Moncloa

La ambigüedad de Sánchez sobre la malversación desata los nervios en el PSOE

El Gobierno no cierra la puerta para evitar desairar a ERC, aunque en privado fuentes socialistas aseguren que se “enfría” la reforma

Evitar el ruido. Esta es la consigna que el Gobierno se autoimpone cada cierto tiempo, casi a modo de terapia, consciente de que las polémicas que le rodean elevan tanto el tono que hacen inapreciable, prácticamente inaudible, la gestión del Ejecutivo. En una semana que, desde el punto de vista económico, debería haber sido objetivamente buena para Moncloa: terceros Presupuestos aprobados, inflación más baja de la eurozona y buen dato de paro, entre otros, el Gabinete ha sido incapaz de marcar agenda. Transita los días zarandeado, a golpe y a rebufo de la última controversia de turno: ya sea Melilla, Ley del “solo sí es sí” o las discrepancias con sus socios de coalición. Cabría la reflexión, por tanto, de que el Gobierno sería el último interesado en añadir un factor de desestabilización añadido a esa marea en la que nada a contracorriente.

Sin embargo, desde hace semanas, hay un tema que sigue pendiente. Una puerta abierta, que, deliberadamente, se evita cerrar. Casi de manera automática a que los partidos que sustentan el Gobierno (PSOE y Unidas Podemos) presentasen su propuesta para derogar el delito de sedición y sustituirlo por el de desórdenes públicos agravados, ERC elevó la apuesta y pidió más: también la malversación. La respuesta del Gobierno no fue negativa. Tanto Pedro Sánchez como sus ministros se mostraron abiertos a estudiar en el trámite parlamentario los cambios que sus socios propusieran en este ilícito. «En la tramitación se puede plantear modificar el delito de la malversación», aseguraron.

En todo caso, la posición oficial se sustenta en esperar a ver el contenido de la enmienda de ERC para valorarlo. “No nos pronunciamos sobre futuribles”, dicen. La falta de concreción del Gobierno y la cuidada ambigüedad sobre su futuro posicionamiento para evitar desairar a los socios independentistas ha desatado los nervios en un PSOE, que ve en la malversación un “peaje inasumible”. De este malestar que recorre las federaciones, más allá de los feudos críticos, es consciente el propio Sánchez, porque así se lo han hecho llegar varios cargos que ven “muy difícil” explicar esta vuelta de tuerca para contentar al independentismo.

Si bien la derogación de la sedición puede llegar a tener un “encaje” dentro del discurso y la agenda de “pacificación” de Cataluña, dando continuidad a la pedagogía que se inició con los indultos, fuentes socialistas reconocen que la malversación tiene “muy mala defensa” porque supone descafeinar el delito de corrupción por antonomasia. Retrotrayéndose y dejando sin efecto una reforma que hizo el PP en 2015 para endurecer el delito. Un torpedo a la línea de flotación de un Gobierno que llegó al poder a lomos de la moción de censura a Mariano Rajoy por la sentencia de Gürtel.

La dificultad reside en los términos de la propuesta, que en el PSOE dicen no conocer, y en lo fino que hile ERC para evitar que la enmienda se convierta en un coladero para los corruptos que están hoy en prisión. Establecer el límite en el lucro personal no convence a los socios que conforman la mayoría de la investidura, por lo que desde el PSOE se aferran a que no existirían los números para sacarla adelante. “Parece que el asunto se ha enfriado”, reconocen a este diario fuentes de la dirección socialista. Sin embargo, este viernes culmina el plazo para enmendar la reforma del Código Penal y, entonces, el Gobierno tendrá que retratarse.