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La garantía de la Corona

Futuro garantizado

El Rey posa junto al Príncipe Felipe y la Infanta Leonor larazon

Parece obvio decir que habrá un antes y un después en la historia reciente de la Monarquía española tras el caso Urdangarín. Aunque algunos crean que no ha pasado nada y que una institución milenaria puede digerir este asunto como si nada hubiera pasado, la cosa va a ser más larga. Ya nada podrá ser igual. La percepción de la gente ha cambiado. Y las soluciones de futuro necesitarán de mayor estrategia previsión y actuar de una manera más contundente sobre cuestiones que en su momento parecieron menores pero que hoy pueden llevarse por delante la que era la institución más valorada por los españoles. Ya no se van a aguantar escándalos.

Sí. La monarquía del futuro será distinta. Y aunque algunos insisten en distinguir entre las personas y la institución, cada vez resulta más difícil hacerlo. Porque son las personas las que hacen o deshacen algo que necesitamos: una Jefatura del Estado que reside en nuestra Carta Magna y que impregna todo nuestro ordenamiento jurídico. Porque si siempre necesitamos de nuestro Estado de Derecho en momentos de crisis, la coyuntura actual necesita más que nunca de que las normas se cumplan y de hagan cumplir. Para eso están los jueces como dijo el Príncipe.

Y si las leyes se cumplen, nuestras previsiones sucesorias, que dirían los antiguos, están reguladas precisamente por esa Carta Magna. Creo que a todos nos ha dado cierta tranquilidad, en esta semana horribilis de la Monarquía, la actitud del Príncipe. Y no porque parezca que las circunstancias no le afectan –la profesión puede ir por dentro–, sino porque no cambia su agenda ni su discurso ante imputaciones o controversias jurídicas.

El Príncipe es el futuro, hoy es el heredero, y mañana será Rey; y la Infanta Leonor, la heredera del heredero, la futura Reina soberana. Eso dicen nuestras leyes, las que nos hemos dado, las que aseguran el futuro por encima de cualquier otra cosa. Y eso no sólo da tranquilidad sino también sentido común para saber a quién podemos y debemos exigir un comportamiento sin tacha. No ha sido casualidad que esta crisis de la Monarquía se haya producido a la vez que otras: económica, política, moral... Las instituciones también son fiel reflejo de una sociedad que vive momentos de zozobra. También por eso el Príncipe y su heredera deben liderar una regeneración necesaria. Todos la necesitamos.