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María Dolores de Cospedal deja su escaño en el Congreso

Telefoneó a Casado para comunicarle su decisión de dejar el escaño y lo hizo público en las redes sociales. La falta de apoyo ha condicionado su idea inicial de resistir ante la crisis por las grabaciones con Villarejo.

La exsecretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal / Efe
La exsecretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal / Efelarazon

Telefoneó a Casado para comunicarle su decisión de dejar el escaño y lo hizo público en las redes sociales. La falta de apoyo ha condicionado su idea inicial de resistir ante la crisis por las grabaciones con Villarejo.

La ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal rectificó ayer su decisión de mantener el escaño en el Congreso y vía twitter anunció que abandona por completo la política, siguiendo los pasos de Mariano Rajoy y de Soraya Sáenz de Santamaría.

Esta rectificación radical de su posición responde, principalmente, a que se había quedado sola dentro de su partido. Sin apoyos no sólo en la dirección nacional, también en la mayoría de la organización territorial, donde han entendido como inaceptable su relación con el ex comisario José Villarejo cuando era secretaria general del PP y que en sus tratos con éste, tutelados por su marido Ignacio López del Hierro, llegara incluso a plantearse espiar al entonces «número tres» del PP Javier Arenas o al hermano del ex ministro socialista Alfredo Pérez Rubalcaba.

Las revelaciones sobre sus conversaciones con Villarejo empezaron a publicarse en el portal Moncloa.com el lunes de la semana pasada, y este lunes fue convocada por la dirección nacional del PP para comunicarle que era cesada en el Comité Ejecutivo Nacional, el único cargo dentro del partido que ocupaba por decisión personal de Pablo Casado. Fue el gesto de autoridad que necesitaba el «número uno» para salvar y fortalecer su liderazgo ético y proteger al mismo tiempo la unidad y la convivencia dentro de su partido. La primera crisis que ha tenido que afrontar Casado le ha venido de la guerra que creció dentro del equipo de Rajoy, y después de un primer momento de falta de reacción, ante la ignorancia sobre lo que tenían entre manos y el alcance de las filtraciones que iban a producirse, al final el lunes, al conocerse los tratos con Villarejo para investigar al hermano de Rubalcaba, en Génova decidieron dar el golpe en la mesa necesario para marcar la «ruptura total» en materia de regeneración con respecto a la etapa de Mariano Rajoy.

Casado no llegó a pedirle expresamente el acta, ni tampoco llegó a pactar con ella una retirada a medio plazo de la política, como algunas fuentes situaron en el plazo abierto de antes de Navidad. No había compromiso. Pero Cospedal no midió bien la soledad en la que se encontraba y que el respaldo que brindó a la candidatura de Casado en el Congreso de julio y el apoyo de ex ministros que fueron en su lista no eran escudo lo suficientemente fuerte como para protegerla de la caída. En esta nueva etapa el PP ha antepuesto por encima el interés de las siglas y el convencimiento de que no tenían nada que hacer en su competición con Ciudadanos (Cs) si se permitían la más mínima mancha en su compromiso con la regeneración democrática frente a los «hechos del pasado». Génova no tenía previsto que la decisión de dejar el Congreso se produjese ayer, simplemente estaba a la espera de ver si había más filtraciones de conversaciones y cuál iba a ser su reacción. Pero después de que ésta hiciera público que dejaba el escaño, la valoración de Génova fue bastante clarificadora: «Es la mejor decisión que podía tomar».

La ex ministra ha tenido que dar un giro radical a sus planes tras el Congreso de julio. Después de quedarse fuera en la votación de la militancia, colocó todos sus apoyos al servicio de la candidatura de Casado para desbancar a Sáenz de Santamaría en la votación de los compromisarios. Con Casado como vencedor del Congreso del PP, pugnó por colocar a la plana mayor de sus «afines» en el nuevo equipo, y recolocada ella misma en esta nueva etapa se situó en primera línea de las «quinielas» para la candidatura a las elecciones europeas. Tras estallar la crisis, su decisión fue justificar su comportamiento en la lucha contra la corrupción, pero según avanzaron las filtraciones su discurso dejó de ser seguido por el partido. Sólo por ex ministros de su «cuerda» y algún alto cargo, pero no por el «núcleo duro» de la dirección ni tampoco por el grueso de las organizaciones regionales. Ni siquiera la suya, Castilla-La Mancha. El lunes por la noche Cospedal ratificaba con contundencia en la sede de este periódico que no tenía intención, en ningún caso, de dejar su escaño porque «había cumplido con su obligación» y «no tenía nada que ocultar». Asistió al 20 Aniversario de La RAZÓN y fue muy rotunda ante la insistencia de la Prensa. «Nadie me ha pedido que deje el escaño. Me he limitado a intentar conocer lo que podía ocupar o preocupar al PP e intentar, como he hecho siempre, luchar contra la corrupción en todas partes». Ante las reiteradas preguntas sobre si pensaba renunciar al acta de diputada, sentenció: «Que no, que ya os he dicho que no». Dos días después, ayer, llamó al líder nacional para anunciarle que dejaba su acta parlamentaria, una decisión que supone un balón de oxígeno para el nuevo PP y que fue recibida con satisfacción generalizada dentro del partido. En la lectura hay bastante unanimidad al interpretar que Casado se fortalece internamente y también en su batalla para recuperar votantes que el PP perdió en favor de Ciudadanos. En Génova tienen claro que no pueden malgastar la que es su principal fortaleza tras ganar el Congreso de julio, la de representar otra generación y otra etapa que «no va a permitir que se repitan hechos y situaciones que han hecho tanto daño al partido». Desde Helsinki, donde asiste a la reunión del Grupo Popular Europeo, Casado mostró su respeto por su «decisión responsable, libre y personal».