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Sánchez se juega la estabilidad
El resultado de las elecciones catalanas marcará el futuro de las alianzas con ERC en el Congreso. Las formaciones independentistas se ponen en manos de la desmovilización para decidir el liderazgo
Los independentistas fracasaron en su estrategia de ruptura, pero en estas elecciones confían en que una abstención muy alta les permita sumar para retener la Generalitat. E incluso sumar más del 50 por ciento de los votos, lo que no fue posible en los comicios autonómicos anteriores.
Su principal fortaleza está en la desmotivación del voto constitucionalista. Un patrón que se repite en las elecciones autonómicas, a diferencia de las generales, y que en este caso se puede ver agravado por el miedo al contagio en las urnas. Al independentismo le ayuda que su poder en escaños haya impedido siempre que Cataluña tenga una ley electoral propia que reparta con más igualdad los 135 escaños de la Cámara Legislativa, en lugar de que sigan primando circunscripciones que les favorecen, Gerona y Lérida, frente a Barcelona y Tarragona.
Hay miedo a votar, hay cansancio del «procés» y la abstención será muy asimétrica, con una demoscopia que apunta a que se llega al día de la votación con una cifra de indecisos que supera el 22 por ciento. Todo esto en su conjunto hace que Cataluña se enfrente hoy a sus elecciones más inciertas, y el Gobierno de Sánchez a una amenaza seria para su pacto de investidura y para su estabilidad parlamentaria. Sánchez está en manos de la posición en la que quede su socio republicano y de la mayor o menor dependencia de éste de la formación de Carles Puigdemont.
De aquel tripartito que apuntalaron en Moncloa como el idílico escenario a ejecutar en Cataluña, en un plan de gobierno a gran escala nacional, los mismos interlocutores pasaron a plantear la hipótesis de un Gobierno del ex ministro Salvador Illa en solitario, y, por último, a temer que una nueva mayoría independentista obligue a Sánchez a explorar la ecuación de la incompatible alianza con Ciudadanos y Podemos. No habría otra alternativa si ERC deja de colaborar en el Congreso por la política catalana. Si Vox y la CUP crecen en el Parlamento catalán, la tensión hará todavía más difícil los acuerdos allí y, sin duda, en Madrid.
Las urnas pueden llevar a un escenario de repetición electoral en una Cataluña en la que sus partidos no han sido capaces de aparcar la pelea soberanista para centrarse únicamente en la gestión de la crisis sanitaria y económica. Así, el independentismo ha firmado en campaña un acuerdo excluyente sobre a quién no deben investir nunca como presidente de la Generalitat, al socialista Illa, pero no han dado muestras de que sean capaces de llegar a un entendimiento sobre la futura gobernabilidad.
Las encuestas de última hora han dado aire a la posibilidad de un nuevo Gobierno independentista. Pero para Sánchez es muy diferente que la victoria sea de ERC, y el presidente Pere Aragonès, a que la primera posición sea para JxCat y la Presidencia para Laura Borrás. Este último escenario es el más complicado para Moncloa: con ERC en el Gobierno de la Generalitat, en Madrid todavía aspiran a poder seguir gestionando los acuerdos con intercambios en materia económica y que afecten a la reconstrucción de la economía catalana, además de los prometidos indultos a los líderes condenados por el procés.
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Cataluña llega a esta jornada electoral con mejores datos de la pandemia de lo que preveía el departamento de Salud de la Generalitat. pero con la economía en la UCI y no sólo por los efectos de la crisis sanitaria, sino también por las secuelas del desgobierno. Empresarios y sindicatos reclaman consensuar políticas básicas y acelerar la aprobación de los Presupuestos. Desde 2018, la economía catalana ha cedido el primer puesto en el conjunto de la economía española a la Comunidad de Madrid. Y esto explica por qué el PP ha «tirado» de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en campaña para intentar dar la vuelta al escenario catastrófico que le auguraban los sondeos.
El centro derecha libra su propia batalla en clave nacional en estas elecciones, con una división de siglas que no tendrá rectificación al menos hasta después de una nueva convocatoria general. De hecho, estos comicios han certificado la defunción del eslogan de España Suma y servirán para testar la temperatura del pulso entre PP y Vox, del que depende el liderazgo del principal partido de la oposición.
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