir una llamada de “Kubati”. No había entonces teléfonos móviles y los etarras utilizaban las cabinas. Galindo ordenó controlar todas las que había en la provincia de Guipúzcoa y, en una de ellas, fue capturado cuando hacía la citada llamada. Su declaración, también extensa, sirvió para esclarecer varios crímenes y obtener valiosa información sobre ETA.

--Comando Eibar. La desarticulación de esta célula tuvo una gran importancia en sí misma. pero fue capital para otras operaciones que se desarrollaron después, entre ellas la de Bidart. Los integrantes de la célula se encontraban escondidos en el piso de un laguntzaile, Luis Casares Pardo, en Placencia de las Armas, hoy Soraluce, y, según todos los indicios, no tuvieron un comportamiento adecuado con su mujer y su hija, lo que le llevó a ponerse en contacto con las autoridades, en concreto con Galindo, para indicarle donde estaban los pistoleros . La operación de captura fue complicada porque ETA había anunciado una y tregua y la Guardia civil de Inchaurrondo estaba atada de pies y manos. Los agentes lograron, en cualquier caso, que los etarras no pudieran acudir a la cita con un camión que los iba a llevar de vuelta a Francia. El SIGC habá logrado el círculo completo. Un colaborador dentro de ETA, el “comando”, que fue desarticulado y el medio de transporte con el que pasaban la frontera. Galindo dejó que Casares “escapara” a tierra gala y allí jugó un papel importante.

-- Comando Araba. En septiembre, el camionero fue a recoger a los integrantes de esta célula, que fueron interceptados en el peaje de Fuenterrabía. Pese a que se les conminó a que se entregaran, sólo lo hizo uno, Juan Carlos Arruti, “Paterra” y los otros dos murieron en el tiroteo o víctimas de sus propias bombas. La declaración de Paterra, extensísima, permitió aclarar numerosos atentados.

Mientras, Casares seguía en Francia y Galindo, con la sola escolta de su chófer, acudía a entrevistarse con él a un pueblecito cercano al Santuario de Lourdes. Era un hombre sencillo, que no quería coger todo el dinero con el que el Estado español quería premiar su labor y que daba muchas informaciones, cuyo valor desconocía; entre ellas, la cita de un “comando” en formación, que preparaba una fuga de etarras, con el entonces jefe del “aparato político”, José Luis Álvarez Santacristina, “Txelis”. La pista para dar con la cúpula de ETA, de la que también formaban parte Francisco Múgica, “Pakito”; Y José Arregui, “Fiti”, estaba en manos de la Guardia Civil y fue cuestión de tiempo que se diera con ella.

--Operación de Bidart, marzo de 1992. ETA planeaba una serie de atentados para enturbiar los acontecimientos que iban a tener lugar ese año en España, entre ellos los Juegos Olímpicos y la Expo. Tras semanas de seguimiento de “Txelis”, la Guardia Civil consiguió centrar a la cúpula en el caserío Xilocan de Bidart y la Policía Judicial francesa pudo detenerlos. Era el comienzo del final de ETA.

Hubo otras muchas operaciones dirigidas por Galindo. En 2000 fue condenado por, según decía la sentencia, haber ordenado el secuestro y asesinato de los etarras Lasa y zabala. Él siempre defendió su inocencia y, cómo preguntó en el juicio, ¿quién nos ha visto torturar, quién nos ha visto matar?. Nadie contestó. Se le privó de una de las cosas que más amaba, su uniforme, su condición de militar. Pese a una masiva petición de indulto, la pena se mantuvo. El premio a tantos años de trabajo para velar por la paz y seguridad de todos los españoles.

Galindo defendió un final dialogo con ETA cuando la banda, gracias a las operaciones policiales, hubiera estado reducida a la mínima expresión, sin ninguna operatividad, para dar una salida al problema. Él mismo se entrevistó con algunos dirigentes etarras, como Domingo Iturbe, “Txomin”. Al final, se logró vencer operativamente a la organización criminal, pero las cosas se hicieron al revés. Se ofreció el triunfo a su brazo político y los resultados son hoy de todos conocidos.

Ahora le toca luchar contra una enfermedad que ha afectado a tantos otros españoles.