Toni Bolaño
El adivino adivinó
Los choques con los morados subirán decibelios estos días
El Gobierno quiere acelerar las leyes polémicas para darse un respiro tras las navidades y presentar entonces un plan para rebajar el precio de los alimentos. Quiere emular el éxito del «timo ibérico», en lenguaje del PP, y éxito sin paliativos de Pedro Sánchez como «excepción ibérica», para el común de los mortales. Los encontronazos con el sector morado subirán decibelios en estos días para llegar a enero con los ánimos apaciguados. Ahora no lo están porque Podemos está inquieto. Las discrepancias se acumulan en vivienda, ley trans, pensiones, hipotecas, mordaza, y los acuerdos no llegan. Ni siquiera en malversación donde la vicepresidenta Díaz está marcando líneas rojas a ERC y PSOE. Serán dos semanas de vértigo, pero hay coincidencia en los socios del ejecutivo: cerrar la bronca antes de la cita electoral y aprovechar las buenas noticias en economía como el IPC, creación de empleo e incluso vender que el crecimiento del 1% es un éxito porque el resto de Europa está bajo cero.
A ambos socios les interesa marcar su perfil para consolidar electorados e intentar poner a la oposición en situación incómoda. A pesar de la crisis y la pugna constante en el Gobierno de coalición la derecha pierde fuelle porque su discurso está desubicado, sobre todo y no solo, en economía. Y esto pretende aprovechar Pedro Sánchez. Pero, también Yolanda Díaz. La vicepresidenta quiere que le cundan estos meses para consolidar su proyecto. Las encuestas la sitúan muy bien valorada con un respaldo del 58% de la población, una nota del 5,4%, y bien vista como presidenta por un 40%, ganando en el segmento joven, en el colectivo de 45 a 55 y en muy competitiva entre los pensionistas.
Los datos no son míos. Los publicó Iván Redondo el 13 de diciembre del 21 en «La Vanguardia». Ponía en valor la capacidad de Díaz de liderar, aunque todavía sin proyecto, y aducía que con estos datos podría ser presidenta. No que lo fuera a ser.
Los lectores de titulares se quedaron solo en lo primero y obviaron leer las tripas. ¿Por qué? Pues para que la realidad del análisis no estropee una buena tertulia. Unas semanas más tarde, 10 de enero, afinó el tiro el ex jefe de Gabinete de Pedro Sánchez «el impulso de Yolanda Díaz condiciona la Liga de izquierdas disputada en número de escaños entre socialistas y morados (más escaños para uno u otro). Allá va el reto: no habrá ninguna casa de encuestas que baje el movimiento que encabece Díaz de 65 escaños si se hace la proyección, con un máximo de 78». Hoy todas las encuestas van por este camino. «El País», un año después, daba una horquilla entre 53 y 62 diputados. Esta es la realidad. Otros apuestan por su propia ficción.
Con estos datos bajo el brazo, Yolanda Díaz necesita tranquilidad para configurar una alternativa que aglutine a toda la izquierda del PSOE. La división de este segmento es igual a la derrota de saque. La coalición solo sobrevivirá si el PSOE consolida espacios y Díaz evita la segmentación. Y que le vaya bien a Díaz es objetivo también del PSOE. Por eso, los socialistas marcan perfil en las leyes polémicas porque quieren consolidar su electorado.
Solo así se impondrán a un Feijóo que solo cuenta con Vox para intentar atrapar el gobierno. El Partido Popular puede ganar pero solo sin unidad de la izquierda podrá gobernar.
La vicepresidenta lo apuntaba en los corrillos del Día de la Constitución. Ganar no va de aprobar leyes, ergo si hay discrepancia con el PSOE no es negativo, sino de entender lo que quiere la gente, «captar el humor social». Ese humor social lo están vaticinando las encuestas, aunque como dice Ignacio Varela todo es incierto porque «el mapa de fuerzas políticas que se presente a los electores en 2023 puede ser muy distinto al de 2019».
Esta es la clave de Díaz, la única que puede cambiar el escenario. La única que puede garantizar la coalición. Es el cambio, lo nuevo. Redondo lo vaticinó hace un año. Le llamaron adivino. Y, ¡vive dios!, adivinó.
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