PSOE
Ferraz llamó a Lambán para que rectificara sus críticas a Sánchez
El malestar del PSOE y del Gobierno obliga al presidente de Aragón a desdecirse de sus «desafortunadas» e «inoportunas» palabras
Quedan menos de seis meses para las elecciones municipales y autonómicas pero los movimientos tectónicos ya comienzan a percibirse en el seno del PSOE. El partido se juega mucho en estos comicios, que serán el mejor termómetro para anticipar las expectativas de cara a las generales. La posición de los socialistas es comprometida, porque –en esencia–salen a defender el poder territorial que consiguieron en 2019, cuando ganaron en todas las autonomías –excepto Cantabria y Navarra– en las que concurrían a los comicios. El PSOE consiguió entonces una importante cota de poder que ahora pugna por retener: 58 de 100 municipios y nueve de los 12 territorios que se miden en las urnas.
El nerviosismo se siente ya en el seno de algunas federaciones que son conscientes de un contexto desfavorable por las señales que emiten desde Madrid y que les condicionan. Esto es, por los pactos con los partidos independentistas, de los que Pedro Sánchez sigue de la mano. Lo que para Moncloa es una muestra de solvencia y estabilidad, haber aprobado sus terceros Presupuestos en «tiempo y forma» con 187 votos (11 más de la mayoría absoluta necesaria), se percibe con desgarro por parte de territorios que consideran que de esa mayoría eran prescindibles, por ejemplo, los apoyos de EH Bildu y sus cesiones en las competencias de Tráfico en Navarra. También se revuelven contra decisiones como la derogación del delito de sedición, una reforma a medida de sus aliados independentistas catalanes, y advierten sobre el efecto perverso de avanzar también con retocar la malversación.
En este contexto, la preocupación aumenta cuando algunos barones autonómicos ven como el PP avanza posiciones, sin un liderazgo consolidado o incluso –como es el caso de Aragón– directamente sin haber designado a un candidato. Sin embargo, fuentes de la dirección federal niegan la mayor y aseguran a este diario que los territorios del PSOE no están sufriendo un impacto en las encuestas por la sedición. «No vamos a entrar en el relato, cuando hay datos que lo desmienten», señalan, en base a los estudios que manejan y que les permitirían mantener esos gobiernos.
Sin embargo, los movimientos preventivos de distanciamiento con Pedro Sánchez y su agenda ya se están produciendo. En lo ideológico y en lo meramente físico. Fueron llamativas las ausencias de Emiliano García-Page y Javier Lambán en el XXII Congreso de la Internacional Socialista que encumbró a Sánchez como presidente. Y ahora, también en lo declarativo. El propio Lambán se desquitó este miércoles con unas declaraciones en las que aseguraba que a España y al PSOE «le habría ido mejor» con otro líder, el asturiano Javier Fernández, al frente del partido después de la salida de Alfredo Pérez Rubalcaba, allá por 2014, cuando Pedro Sánchez asumió por primera vez las riendas de la dirección socialista. El presidente aragonés no se quedó ahí, definió como un «invento maligno donde los haya» las primarias y como un «aquelarre» el Comité Federal que acabó con la dimisión de Sánchez.
«Error inmenso»
En lo puramente ideológico, impugnó la agenda catalana del Gobierno y advirtió de que la problemática en Cataluña no se está solucionando, al contrario de lo que defiende Sánchez, sino que lo que está pasando es que los nacionalistas están viendo realizada su hoja de ruta. Estas declaraciones generaron un profundo malestar en Ferraz y en el Gobierno, hasta tal punto que desde la dirección federal se llamó a Lambán para pedirle explicaciones y que rectificase. Lo hizo el secretario de Organización, Santos Cerdán, en un contacto en el que el presidente de Aragón ya reconoció el «error inmenso» de sus palabras. Inmediatamente, puso un mensaje en su cuenta de Twitter en la que pedía que nadie entendiera sus palabras como «una deslealtad hacia Pedro Sánchez. Discrepando en algunas cosas, cuenta con toda mi lealtad y apoyo», escribió esa misma noche.
Sin embargo, el enfado provocado en Ferraz y Moncloa obligó a Lambán ayer a ser más explícito en su enmienda. «Dije palabras manifiestamente inoportunas, manifiestamente desafortunadas porque daban lugar a interpretaciones que, en modo alguno, tenían que ver con lo que yo quería decir», aseguró. El presidente de Aragón no ha hablado con Sánchez en las últimas horas, pero dice hacerle partícipe de las cuestiones que no le gustan. «Esa relación mía –con Sánchez– que se pretende presentar con brechas insalvables no es tal; es una relación de decir la verdad a los aragoneses, pero también colaborar intensamente y ser leal a mi partido», enfatizó. El líder de Aragón ve «perfectamente compatibles» la «libertad de expresión» con «la lealtad y la colaboración».
Lambán recordó que en el reciente comité regional ya manifestó cuáles son sus discrepancias con las políticas del Gobierno, «que ustedes las conocen perfectamente», pero a la vez defendió que «la colaboración que se está produciendo en el Gobierno de España y el Gobierno de Aragón es muy alta». Un aviso a navegantes de cara a los próximos meses.
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