Res non verba

Asco de legislatura

Nogueras tenía preparado el morterazo del día: «Habría que hablar menos del cambio de hora y más de la hora del cambio»

Pleno del Congreso de los Diputados. Míriam Nogueras © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 08 10 2025
Pleno del Congreso de los Diputados. Míriam Nogueras© Alberto R. Roldán / Diario La Razón.Alberto R. RoldánFotógrafos

En el Salón de la Fama de los Grandes Golfos de la Historia de España hay un lugar destacado para el duque de Lerma.

El padre de los especuladores inmobiliarios y de todos los que, a lo largo de los siglos, susurraron al gobernante para sacar tajada.

Hoy se lo perdonamos porque nos dejó en herencia el imponente palacio ducal del municipio burgalés, que fue diseñado con toda una serie de pasadizos para que el duque, narcisista y megalómano, pudiera entrar y salir sin pisar la calle.

A Pedro Sánchez todavía no se le ha ocurrido trazar pasajes voladizos que salgan de Moncloa a otros puntos de Madrid con tal de evitar al vulgo, pero podría haber encontrado un método alternativo.

Dos fiscales con nombre de delanteros argentinos, Grinda y Stampa, han denunciado que Sánchez no necesita pasadizos secretos que salgan de Moncloa hacia las entrañas de la urbe porque para los recados tiene a sus fontaneros.

Unos tipos aviesos que ofrecían prebendas y les confesaron trabajar en nombre del presidente en la búsqueda de Kompromat con el que destruir a la Fiscalía Anticorrupción y a la UCO.

En cualquier otra latitud estaríamos hablando de un presidente finiquitado, pero en la España de Sánchez una mañana así es una mañana para seguir jugando a quién resiste más.

Llegó el presidente a la sesión de control y se encontró tres puertas que conducían a tres estancias. La presidenta del Congreso, Francina Armengol, cual oráculo del hemiciclo, le recordó que el juego consistía en entrar y salir de cada una de ellas en el orden establecido.

Ganaba el que saliese menos despeinado. Probó la primera puerta y se encontró a un líder de la oposición resabiado, como esos jugadores que ya han hecho el mismo «escape room» en alguna otra ocasión.

Sabiendo que Sánchez sacaría el cohete, Núñez Feijóo le hizo un bocadillo de economía con fontanera y lapsus de Yolanda Díaz, y se lo metió en la tartera, a ver si se atragantaba. Ante el cambio de estrategia de su oponente, Sánchez pareció no inmutarse.

Hace tiempo que el Gobierno ha conseguido galvanizar una masa férrea de indiferencia ante los escándalos propios, con su dosis de «y tú más» y su pizquita de oposición a la oposición; un repaso somero a los quebrantos que puedan estar sufriendo las autonomías del PP.

Y todo eso coronado con una nata cada vez más empalagosa, esa pose adolescente del que va al Congreso a trolear, más que a rendir cuentas. Sánchez dedicó sus minutos de TikTok a recordar algunos gazapos de Feijóo para restar importancia al hecho de que Yolanda Díaz pronosticara que queda «gobierno de corrupción para rato».

Hay tardes que la ferrolana no sabe dónde tiene la cabeza de tanto que repite ultraderecha sin respirar. El caso es que Feijóo ya se conocía el «escape room» y fue al grano con la pregunta clave: ¿El PSOE se ha financiado ilegalmente?

Por una vez, Sánchez contestó a lo que le preguntaban y negó dos veces sin que cantara el gallo. Las negaciones de Sánchez cotizan como bono basura, pero el presidente procedió a salir de la primera estancia.

Su rostro transmitía que ni los fiscales que dibujan pasadizos secretos entre Moncloa y Leire Díez le harán perder la partida. Y, así las cosas, llegó el turno de la segunda puerta…

Sánchez entró con respeto. A poca gente le aguanta los latigazos con la resignación con la que se los aguanta a Míriam Nogueras. La portavoz de Junts también quiso innovar y, en lugar del látigo, sacó un volquete de Volquetes Nogueras para desmontar la farfolla monclovita.

Autónomos asfixiados, vivienda sin construir, okupas, delincuencia, la Renfe… no hubo problema que la lugarteniente de Puigdemont no volcara sobre la cabeza de Sánchez.

El presidente sabe que el golpista fugado está en el diván, tratándose del miedo atroz que le produce Aliança Catalana, por lo que procuró, una vez más, ser comprensivo.

Trató de ofrecer un ramo de orgullos compartidos, pero Nogueras lo despreció de un manotazo, tan seco, que desbarató de un golpe todas las cortinas de humo: déjese de flotillas y de cambios de hora.

Sánchez creyó estar ante el desprecio de siempre, pero Nogueras tenía preparado el morterazo del día: «Habría que hablar menos del cambio de hora y más de la hora del cambio». En el hemiciclo sonó un murmullo: te han tocado el fin de la legislatura; has salido despeinado, muñeco.

Así las cosas, faltaba la tercera puerta. La de Bildu, que había citado al presidente en Matrix, esquina con Narnia. Allí le esperaba Mertxe Aizpurua, muy preocupada porque, según su versión, España está llena de matones dispuestos a hacer celebraciones franquistas el 20-N. Ellos, los de los asesinos y los «ongi etorris», quejándose de matones y celebraciones humillantes.

Ester Muñoz no se pudo contener y antes de interpelar a María Jesús Montero soltó de muy adentro un «¡qué asco!», que compartieron muchos diputados y muchos españoles.

Ni el «Hall of Fame» de las golfadas patrias, con sus amplias tragaderas, es capaz de digerir todavía según qué blanqueos estomagantes.