La legislatura, en vía muerta
Los críticos del PSOE usarán el «batacazo» de los ministros como ariete
Un sector del PSOE calienta banquillo ante las urnas: «Nos han dejado sin opciones electorales»
El PSOE no se lleva a engaño. Los socialistas, en privado, admiten que el nuevo ciclo de elecciones autonómicas que se abrirá el próximo 21 de diciembre en Extremadura será «duro» para su partido. Por eso, los críticos de la actual dirección –que empiezan a tomar posiciones de cara al fin de la etapa de Pedro Sánchez en el Gobierno– usarán «el batacazo» de los ministros–candidatos en sus respectivos territorios como ariete contra el secretario general.
Lo cierto es que los dirigentes autonómicos del PSOE admiten que será imposible hacer campañas electorales basadas en la política regional. Todas las fuentes consultadas avanzan que el elemento de discusión será Sánchez sí o no. «Como si se votara en unas elecciones generales», explica un secretario de organización autonómico. «Veremos cómo sale este ciclo...», concede un miembro de la ejecutiva que transmite más pesimismo que otra cosa.
El movimiento del presidente en el último congreso federal, hace un año, fue una pinza de control interno. El secretario general quería contar con la lealtad de todas las federaciones, a excepción de Castilla–La Mancha, donde Emiliano García–Page vuela por libre gracias a su mayoría absoluta. Sánchez anticipa que el PSOE lo pasará mal según se vayan abriendo urnas. La siguiente parada será el 15 de marzo en Castilla y León y, si no hay sorpresa, la siguiente será Andalucía, previsiblemente entre mayo y junio del año que viene.
Los tres ministros más afectados por su vinculación directa a Sánchez son Óscar López, rival de Isabel Díaz Ayuso; Pilar Alegría, rival de Jorge Azcón; y María Jesús Montero, rival de Juanma Moreno. Las fuentes consultadas en el PSOE reconocen que, por el momento, la proyección de los tres ahora «no es buena», porque el PP tiene muy fácil marcarles como continuadores del «sanchismo» en sus respectivas plazas y de las concesiones al independentismo. Algunos socialistas dudan de la viabilidad de esa operación orquestada por Sánchez, porque la ven plagada de riesgos.
Si sus apuestas pierden, Sánchez quedará marcado y se podrá hacer la lectura de un rechazo de los ciudadanos a él y a sus políticas, sobre todo en las comunidades autónomas en las que la agenda nacional tiene más peso, como Madrid, las dos Castillas, Aragón y Extremadura. Por no hablar de si pierde él también. Todos a una. El sentir del partido es que tendrá imposible recuperar el poder territorial que se fue por el sumidero en mayo de 2023.
Es más, algunos consideran que aún puede menguar más el ya de por sí escaso número de gobiernos autonómicos y municipales que lideran. Cabe recordar que en aquellos comicios el PSOE perdió siete ejecutivos autonómicos. Solo retuvo (y con dificultad) Castilla-La Mancha, Asturias y Navarra. Aquel fue un fuerte golpe que Sánchez, no obstante, logró neutralizar azuzando el miedo a la ultraderecha para movilizar a los progresistas dos meses después.
A todo esto cabe sumar la falta de reflexión acerca de la sangría del partido en las elecciones autonómicas en las que ha concurrido, con la salvedad de Cataluña y, en menor medida, de Euskadi. Hace tiempo que existen voces críticas en Ferraz por la supuesta entrega a los partidos regionalistas e independentistas, que son los que rentabilizan el voto de izquierdas. La dirección del partido es consciente de ese efecto, según reconoce una fuente de la ejecutiva a este diario.
Fuentes del oficialismo socialista apuntan que España tiene una realidad plurinacional que hay que atender y que eso implica tener un discurso regionalista, pegado al territorio, lo que obliga a abrir huecos por los que se pueden colar los mensajes de los partidos regionalistas e independentistas. Estas fuentes, de hecho, ven las voces críticas internas como un ejemplo más de posturas propias que obedecen a los intereses de sus territorios, donde opera otro nacionalismo: el español.