Jorge Vilches

Otra podemización del PSOE

El sanchismo tendrá que hacer un discurso obrerista y feminista, con retórica anticapitalista y cierta dosis populista. No podrá pasarse en su radicalidad porque tiene el freno de la Unión Europea

La plataforma de Yolanda Díaz sigue dando pasos fundándose en el “sí se puede” podemita, el feminismo ramplón y el comunismo disfrazado de “nuevo laborismo”. Su objetivo es sustituir al PSOE como el partido “progresista” del sistema español con esta fórmula del “frente amplio” copiada de Uruguay y Chile.

No es el primer pulso que el PSOE de Sánchez libra con la otra izquierda. Ya lo hizo antes. La solución será una vez más la podemización; es decir, adoptar la dureza necesaria contra el PP, exagerar el peligro de la “ultraderecha”, y usar una retórica populista. De esta manera podrá llamar a las emociones que mueven al electorado de las izquierdas, en especial el rechazo a los otros -la alteridad democrática aún no la han asimilado-. A esto podrá sumar Sánchez el reparto arbitrario de los fondos europeos, lo cual hará que sume el pan a la demagogia.

El Presidente tiene experiencia en aguantar la competencia a su izquierda, y ahora cuenta además con el poder y el auxilio de más medios de comunicación. En las elecciones de 2016, Podemos, que soñaba con suplantar al socialismo como alternativa a la derecha, se quedó a menos de 400.000 votos de hacerlo. Eran los tiempos en que la desafección al sistema y a sus partidos era considerable y, sobre todo, no había quedado al descubierto el engaño del populismo.

El PSOE estaba muerto. Rajoy había ganado otra vez las elecciones con dos millones y medio de diferencia respecto a Sánchez. El entonces líder del socialismo quiso sobrevivir con una alianza “Frankenstein” y la Ejecutiva lo echó. La estrategia para volver fue la podemización. Aprovechó la envidia que la militancia del PSOE tenía ante el vigor y la juventud de los círculos de Podemos, y adoptó su lenguaje y virulencia. Esto le granjeó el apoyo de las bases, que depositaron sus esperanzas en tener a un líder radical. Querían a un secretario general cuyo enemigo visceral fuera el PP, la derecha que ganaba en las urnas. Utilizó para ello un eslogan simple y efectivo: “No es no”.

Se podemizó para llegar al poder. Esta es la ventaja que ha tenido siempre el PSOE en estos últimos 40 años: mientras la derecha solo piensa en gestionar bien, la izquierda centra sus esfuerzos en llegar al Gobierno como sea. En la batalla entre la gestión de la economía y la de las emociones siempre otorga más posibilidades de ganar la última.

La nueva podemización del PSOE de Sánchez es el camino más corto para atajar la amenaza del Frente Amplio de Yolanda Díaz y compañía. Sin embargo, esta vez no podrá contar con la antipatía que generaba Pablo Iglesias entre el electorado moderado de la izquierda, ni con las contradicciones que cabalgaba en Galapagar.

El sanchismo tendrá que hacer un discurso obrerista y feminista, con retórica anticapitalista y cierta dosis populista. No podrá pasarse en su radicalidad porque tiene el freno de la Unión Europea, que quiere resultados y tranquilidad, y porque Sánchez quiere recuperar el perfil socialdemócrata y españolista, perdido hace tiempo.

Este PSOE no podrá olvidar en su nueva podemización que a su derecha tiene al PP, que al igual que en 2011 puede ahora recibir el voto del electorado de la izquierda moderada que rechaza los desvaríos. Ni puede desdeñar la abstención que frecuenta el votante socialista cuando su partido no le convence. Esto ya lo sufrió el PSOE de Sánchez en las generales de 2016 y más recientemente en las autonómicas madrileñas de 2021. Llevar a su elector a las urnas, conservar la fidelidad y la continuidad, será el gran reto.

Los gestos podemitas del PSOE sanchista serán con legislación ideológica en los temas sensibles a la izquierda, como la sexualidad, la vivienda y el empleo, al tiempo que reparte dinero europeo a manos llenas. Mientras tanto, el sanchismo disfrutará del entierro político de las dirigentes de Podemos y de su secuela, Más País.