Felipe VI pide actuar como «un mundo unido»

Dio la sensación de que había más caos del habitual en Nueva York con la Cumbre de Naciones Unidas y el posterior debate de la Asamblea General. A los casi 200 jefes de Estado y Gobierno de este año se unió el Papa Francisco. Se acreditaron más de 5.000 periodistas. Fueron 36 horas frenéticas.

Todo en una ambiciosa Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, que arrancó ayer en la sede de la ONU, en la que participó Su Majestad el Rey de España, Don Felipe VI.

De esta forma, el Monarca fue el primero en intervenir en la sesión de la tarde con un discurso en el que quiso recordar que «la agenda para el cambio que hoy adoptamos (por ayer) es fruto de una negociación entre iguales y recoge la voz de millones de ciudadanos». De esta manera, don Felipe hizo partícipe a la gente de esta agenda trascendental, que debería servir como plan de acción para que la comunidad internacional y los gobiernos nacionales promuevan la prosperidad y el bienestar común en los próximos 15 años.

Asimismo, el Rey amplió su discurso, y reconoció que la presencia de las casi 200 delegaciones se debe «al compromiso solemne ante los miembros de esa generación de que cualquiera de ellos pueda desarrollar sus capacidades en plenitud, sin discriminación alguna».

Durante su intervención, que repasó él mismo ayer por la mañana, tuvo unas palabras para Su Santidad el Papa Francisco. De él resaltó que nos enseña en su Carta Encíclica «Laudato Si» que «la interdependencia propia de nuestro tiempo nos debe hacer pensar en un proyecto común. Pensar en un solo mundo nos obliga a actuar como un solo mundo».

El Monarca también llamó la atención de su audiencia sobre que el desarrollo no es, no lo ha sido nunca, un proceso uniforme, ni su alcance está asegurado. Al mismo tiempo, recordó que «guerras como la de Siria, catástrofes naturales como el terremoto de Nepal o epidemias como la del ébola pueden hacer retroceder décadas las conquistas alcanzadas por los países en desarrollo y demandan nuestra solidaridad y atención sostenida».

Durante su intervención en la sede de Naciones Unidas de Nueva York, recordó que «la globalización de las finanzas, de la tecnología o de la información debe ir acompañada por la globalización de la solidaridad, del conocimiento, de la equidad, de la libertad y de la dignidad humana».

Don Felipe empleó su discurso para recordar que «es esencial conseguir un desarrollo con equidad, el disfrute, real y efectivo, de derechos y la igualdad de oportunidades para todos. Incluso, no ocultó que para ello es necesario generar oportunidades, tanto en la educación (y de ahí el impulso al conocimiento, la innovación y la tecnología), como en la creación de puestos de trabajo, especialmente de empleo juvenil, ámbito en el que España es particularmente sensible».

Felipe VI también abogó por la igualdad de oportunidades «para las mujeres que deben asumir, en paridad con los hombres, el protagonismo que les corresponde en el mundo laboral, en el ejercicio de sus derechos políticos y sociales y en la sociedad en general. Insistió en la idea de que todos formamos parte de una comunidad global regida por el Derecho y orientada al bien común, algo que fue avanzado por algunas de las mejores mentes españolas en los inicios de la modernidad, entre ellas la del padre Francisco de Vitoria, uno de los fundadores del Derecho Internacional».

El Rey aprovechó desde el primer momento su visita a Nueva York. Se vio con el ex presidente Bill Clinton, más tarde visitó la sede del Instituto Cervantes de Nueva York para saludar a los funcionarios de la ONU y se reunió con el Rey de Jordania. Antes de su discurso se reunió con Ban Ki Moon, el cual reconoció el trabajo de España como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU.

Don Juan Carlos pronunció su primer discurso hace 28 años

Don Juan Carlos I intervino tres veces a lo largo de su reinado ante la Asamblea General de la ONU. La primera vez lo hizo el 22 de septiembre de 1986. Entonces, condenó la tolerancia con el terrorismo, pidió una solución al anacronismo de Gibraltar y advirtió de que la crisis había agrandado las diferencias económicas. Hace 28 años, se erigió casi en un visionario, y advirtió de lo que podía pasar en otros países: que las políticas de ajuste, si no iban acompañadas de generosidad y apoyos si se aplicaban sin límites podían romper la solidaridad y la paz interior.