
X Aniversario de la proclamación
Capitán general Borbón: el jefe que no olvida que "mandar es servir"
Como Mando Supremo de las Fuerzas Armadas, Felipe VI ha defendido y ensalzado los valores castrenses y la necesidad de invertir en Defensa

Jueves 19 de junio de 2014, 9:30 horas. El Rey Juan Carlos le coloca al Príncipe Felipe el fajín que le acredita como capitán general. Desde ese mismo instante, dejó de ser teniente coronel (del Ejército de Tierra y del Aire) y capitán de fragata (de la Armada), y se convirtió en el Mando Supremo de las Fuerzas Armadas. Poco después, vestido con el mismo uniforme de gran etiqueta del Ejército de Tierra, llegaba a las inmediaciones del Congreso de los Diputados. «A la orden de Vuestra Majestad. La Unidad de Honores se encuentra lista para ser revistada», le trasladó un teniente coronel al mando del que sería el primer batallón mixto al que pasaba revista como Rey. No era la primera vez que lo hacía, pero antes, ese «Majestad» se sustituía por «Alteza». Además, ahora esos uniformados ante los que caminaba representaban a los más de 120.000 militares que ya estaban bajo sus órdenes.
Antes de convertirse en jefe de los dos ejércitos y la Armada, Don Felipe siempre había mostrado una especial cercanía hacia las Fuerzas Armadas y no eran extrañas ni sus visitas a las tropas desplegadas en el exterior ni su presencia en maniobras militares, en las que no solo observaba, sino que también participaba, poniéndose incluso a los mandos de un blindado y disparando en el campo de adiestramiento de San Gregorio (Zaragoza). Pero ahora, las cinco estrellas de cuatro puntas, la corona, el bastón y el sable cruzados que adornan su uniforme no solo implicaban más responsabilidad, también predicar con el ejemplo. Y así lo ha ido haciendo y demostrando a lo largo de estos diez años en los que se ha esmerado por acercarse más a los hombres y mujeres a los que manda y ante los que, oficialmente, se presentó seis días después de su proclamación, en el segundo acto que presidía como Rey tras reunirse antes con las víctimas del terrorismo: la Salutación de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil.
«He querido que uno de mis primeros actos como Rey fuera reunirme con la Institución Militar, con vosotros, los miembros de los ejércitos, la Armada y la Guardia Civil, de quienes me siento tan cerca y con quienes comparto desde hace muchos años la condición, los ideales y el juramento de servir y defender a España después de besar por primera vez su bandera». Con estas palabras se dirigió a los uniformados, a los que, «ahora, como Rey y vuestro capitán general, quiero transmitir mi más profundo reconocimiento y agradeceros de corazón vuestro compromiso de servicio a España, que constituye la seña de identidad de la gran familia militar». Unas palabras pronunciadas en el Palacio Real en las que ya dejó claro que las Fuerzas Armadas iban a tener un papel protagonista durante su reinado. Y así ha sido, pues de los más de 1.750 actos de todo tipo en los que ha participado en estos diez años, unos 180 han sido castrenses: entregas de despachos, asistencia a maniobras, visitas a unidades... además de presidir los tradicionales desfiles de la Fiesta Nacional (10) o del Día de las Fuerzas Armadas (9). Sin olvidar la Pascua Militar, el solemne acto que todos los 6 de enero marca el inicio del curso castrense.

Su primer discurso en esta celebración tuvo lugar siete meses después de su proclamación: «Me presento ante vosotros con el orgullo de vestir el uniforme que os, y nos, identifica». Así abrió su discurso en el Palacio Real, en una intervención en la que ensalzó los valores de la milicia: «Me enseñaron que mandar es servir. Y no habrá día en el que deje de recordar este principio, ni deje de sentir una inmensa gratitud y admiración hacia los hombres y mujeres que eligen servir a su Patria, a sus conciudadanos, con la exigencia, dureza y austeridad de la vida militar». Respeto y admiración en las 1.544 palabras que pronunció en su estreno como Monarca en la Pascua.
Y a partir de ahí, no ha habido un mes en el que en su agenda no incluyera un acto relacionado con las Fuerzas Armadas, ya sea en forma de entrega de despachos en las academias militares (de los primeros actos que presidió como Rey), con visitas a diferentes unidades o asistiendo a maniobras para comprobar en primera persona la preparación de los uniformados. Además de conocer los nuevos materiales con los que cuentan las Fuerzas Armadas, muchos de los cuales ha probado, como en noviembre, cuando se puso a los mandos de uno de los renovados helicópteros «Chinook». O en mayo de este año, cuando realizó un vuelo en uno de los simuladores de los nuevos aviones de entrenamiento «Pilatus» en la Academia General del Aire de San Javier (Murcia).
Porque Felipe VI siempre ha defendido el papel de las Fuerzas Armadas y la necesidad de que cuenten con los mejores materiales para así cumplir con el mandato del artículo 8 de la Constitución.
Y es algo que ha dejado claro en numerosas ocasiones, como en la Pascua Militar de 2023, cuando aseguró que «la injustificable, ilegal y brutal agresión e invasión rusa a Ucrania ha hecho evidente la importancia de invertir en Defensa». Una tajante afirmación con la que animaba al Gobierno, presente en el acto, a seguir la senda del aumento del presupuesto de Defensa.
Pero en estos diez años, el Monarca también ha tenido tiempo para visitar a los militares españoles desplegados en misiones en el exterior. Y aunque únicamente se ha desplazado a dos teatros de operaciones, han sido dos de los más tensos e inestables.
Visita a misiones en el exterior
La primera visita a las tropas tuvo lugar en abril de 2015, cuando viajó hasta la base «Miguel de Cervantes» de Líbano para mantener un encuentro con el contingente español, cuya labor en el marco de la misión de la ONU es la de vigilar el cese de hostilidades entre Hezbollah e Israel. A todos ellos, les agradeció su sacrificio: «Con vuestro trabajo y entrega contribuís a hacer un mundo más seguro». Eso sí, la situación entonces era mucho menos difícil y peligrosa que ahora por la cercanía de la guerra en Gaza.
No fue hasta enero de 2019 cuando volvió a desplazarse a otra misión, en este caso a la de Irak, donde el Rey les trasladó un mensaje muy parecido mientras defendía la presencia de tropas españolas a miles de kilómetros de nuestro país, en este caso para combatir al yihadismo: «La estabilidad y el progreso de Irak nos afecta a todos».
Pero quizás la cara más castrense de la pata militar del Rey sea su presencia en los principales desfiles militares que se celebran cada año: el del Día de la Fiesta Nacional y el del Día de las Fuerzas Armadas. Como Monarca ha presidido ya diez de los primeros y nueve de los segundos, el último, hace apenas dos semanas en Gijón y Oviedo.

Y ahora, ya asentado en el Trono y en lo más alto de las Fuerzas Armadas, su misión se centra en la formación militar de su hija, la Princesa Leonor, quien hace algo menos de un año comenzó su aprendizaje con el Ejército de Tierra. Esta primera fase está a punto de terminar y en agosto comenzará la segunda con la Armada. Orgulloso, ha asistido a los diferentes pasos que la Heredera ha ido dando en la milicia, desde su ingreso en la Academia de Zaragoza a su jura de bandera, incluyendo unas maniobras en las que la visitó por sorpresa.
Una de las últimas muestras del compromiso real con las Fuerzas Armadas tuvo lugar el pasado 4 de mayo, cuando volvió a jurar bandera en el 40 aniversario de su promoción del Ejército de Tierra. Allí estaba la dama cadete Borbón Ortiz, quien escuchó, junto a su padre, las palabras del oficial más antiguo de la promoción, Francisco Javier Marcos Izquierdo, hoy jefe de la UME: «Aquí hace cuarenta años hicimos algo grande: comprometernos con España».
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