Toni Bolaño
Es la política de vuelo bajo, gallináceo
Increíble pero cierto. Hace un mes el Gobierno de España y la Generalitat llegaban a un acuerdo para la ampliación de El Prat. Un acuerdo que Junts pretendía cerrar a espaldas de Aragonés y solo los buenos oficios del presidente de Aena, Maurici Lucena, impidieron que todo se fuera al traste arrancando el apoyo del presidente Aragonés. La alegría ha durado poco. ERC llevaba días enredando y ayer dio espaldarazo a la manifestación convocada el próximo día 18 contra la ampliación. Era lo que faltaba para que se agotara la paciencia.
Gobernar es arriesgar, es pensar en el futuro y en el progreso. Las soluciones a los problemas son complejas, sin duda, para hay que ser atrevidos porque pensar que el futuro pasa por empequeñecerse es de miopes y Cataluña lo pagará muy caro. Salvaremos la Ricarda, una laguna artificial que podría resituarse sin demasiados problemas en otra zona del Delta del Llobregat, pero se perderá una inversión de 1.700 millones, nada más y nada menos, no se crearán miles de puestos de trabajo, la industria agroalimentaria de la zona languidecerá hasta la desaparición y el aeropuerto no será un polo de atracción internacional, y cada vez se hará más pequeño por menos competitivo.
La Generalitat con su actitud ha borrado a Barcelona y a Cataluña del mapa internacional. Han hecho el ridículo porque ha ganado el fundamentalismo y así nos va perdiendo oportunidades, sin visión ni concepto de país, sin rigor, sin criterio… Es la política de vuelo bajo, gallináceo, de pusilánimes que empequeñecen un país por miedo a tomar decisiones. Luego dirán que la culpa es de Madrit, así con t, como le gusta decir al nacionalismo catalán. Es un día triste, Cataluña ha perdido otra guerra esta vez por incomparecencia de un gobierno que no gobierna, simplemente porque no sabe.
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