La opinión
Estrategias complementarias
Con Isabel Díaz Ayuso, el Partido Popular equilibra el tono austero de Feijóo.
Isabel Díaz Ayuso le tiene bien cogido el pulso a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Lo demostró una vez más la larga entrevista que ayer se publicó en estas mismas páginas, y en la que hizo gala, una vez más, de esa combinación de descaro y terquedad que la caracteriza. Madrid, que ya estaba en camino de convertirse en una ciudad global con una marca propia, lo ha conseguido con esta mujer joven, que parece –fenómeno muy madrileño– surgida de ningún sitio, como si careciera de historia y de pronto descubriera una energía y un aplomo que nadie habría sospechado.
En cuanto a su posición política, la ha corroborado el desenlace de su enfrentamiento con Pablo Casado: la renovación que este representaba la ha acabado encarnando ella, con las ventajas de tener como presidente a una figura como Feijóo, que no compite con ella como lo hacía Casado. De esta manera, y con su sistemática oposición al gobierno tóxico de Sánchez, consigue un apoyo amplio de su derecha. Y a su izquierda, Díaz Ayuso cada vez está más volcada en recoger un voto urbanita que el PSOE ha dejado de representar. Este democratismo madrileñista no es nuevo y está bien enraizado en las costumbres de la Villa y Corte. Los madrileños lo agradecen, porque se reconocen en él, y ahora también, por la simpatía del personaje, resulta atractivo fuera. A largo plazo, la dimensión nacional del fenómeno acabará tropezando en el desafortunado diseño del Estado de las Autonomías, que sitúa a Madrid en una posición de privilegio con respecto a todo el centro de España, sin tener que asumir responsabilidad alguna en lo que ese poder de atracción deja atrás en las dos Castillas.
Por ahora, y sin duda para bastante tiempo, constituye una baza extraordinaria para un PP plenamente identificado con las bondades de las Autonomías. Con Isabel Díaz Ayuso, el Partido Popular equilibra el tono austero de Feijóo. Con su insistencia en la «gestión» y su oferta de pactos de Estado, Feijóo aspira a crecer en todo el especto ideológico. Estrategias complementarias y, con suerte, ganadoras.
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