Pugna en la izquierda
Podemos busca desgastar al PSOE ante la irrupción electoral de Díaz
El partido redobla sus ataques a su socio y al Rey en un momento de guerra total en la izquierda por las elecciones
Unidas Podemos comenzará el curso político marcando más diferencias con su socio de gobierno de coalición, el PSOE, y, con la vista puesta en las próximas elecciones generales, con su «aliada electoral», la vicepresidenta Yolanda Díaz. En el cuartel general morado saben que está en juego en estos momentos la calidad de su propia marca, la resintonización con esa parte de su electorado que ya les identifica como integrante de «Sumar». Nada más lejos de la realidad, pues los dirigentes de Podemos recuerdan con asiduidad que el partido y la plataforma de escucha «son cosas diferentes».
Es por ello que la línea a trabajar es la de marcar perfil político, consolidar sus banderas tradicionales, de cara a que en los próximos comicios, el votante les respalde e identifique y no vuelva a repetirse el escenario de Andalucía, donde los morados se sintieron «invisibilizados» en el primer ensayo de proyecto de unidad con IU y otras fuerzas, que debía fijar el rumbo de las coaliciones en la izquierda. Todo en un momento de máxima tensión entre la dirección de Podemos y Díaz por la cuota de poder que los primeros todavía no tienen garantizada ante la convicción de la vicepresidenta de que los partidos son secundarios.
En este contexto, la maquinaria electoral comienza a engrasarse y en este camino, los morados no dejan pasar la oportunidad de recordar que son distintos al PSOE, a la par que comprometen a la vicepresidenta Díaz en la irrupción de su proyecto. Los de Ione Belarra aprovechan una polémica efímera para generar un debate en la coalición y, a la par, tratan de desgastar a los ministros socialistas. El foco está ahora situado en Felipe VI y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, pero hay más casos en los que los morados han actuado de manera similar con el mismo objetivo de arrojar la crítica pública en cuestiones que no comparten, a pesar de que, por falta de competencia, no deberían evidenciar las discrepancias.
El hecho de que el Rey Felipe VI no se levantara al paso de la espada de Simón Bolivar en el primer acto oficial del presidente de Colombia, Gustavo Petro, –a pesar de que no se trate de ningún símbolo oficial ni se encontraba dentro del protocolo establecido para la ocasión–ha sido la guinda perfecta para que los morados aviven sus críticas contra el Jefe del Estado en su intención de erosionar la Monarquía y tratar de que los socialistas se retraten. Ayer mismo, el líder de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, exigió disculpas al Rey por «comprometer diplomáticamente a España»y le situó como «el Rey de la derecha y la extrema derecha». Ante esto, Albares trató de cortar las alas de sus socios al detallar la «enorme cordialidad» que presenció entre el Rey Felipe VI y el nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro. De hecho, ni la vicepresidenta Yolanda Díaz ha participado de esta ofensiva, que si bien comparte el fondo del asunto, no refrenda las formas de Podemos.
Aún así, la refriega de Podemos se salda sin una censura contundente por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ya ha presenciado en varias ocasiones los ataques de los morados a sus ministros. La ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, llegó a llamar «ministra favorita de los poderes que quieren que gobierne el PP con Vox» a la titular de Defensa, Margarita Robles. En otras ocasiones también la ha señalado por el aumento de presupuesto en Defensa, o por defender el envío de armas a Ucrania. El propio Pablo Iglesias la llamó «ministra favorita de la derecha» y durante la crisis del Ejecutivo con Cataluña a causa de las presuntas escuchas a independentistas, los morados pidieron su dimisión.
Al ministro de Exteriores le han censurado en más en más ocasiones. Iglesias le acusó de parecerse al PP, de ser el «mejor ministro posible para Marruecos» y de «debilitar la posición internacional de España». Más choques con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska por el uso de tanquetas durante las protestas de trabajadores en Cádiz o por la actuación policial en el último salto a la valla de Melilla. Con la vicepresidenta Calviño o Teresa Ribera por el tope del precio al gas o por los impuestos a la banca, los morados tampoco han dudado en discrepar o corregirlas públicamente.
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