Cs-PP
Rivera planta a Ciudadanos por Casado en su convención
El «padre fundador» del partido naranja no arropará a Arrimadas en el relanzamiento del partido en julio pero estará en unas jornadas con el PP
La dirección de Ciudadanos (Cs) fía su suerte a la convención que han convocado en julio para relanzar el proyecto naranja, después de los malos resultados electorales que obtuvieron en Madrid y Cataluña.
Fuera de la agenda oficial dejan el debate sobre la fusión con el PP, que siguen, sin embargo, instigando desde la cúpula popular. En cierta manera, la suerte de Inés Arrimadas y de su equipo depende de si son eficaces a la hora de resucitar, en los próximos meses, «su proyecto liberal y de centro». Los precedentes y el contexto político juegan en contra.
Arrimadas no tendrá en esta convención el apoyo del «padre» del proyecto naranja: Albert Rivera no asistirá al cónclave en el que se juega su suerte el partido que fundó. Los hechos son que en los últimos meses no ha tenido ni una palabra de apoyo para el equipo que le relevó, después de su dimisión forzada por su fracaso en las últimas elecciones generales.
Mientras, en su entorno sí airean, en privado, que está molesto con la estrategia de Arrimadas, y desde el lado del PP trascienden las informaciones que apuntan a que el ex líder de Cs colabora con ellos en la operación de doblar el pulso a la resistencia de Arrimadas a dejarse absorber por Pablo Casado.
Rivera no se hará la foto con Arrimadas para prestarle su apoyo, pero sí se dejará ver en ese mismo mes con dirigentes del PP en un curso sobre prensa y poder que se celebrará en Castilla y León, y al que asistirá el presidente del PP, Pablo Casado, y el presidente de la Junta de esta comunidad autónoma, Alfonso Fernández Mañueco.
Desde el PP también extienden la idea de que cuentan con Rivera para la Convención Nacional que ellos celebrarán en otoño. En esta Convención, Casado pretende dar un impulso a su proyecto de reunificación del centro derecha, y, en el plan en el que ya trabajan en Génova para escenificar una vez más el mantra de la apertura del partido, la presencia de Rivera sería un gran golpe de efecto para la estrategia de la cúpula popular.
La Convención de julio fue uno de los escudos de los que echó mano Arrimadas para sortear el golpe de las elecciones del 4-M y la desaparición de su partido de la Asamblea de Madrid, donde hasta entonces ocupaba 26 escaños y formaba parte del Gobierno de la Puerta del Sol.
La difícil situación que atraviesa la formación naranja ha llevado a que la convención se vincule con un posible proyecto de refundación tras los reveses electorales.
Desde el entorno de Rivera sostienen que «Cs no tiene más futuro político que aceptar su absorción por el PP», y que cuanto más se retrase la decisión, «más difícil será el encaje de Arrimadas en el proyecto y su continuidad en la vida política». «Y menor será el precio que pueda pedir Cs para gestionar la pérdida de autonomía».
Este razonamiento coincide con el que hacen en las filas populares. Los tropiezos electorales y la debilidad orgánica de Ciudadanos llevan a que en el PP sostengan que los cargos naranjas «cada vez valen menos», y que después del resultado electoral de Madrid, la dirección del partido debería centrarse «en el liderazgo de Casado y en diseñar una alternativa sólida en vez de seguir abriendo espacios a cargos de una formación que está ya amortizada».
Tras el golpe del 4-M la líder de Cs evitó dimisiones y convocó la Convención para mantener a flote a Ciudadanos, con Edmundo Bal, candidato en las elecciones de Madrid, como su hombre fuerte al frente de la Secretaría General del partido. La líder naranja tiene el control del grupo parlamentario, pero no la lealtad de todas las organizaciones territoriales, y aunque ahora pueda seguir sosteniendo al partido, el problema puede agravarse cuando se aproximen las próximas elecciones autonómicas y municipales porque éste puede ser el momento de la gran estampida de cargos naranjas para irse a las listas del PP.
A nivel territorial esto genera también importantes tensiones dentro de la organización popular, como ya se vio en el País Vasco, donde incluso provocó la caída de la dirección regional por oponerse a la estrategia de Génova.
En Cataluña, el PP catalán frenó que se aplicase esa misma política. Y desde las baronías se posicionan ya preventivamente contra la orden de Génova de abrir hueco a «peones» naranjas.
En la estabilidad de Arrimadas hasta llegar a las próximas elecciones influirá lo que hagan en el entorno de Rivera en contra de la actual dirección de Cs.
La OPA hostil cuenta en su diseño con quien fuera mano derecha de Rivera cuando estaba en la Presidencia de Ciudadanos, Fran Hervías.
Y en esta operación de absorción, Génova ha empezado a contar con el bufete que preside Rivera para redactar sus recursos de inconstitucionalidad y hasta ha incorporado a unos de los últimos fichajes de Rivera, el ex ejecutivo de Coca Cola Marcos de Quinto, para que colabore con el Grupo Popular en cursos de formación.
En Ciudadanos dicen que «Arrimadas está dispuesta a seguir peleando», y califican de «desleal» la actitud de Rivera desde que abandonó la dirección del partido. «No sólo no ayuda, sino que pone piedras en el camino.
Cuando estamos donde estamos por culpa de sus decisiones», afirman en la organización andaluza naranja.
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