El personaje

Adriana Lastra, la heroína destronada

Algunos críticos apuntan que la exportavoz se suma «al club de los caídos» de Sánchez

Ilustración Adriana Lastra
Ilustración Adriana LastraPlatónLa Razón

Acaba de engrosar la lista de damnificados por Pedro Sánchez. Sin parpadear un segundo, el líder socialista está en fase de liquidación, uno por uno, a todos aquellos que le arroparon en sus difíciles momentos y le auparon a la Secretaría General del PSOE. Todos ellos le fueron leales y ejecutaron los trabajos sucios que salvaguardaban al presidente. Iván Redondo, todopoderoso «gurú» de La Moncloa, ejerció como «fontanero» implacable ante los poderes económicos y mediáticos, y hasta dijo estar dispuesto a «tirarse por un barranco» por su jefe.

Carmen Calvo le sacó el cadáver de Franco, jaleó al feminismo radical y perpetró una impresentable mal llamada Ley de Memoria Democrática. Juan Carlos Campo se tragó el sapo del informe jurídico sobre los indultos de los líderes del «procés». José Luis Ábalos maniobró en todas las federaciones del partido a su favor y cortó cabezas críticas. Pero fue tal vez Adriana Lastra, a quien no se conocen estudios, profesión ni vida laboral, la que trabajó a destajo la militancia para que Pedro venciera en las primarias a su rival, Susana Díaz. Todos son ahora víctimas de Sánchez y, según varios dirigentes socialistas, no serán los únicos en caer bajo el yugo aniquilador de un hombre obsesionado con el poder absoluto a toda costa.

Fiel a su estilo, por sorpresa, y sin una pizca de generoso gesto por los favores prestados, la asturiana Adriana Lastra fue cesada esta semana como portavoz del grupo socialista en el Congreso. Ella se veía venir la tostada, por lo que mantuvo un encuentro con el presidente en Moncloa y orquestó un mensaje de que más que un cese, era trasladada a Ferraz para centrarse en los preparativos del 40 Congreso del PSOE, previsto el próximo mes de octubre en Valencia.

Pero lo cierto es que Lastra llega a la sede del partido como segundona del navarro Santos Cerdán, nombrado Secretario de Organización el pasado julio, cuándo José Luis Ábalos abandonó el gobierno y todas sus tareas en el partido. Cerdán fue quien negoció con los filoetarras de Bildu el actual gobierno de la Comunidad Foral que preside la socialista María Chivite y, por el momento, goza de la confianza de Sánchez, al menos hasta el Congreso dónde el gran líder pretende «hacer una barrida» de la actual Ejecutiva Federal.

«Ha puesto en marcha el club de los caídos», dicen con ironía algunos críticos, muy pocos, que se atreven a censurar las decisiones y modos de un presidente cesarista que diseña un gobierno, un partido y un grupo parlamentario totalmente a su medida. «La sangría está en marcha», advierten estas fuentes.

Adriana Lastra Fernández nació en la localidad asturiana de Ribadesella, en una familia de cinco hermanas. Su madre, Rosa Fernández, regenta una peluquería y su padre, Lorenzo Lastra, era taxista y falleció hace unos meses. Aunque en su currículum del Congreso figura con estudios de Antropología Social, lo cierto es que nunca acabó esa carrera, con una nula formación y ausencia de profesión conocida, a excepción de algún tiempo que ayudó a sus hermanas en una panadería.

Es la típica «apparatchik», afiliada desde los dieciocho años a las Juventudes Socialistas de su pueblo, dónde fue secretaria de movimientos sociales y política municipal. Vinculada siempre al partido, diputada en la Junta del Principado, conoció a Pedro Sánchez en un acto en Oviedo en 2008 y desde entonces se convirtió en una de sus más fieles escuderas. En las elecciones generales de 2015 llegó al Congreso de los Diputados y fue un duro azote del PP, con un discurso altamente sectario. «No me importa que me llamen analfabeta y dinamitera, soy roja», clamaba por los pasillos de la Cámara cuando le achacaban su escasez de conocimientos. Con un lenguaje muy ideologizado de izquierdas, protagonizó sonoras meteduras de pata como cuando dijo que el actual Código Penal «tiene doscientos años».

Lastra fue uno de los apoyos determinantes en la decisión de Pedro Sánchez de concurrir a las primarias de 2017 para recuperar el liderazgo del PSOE, jugó un papel esencial en su campaña como candidato ante las bases, fue nombrada Vicesecretaria General del partido y una de las muñidoras de la moción de censura contra Mariano Rajoy. Durante estos años ha sido el brazo fiel ejecutor de Sánchez en el Congreso, artífice de los pactos con Podemos, el PNV, sobre todo con Esquerra Republicana y Bildu, para ganar la investidura y mantenerle en La Moncloa. Todo ello parece ahora olvidado en la fría mente del líder, a quien no le tiembla el pulso para empuñar la guadaña y rebanar cabezas.

Ante el próximo Congreso de octubre prepara una auténtica revolución de caras y voces en la nueva Ejecutiva, lo que hace pensar a muchos dirigentes que Adriana no será la última víctima de esta «cacería política». Su otra conocida adhesión a la causa fue en las elecciones autonómicas de Madrid, cuando el envío de artefactos y navajas a los ministros Fernando Grande Marlaska y Reyes Maroto. «No pasarán», gritaba la asturiana en un furibundo ataque contra el PP y las fuerzas fascistas.

Muy discreta y celosa de su vida privada, sólo se sabe que tiene cuatro hermanas y está unida a sus sobrinos. Posee dos pisos en Asturias, le gusta la saga Star Wars y algunos grupos de Heavy Metal como AC/DC y Los Punsetes. En su etapa como portavoz en el Congreso ha negociado todos los pactos de Legislatura para mantener a Sánchez en el poder y mantiene amistad personal con el dirigente de ERC, Gabriel Rufián. Hasta la fecha formaba parte del «núcleo duro» del presidente y nadie adivina el por qué es ahora relevada por un perfil muy diferente, el del canario Héctor Gómez. Aunque la versión oficial es su total entrega al partido y los preparativos del 40 congreso, Adriana Lastra es hoy una heroína roja destronada, una más entre los leales lebreles del «sanchismo» en caída libre.