El desafío independentista

Junqueras: 100 días para odiar a Puigdemont

El líder de ERC se encuentra «abatido» según su entorno, al que ha trasmitido estar «más que harto» de las presiones de Puigdemont para negociar el Govern

Decenas de ciudadanos se concentraron ayer frente al ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona) con motivo de los cien días de Oriol Junqueras en prisión
Decenas de ciudadanos se concentraron ayer frente al ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona) con motivo de los cien días de Oriol Junqueras en prisiónlarazon

El líder de ERC se encuentra «abatido» según su entorno, al que ha trasmitido estar «más que harto» de las presiones de Puigdemont para negociar el Govern.

Ni un paso atrás ante lo que el prófugo de Bruselas considera que es suyo. Una lucha virulenta entre Junts per Cataluña y Esquerra Republicana, y un cinismo brutal en el mundo independentista. «Todo el mundo sabe que Puigdemont no será presidente, pero nadie quiere decirlo». Así de rotundo se expresan en privado varios dirigentes soberanistas, aunque de puertas afuera escenifican una negociación grotesca. Según ha sabido este periódico, en la última reunión celebrada en la capital belga con su núcleo duro, Carles Puigdemont ordenó endurecer las conversaciones con sus antiguos socios: «Negociar a cara de perro», dice uno de los asistentes. Dentro de esta estrategia, el fugitivo y sus leales acordaron la filtración del nombre de Elsa Artadi como maniobra de presión contra ERC y el sector crítico del PDeCAT. La táctica salió a la luz cuando la propia Artadi firmó la reforma de la ley que permita la investidura de Puigdemont aunque no pise el Parlament de Cataluña.

Esta iniciativa levantó ampollas en ERC, cuyo líder, Oriol Junqueras, cumplió ayer sábado cien días en la cárcel de Estremera. Diputados republicanos, que precisamente en el momento de presentar la reforma estaban reunidos con otros de Junts x Cat, no ocultan su malestar. «Uno vive como un pachá y otro deambula por la prisión», aseguran. Oriol Junqueras, el ex conseller Joaquín Forn, los activistas de ANC y Òmnium, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, siguen en la cárcel sin que el juez Pablo Llarena tenga el más mínimo plan de decidir su libertad por considerar riesgos de reiteración delictiva. Todo ello complica mucho las opciones del bloque soberanista para proponer candidatos alternativos a Puigdemont, lo que facilita su obstinación para defenderse como único presidente legítimo destronado por las garras del 155 opresor, mientras los presos son meros convidados de piedra del espectáculo.

Bien lo comprobó el presidente del Parlament, Roger Torrent, en su reciente visita a los encarcelados en Estremera y Soto del Real. Particularmente dura fue la reunión entre Torrent, hombre de confianza de Junqueras, con su líder preso. Según fuentes de ERC, se encuentra abatido, aturdido y enojado con las cabriolas de Puigdemont. «Estoy más que harto», le dijo a su antiguo pupilo ante la nueva negativa del prófugo a una investidura simbólica y otra ejecutiva. Pero Puigdemont no cede un ápice y su entorno alimenta la restauración de su única presidencia legítima. Los republicanos y un sector del PDECaT no lo comparten e insisten en un acuerdo global de legislatura que no les perjudique con nuevos procesos judiciales. La propia número dos de ERC, Marta Rovira, está citada en el Tribunal Supremo el próximo día 19, junto a la coordinadora general del PDECaT, Marta Pascal.

Estas citas condicionan el margen de maniobra de ERC y los críticos neoconvergentes, mientras da alas a Puigdemont en su lujoso retiro de Waterloo donde, según las fuentes consultadas, se ha instalado cómodamente. El duelo dentro del PDeCAT es enorme y todos coinciden en que la filtración de nombres alternativos como Elsa Artadi, Jordi Turull y Josep Rull «busca quemarlos». La poderosa jefa de campaña firmó ella misma la propuesta de reforma legislativa para investir a Puigdemont desde Bruselas, y los excarcelados Turull y Rull tienen imputaciones judiciales. En medio de tales contradicciones, Atardi sigue siendo la que suena con mayor fuerza, toda vez que la decisión final dependerá de los 22 diputados de Junts x Cat fieles a Puigdemont. «Están haciendo teatro», advierten los soberanistas partidarios de desencallar la situación y participantes en los contactos.

Los recelos son muy fuertes, ahora con la declaración de Marta Rovira como argumento para relentizar las negociaciones. Frente a la actitud inmovilista de Puigemont y su núcleo duro, ERC reclama un acuerdo global que impida una anulación del Tribunal Constitucional: reconocimiento simbólico de un llamado Govern en el exilio, sin validez jurídica, investidura presencial y efectiva de otro candidato en el Parlament, plan legislativo y composición del gobierno de La Generalitat con carteras de peso, entre ellas las económicas y el control de los medios de comunicación públicos. El limbo político puede seguir tras el informe de los letrados del Parlament, profundamente divididos, que traslada toda responsabilidad sobre los plazos a Roger Torrent. Según fuentes próximas al presidente de la Cámara catalana, no tiene mucha prisa y aguarda propuestas de los grupos parlamentarios para desatascar la investidura. «Una pescadilla que se muerde la cola», en palabras de dirigentes constitucionalistas de Ciudadanos, PSC y el PP.

Así las cosas, el horizonte prevé nuevas citaciones judiciales la semana próxima: la número dos de ERC, Marta Rovira, el ex presidente Artur Mas, la coordinadora general del PDECaT, Marta Pascal, las cuperas Mireia Boya y Anna Gabriel, y la ex presidenta de la Asociación de Municipios Independentistas (AMI), Neus Lloveras. Ello puede enfriar las negociaciones hasta que se produzcan, máxime cuando el informe de los letrados del Parlament apunta que el plazo para la investidura aún no ha empezado.

El cansancio y hartazgo en el mundo soberanista es evidente, junto a los temores de unas nuevas elecciones, que Puigdemont pretende forzar si no es investido en una votación. Sería algo delirante, cinco elecciones autonómicas en ocho años.

El desenlace depende de consensuar un texto que colme las aspiraciones de «El Puchi» con otro candidato y un escenario que no sea invalidado por el Tribunal Constitucional. Algo difícil, dado que el gobierno ya ha anunciado inmediatos recursos contra toda decisión fuera de la ley, el TC ha prohibido explícitamente una investidura sin el aspirante presente en el hemiciclo, y Esquerra Republicana advierte que no quiere incurrir en nuevas ilegalidades. Cien días después, Oriol Junqueras se consume tristemente en la cárcel, los antaño activistas del independentismo se desmoronan, y Carles Puigdemont vive a lo grande y manda. Un auténtico vodevil, mientras los partidos constitucionalistas instan al presidente del Parlament, Roger Torrent, a no eternizar este bloqueo. De momento, este les ha devuelto la pelota.