Diferencias

Moncloa llama a Podemos a «no distraer el voto de izquierdas»

En el Gobierno preocupa que la «exhibición pública» de la «tensión» interna lleve a sus socios a la «irrelevancia» en 2023

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; la ministra portavoz y de Hacienda, María Jesús Montero; y la ministra de Igualdad, Irene Montero, en imagen de archivo
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; la ministra portavoz y de Hacienda, María Jesús Montero; y la ministra de Igualdad, Irene Montero, en imagen de archivoPOOL. Andrea Comas/El PaísPOOL. Andrea Comas/El País

Oficialmente, la posición es de «absoluto respeto» a la interna del partido con el que conviven en el Gobierno. En privado, fuentes socialistas muestran su preocupación por la «exhibición pública» de las discrepancias entre sus socios de Unidas Podemos y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. El propio Pedro Sánchez ya advirtió en el pasado que el «ruido» que hay en la coalición desincentiva a los votantes y opaca la acción ejecutiva. También, defendió la necesidad de que la izquierda a la izquierda del PSOE esté cohesionada y fuerte para lograr revalidar una mayoría progresista después de las elecciones de diciembre de 2023.

No es baladí. La división de este espacio puede ser letal para las expectativas de Sánchez, porque, aunque los socialistas aguantasen el tipo en las urnas, si sus potenciales aliados se hunden o diluyen su apoyo en varias candidaturas, se pondría en jaque la Moncloa. Es por ello que fuentes gubernamentales llaman a las dos almas del espacio morado a resolver sus divergencias de cara al próximo ciclo electoral para «no distraer el voto de izquierdas» ante la posibilidad de que en algunos ayuntamientos y autonomías su partido «caiga en la irrelevancia».

Las citadas fuentes intentan rebajar la dimensión de unas «tensiones» que «ya son conocidas», pero sí aprecian un salto cualitativo en la ostentación pública que se ha hecho de ellas por parte de Pablo Iglesias este fin de semana, en el desarrollo de la «Universidad de otoño» de Podemos. Las advertencias, hasta ahora veladas, se han convertido en acusaciones directas de «falta de respeto» por lo que los morados consideran un ninguneo de Díaz a su partido en la futura proyección de Sumar. En la parte socialista comprenden que las aspiraciones de Díaz de superar las estructuras tradicionales de los partidos puedan molestar a Podemos, pero consideran que, al fin y al cabo, la problemática se reduce a una pugna por el poder, por la hegemonía del espacio y las listas que se tendrán que tejer para las próximas elecciones, porque Podemos no está dispuesto a diluir su marca.

«Es bueno que se resuelva», dicen en Moncloa, al tiempo que muestran sus dudas sobre si serán capaces de «llegar hasta el final». En el Ejecutivo recuerdan como las diferencias entre Podemos y Díaz surgen con relativa frecuencia en el desarrollo de la acción ejecutiva, en negociaciones como las de los Presupuestos o el Consejo General del Poder Judicial, en las que la parte morada cuestiona la legitimidad de sus representantes en las conversaciones.

En todo caso, desde la parte socialista se confía en que Yolanda Díaz llegue a las elecciones generales. «Yo la veo», dice una ministra, que apunta inmediatamente: «Otra cosa es que renuncie» ante la posibilidad de que sucumba a las presiones, ante la incapacidad de articular la sinergia entre diferentes actores que tienen «diferencias irreconciliables». A quien no ven en Moncloa es a Pablo Iglesias al frente de la candidatura de Podemos a las generales, si no se lograra el acuerdo con Sumar. «Cuestión distinta es la influencia que tenga desde fuera», señalan, en referencia al poder desestabilizador que lleva ejerciendo en la sombra desde que abandonó el Gobierno para encabezar una frustrada candidatura a las elecciones en la Comunidad de Madrid.

En Moncloa no ven tampoco un escenario de ruptura dentro de la coalición por las diferencias que exhiben sus socios. La vocación de los socialistas es aguantar de la mano de Podemos hasta el final de la legislatura, aunque asumen que, a medida que se vayan acercando las urnas y en cuestiones sensibles –como la ley trans o la ley de vivienda– irán aflorando las divergencias con sus socios de coalición. En el Ejecutivo creen que la imagen de unidad de la coalición hasta llegar a las urnas es una imagen «muy potente» de cara al electorado, por lo que supone la primera experiencia de un gobierno de este tipo. Un síntoma de estabilidad, que es la bandera que Sánchez quiere reivindicar con la aprobación –pese a su precaria mayoría– de tres presupuestos en tiempo y forma. Esto, hasta llegar a las elecciones, pero qué pase en ellas y cómo se articule la izquierda será decisivo para que la andadura del gobierno progresista siga más allá del horizonte de 2023.