DANA

Feijóo sostendrá a Mazón para no darle un triunfo a Sánchez

Las críticas crecen, pero por ahora busca usar como cortafuegos la presión para que cambie su Gobierno. La manifestación eleva la presión sobre la cúpula por el miedo al daño reputacional a las siglas

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y tras él, la vicepresidenta Susana Camarero
El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y tras él, la vicepresidenta Susana CamareroAgencia EFE

Sí hay un debate creciente dentro del PP sobre cómo ha gestionado la catástrofe de la DANA el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, y las contradicciones en sus explicaciones. Pero Génova intenta mantenerlo bajo el radar porque entiende, como ocurre en algunas de las principales baronías, que cargar contra Mazón es hoy «darle oxígeno» a Pedro Sánchez.

La posición es arriesgada porque falta información por conocerse de aquellas horas en las que se cuajó la tragedia y porque tienen la amenaza de que el descrédito de Mazón afecte reputacionalmente a las siglas a nivel nacional. El presidente de la Generalitat es un problema para Alberto Núñez Feijóo, pero el PP está en ver cómo lo maneja sin que lo que hoy es una complicación se vuelva un problema doble y, además, regale un respiro al presidente del Gobierno.

«¿Contra quién hay que actuar? ¿Contra el que ha incumplido su deber en la mayor emergencia nacional de los últimos 70 años, que es el Gobierno de Sánchez, o contra quien hizo lo que pudo, peor o regular?», reflexionan en la dirección. A pesar de que a más de un dirigente autonómico, y a algún miembro también de la dirección, lo que le pide el cuerpo es quitarse de encima «la carga» del dirigente valenciano. Y cuanto antes, mejor, porque entienden que la vuelta a la normalidad en los pueblos devastados por la DANA va para largo y que, cada día que pasa, aumenta el riesgo de daño a la imagen del PP a nivel nacional si no se acierta en las decisiones y en la construcción de un relato en el que no se borren las responsabilidades del Gobierno central.

Frente a quienes así se manifiestan, en Génova creen que la caída de Mazón sería un mensaje de «inestabilidad brutal», además de que supondría tanto como «asumir toda la responsabilidad» y «darle una victoria enorme» a Sánchez. A esto se añade el problema de que una dimisión de Mazón colocaría al PP ante el riesgo de que Vox le bloqueara la elección de su relevo en la Cámara autonómica.

El líder valenciano fue el primero que firmó un acuerdo de coalición con los de Santiago Abascal tras las últimas elecciones autonómicas y municipales para asegurarse el poder y que no hubiera repetición electoral. Su Presidencia, por encima de lo que entonces era el interés general del partido.

"No se puede ir contra el que actuó, peor o regular, y no contra quien incumplió su deber en la emergencia nacional"

Pero hoy, PP y Vox también han roto relaciones en la Comunidad Valenciana. Contra el criterio de Mazón, todas las coaliciones de gobierno autonómico del PP con Vox se rompieron a finales del verano, siguiendo el criterio impuesto por Génova y con la excusa de la política de inmigración.

Con todos estos argumentos encima de la mesa, hoy la apuesta del partido es «esperar y no entregar ninguna cabeza». Aunque es imposible, o así le están advirtiendo, de que pueda aguantar en el cargo si no ejecuta cambios en su Ejecutivo e implementa un buen plan de acción de gobierno para la reconstrucción. «Su dimisión no puede estar hoy encima de la mesa. Sería incrementar el desastre de lo que está pasando, a pesar de que es evidente de que se le han visto las costuras, a su Gobierno y a él». La conclusión es que «no está al nivel», pero que pedirle que se vaya sería tanto como asumir toda la responsabilidad de la tragedia humana y material. Y en la lectura de Génova, la única salida que ven es intentar darle la vuelta al marco que Mazón ha colaborado en instalar con su negativa a reclamar al Gobierno de Sánchez que asumiese el mando único.

Es decir, centrar toda la artillería del mensaje político en insistir en que es una barbaridad que una Administración superior, con responsabilidad directa y competencial, «arremeta y eche basura sobre una inferior, como ya se hizo en Madrid, sin hacerse cargo de la situación».

Cortar cabezas a su alrededor no es fácil para Mazón, porque puede sufrir un levantamiento interno de quienes se sienten injustamente tratados, ya que la responsabilidad última era del presidente de la Generalitat, y por encima de él, de Pedro Sánchez.

En el desastre no se puede olvidar, además, la parte de responsabilidad que corresponde a la Confederación Hidrográfica y a la propia ministra del ramo, Teresa Ribera, que desoyó los planes de reordenación de la zona para reducir el riesgo de que pasara lo que finalmente sucedió la semana pasada.

Ribera, aspirante a vicepresidenta primera de la Comisión Europea, no podrá mantenerse escondida porque el PP pretende dejar claro en la Eurocámara su responsabilidad.

El martes tiene que pasar el examen del Parlamento Europeo y el Grupo Popular no se lo pondrá fácil, porque sus parlamentarios se presentarán con la intención de hacerle rendir cuentas después de que ella haya rehuido dar ninguna explicación de la gestión del Gobierno central y de su Ministerio, de quien depende la AEMET y los cauces de la Confederación Hidrográfica del Júcar.

Desde la tromba de lodo y agua del 29 de octubre, la ministra de Transición Ecológica no ha dado la cara ni en el Parlamento ni ante los medios de comunicación a pesar de que en su cargo lleva su responsabilidad.