Política

Presupuesto del Estado

Moncloa se prepara para agonizar sin Presupuestos

Adriana Lastra, ha pedido a los partidos políticos "responsabilidad"

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la XXVI Cumbre de las Américas, en Antigua, Guatemala/Foto: EFE/José Méndez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la XXVI Cumbre de las Américas, en Antigua, Guatemala/Foto: EFE/José Méndezlarazon

El Gobierno ha insistido hoy que si no obtiene el respaldo parlamentario necesario para aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2019 está dispuesto a prorrogar las cuentas actuales

El Gobierno vuelve a cambiar de registro. Pedro Sánchez se ha visto obligado a virar en su estrategia de cara a los partidos soberanistas para forzar su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Después del fiasco continuado que han supuesto los gestos públicos hacia estas formaciones, tales como el escrito de la Abogacía del Estado acusando de sedición o los pronunciamientos al más alto nivel poniendo en duda el delito de rebelión, Moncloa ha optado por soltar lastre con los soberanistas y hacer gala de una autonomía que a duras penas mantiene respecto a ellos. Ante la falta de apoyos, el único as que Sánchez mantiene en su manga es la convocatoria de elecciones, una facultad que –desde el Gobierno no escatiman en recordatorios– solo corresponde hacer efectiva al presidente. Éste no tiene intención alguna de ejercerla, al menos por el momento, pero cuando la ocasión lo requiere amaga con el adelanto para presionar a sus otrora socios de la moción de censura con un horizonte electoral incierto en el que la derecha pudiera volver al poder.

El cambio se ha articulado desde la voluntad irreductible de presentar unas cuentas en el Congreso –aunque no tuvieran asegurada su aprobación– para obligar a los partidos soberanistas a retratarse, a ponderar que el precio a pagar por este vía crucis presupuestario puede ser demasiado alto para el Gobierno. Si finalmente no se presentan los PGE, el Ejecutivo se ahorra el desgaste de ver tumbadas sus cuentas, en caso de que no salgan adelante, y las suspicacias, alentadas por PP y Ciudadanos si se aprueban, sobre las prebendas o pactos secretos que habrían tejido con el independentismo para lograrlo. Un discurso y un debate que pueden ser letales en los prolegómenos de las elecciones municipales y autonómicas. Por esta razón, el propio Sánchez defendió que las cuentas solo llegarán al Congreso si cuentan con los apoyos suficientes «para no marear a los españoles».

De este modo, en Moncloa ya calculan que con el calendario en la mano no compensa la aprobación de unas cuentas que apenas les permitirán sobrevivir en el poder unos meses más. Y es que el objetivo, ya explicitado abiertamente por el Gabinete de Sánchez, de «mantenerse» puede alcanzarse gobernando con unos presupuestos prorrogados e implantando las medidas más simbólicas a golpe de decreto ley. Esta fórmula permitiría materializar en la sociedad las mejoras en el Estado del Bienestar que Sánchez necesita como cartel electoral para concurrir a las elecciones cuando el presidente decida convocarlas. Pero también tensionarán sobremanera las relaciones con su socio prioritario, Unidos Podemos, que se verá en la necesidad de mover ficha ante unas medidas que no puede negarse a apoyar, pero de las que no obtendrán el rédito político esperado. «Si los grupos rechazan la subida del salario mínimo, serán ellos quienes lo expliquen», advirtió el propio Sánchez desde Guatemala. El Ejecutivo mantiene vivo el discurso victimista en caso de que el bloqueo sea tal que aboque a elecciones ante la imposibilidad de sacar adelante iniciativas como la subida de las pensiones, el salario mínimo, prestaciones para los mayores de 52 años o mejoras en dependencia. «Cuando lleguen las elecciones, los españoles tendrán que decidir quiénes han estado trabajando por resolver sus problemas y quiénes han estado bloqueando», señaló.

En este contexto irrumpirán también los resultados que arrojen las elecciones andaluzas y cómo se articulen los mismos en forma de mayorías. En el Gobierno valoran que en caso de que el PP sufra un varapalo electoral y, por extensión, quede tocado el liderazgo de Pablo Casado, que ha ligado su figura a estos comicios, y Ciudadanos tenga opciones de entrar en el Gobierno de Susana Díaz, los decibelios del debate nacional se verán considerablemente rebajados.