Análisis

Bipartidismo 2.0

PSOE y PP se recomponen para 2023 aupados por el declive de sus «partidos satélites»

En este país binario, ese que Antonio Machado reseñaba como las dos Españas, todo (o casi todo) se mide según el lado del espejo en que uno se sitúe. Resulta, pues, extraordinariamente paradójico el viaje de los últimos siete años por los caminos del multipartidismo y los matices ideológicos, que ha terminado dividiendo hasta la parálisis, en varias ocasiones, al arco parlamentario español. La brújula electoral, con las últimas citas con las urnas, y la demoscópica, con encuestas y sondeos, han empezado ya a marcar nuevos rumbos: con destino, quizá, al bipartidismo perdido. Cumpliendo esa máxima filosófica de que los ciclos vitales se extienden siete años, el que empezó en 2014, con la irrupción de la llamada «nueva política», entraría ya de lleno en el periodo de cambio. Aunque los partidos que rompieron la plácida dicotomía política, Podemos, Ciudadanos y Vox, atraviesan cada uno sus propias travesías por el desierto, sí comparten la pérdida o, al menos, el estancamiento de apoyos de manera significativa transformando el horizonte político.

Las citas de otoño

El desgaste de estas formaciones, por decisiones estratégicas cuestionables o por falta de la suficiente solidez en estructuras territoriales (o por estos motivos y otros tantos), alcanzó su punto máximo en las elecciones de Madrid. Desde ese momento, lo que era una incipiente tendencia se ha ido consolidando en eso que los expertos demoscópicos llaman cambio de ciclo: PSOE y PP recuperan apoyos mientras ellos los pierden. Pese a la evidente volatilidad de la política española, que reduce a vaticinio cualquier análisis basado en datos concretos, la evolución en los gráficos de los estudios de opinión apunta al aumento de la decepción y la desconfianza de los ciudadanos hacia un modelo político con muchos partidos, en apariencia más plural, pero que no ha dado respuestas reales a sus necesidades. Y esta circunstancia, o este demérito ajeno, es aprovechado por PSOE y PP para afrontar una especie de fase de rearme, de toma de posiciones y preparación de fuerzas durante este otoño de cara al próximo ciclo electoral que comenzará con las autonómicas y municipales de 2023. Un margen, insólito por extenso, que permite a los dos grandes partidos intentar la recuperación de los espacios tradicionales de la socialdemocracia y el centro derecha, respectivamente. Ambas formaciones han elegido Valencia y octubre (los socialistas con su 40 congreso federal y los populares con su convención nacional) como punto de partida para engrasar su maquinaria y tratar de recuperar algo de aquellas mayorías que abrían la puerta a gobiernos más cómodos que los actuales. Y lo hacen con realismo. Una lectura certera de la sociedad de 2021 en las salas de máquinas de PSOE y PP lleva a la conclusión de que las viejas y amplias victorias ya no son posibles, sino que se abre una etapa distinta de bipartidismo. Hoy nos llevaría al género de la ciencia ficción reproducir un resultado electoral como el de 2008, cuando acumularon un porcentaje de casi el 85 por ciento del voto; más increíble resulta aún si lo comparamos con el menor apoyo de la historia que se redujo al 45,38 por ciento en abril de 2019.

Más imperfecto

Tras una ligera remontada en noviembre de 2019 (alcanzaron el 48,8 por ciento de los sufragios, rozando la mitad de los votos), los últimos sondeos apuntan a un crecimiento, paulatino pero firme (la última encuesta de NC Report para este diario ya eleva la suma de ambos al 55,4). Y esa constancia del respaldo, unida a la pérdida de confianza en las siglas que han sido su competencia directa y han minado su hegemonía durante los últimos años, insuflan ánimos entre socialistas y populares y les dan el suficiente impulso para encarar la segunda parte de la legislatura: buscando activar su ingente estructura orgánica.

Y, como consecuencia de esos estímulos internos, comienza la recomposición del bipartidismo. En un país heredero de la tradición turnista del siglo XIX, en el que el multipartidismo puede limitarse a mero elemento coyuntural, el repunte de los dos grandes partidos perfila su vuelta a reconquistar posiciones. PSOE y PP afrontan el inevitable cambio conscientes de que deben actualizar el modelo para evitar reproducir errores, aunque lo hacen con todas las incógnitas sobre cómo compartir parte de su espacio con otras formaciones que se reducen, pero no desaparecen. Llega el bipartidismo 2.0: más imperfecto y matizado.