Presión

Junqueras reclama su sitio dando por hecha la amnistía

El PSOE desmiente que en el pacto para la Mesa del Congreso se cerrara la amnistía y el líder independentista avisa de que no pedirá perdón por el 1-O ni renunciará a la unilateralidad

Pedro Sánchez no solo se enfrenta a la dificultad de lograr tejer una suma aritmética suficiente para superar la investidura y seguir en el poder, sino que tiene por delante –además– el obstáculo añadido de hacer compatibles los apoyos de quienes se profesan una declarada rivalidad política y en las urnas. Fuentes socialistas reconocen los «equilibrios» que tienen que hacer en la negociación, sobre todo en lo que respecta a la órbita catalana, aunque en el ámbito vasco también hay una fuerte competencia electoral entre el PNV y EH Bildu de cara a las elecciones del próximo año. Esta tensión ya se percibió en la negociación de la Mesa del Congreso en la que al pacto con Junts, anunciado a primera hora del 17 de agosto, le siguió inmediatamente una rueda de prensa de ERC en el Congreso de los Diputados en la que los republicanos buscaban capitalizar los réditos del acuerdo. «Están en competición», dicen fuentes gubernamentales, que apuntan a la necesidad de cada una de las partes de rentabilizar cada avance que se certifica.

En esta línea encuadran la aparición de Oriol Junqueras ayer en el estreno de las lenguas cooficiales en el Congreso, la cual no fue baladí. El líder independentista se pronunció en un momento en el que los socialistas exigen a sus socios que abandonen la vía unilateral. Ante esta línea roja, los republicanos buscan elevar el órdago en una negociación de máximos. Junqueras dio por hecha ayer la amnistía, aunque no precisó si debía de materializarse antes de la investidura de Pedro Sánchez. «Cuanto antes», señaló ante los medios. Algo que no pasó desapercibido en el Gobierno, donde recogieron sus advertencias como tan solo eso, sin peso en la mesa de negociación. Según Junqueras, los socialistas se comprometieron a la amnistía en el pacto para la Mesa del Congreso y ahora debe cumplirse. A su modo de ver, en ese acuerdo, se «especificaba poner fin a las formas de represión con todas las medidas legales necesarias». Los republicanos están convencidos de que «entre esas medidas legales se incluye la amnistía». Por tanto, reclaman al Ejecutivo «cumplir con sus compromisos» al disponer, dicen, de «las herramientas necesarias», en relación a una ley de amnistía. Al mismo tiempo, Junqueras, sigue sin ceder en algo que para el Ejecutivo es infranqueable: la unilateralidad. Consideró la autodeterminación como un «derecho democrático». Tampoco mostró arrepentimiento por el referéndum del 1 de octubre. «Nadie debe arrepentirse de aquello que en ningún momento ha constituido un delito», sentenció.

Por su parte, el Gobierno sigue sin llenar los vacíos comunicativos en torno a la amnistía, conjurados a la estrategia de la «máxima discreción» en la que se desarrollan las negociaciones. Mientras Moncloa calla, otros actores políticos ocupan ese espacio como ayer hizo Junqueras, dando por hecho que Sánchez ha aceptado la amnistía. Una palabra que los socialistas no pronuncian, pero de la que tampoco reniegan, como sí hacían antes del 23J cuando no dudaban de calificarla de inconstitucionalidad.

En el Ejecutivo se mueven en una amplia escala de grises y evitaron ayer desmentir las contundentes aseveraciones del ex vicepresidente de la Generalitat para sortear el choque con los interlocutores con los que se está conversando. Aferrándose a su condición de portavoz del Gobierno, ese rol que olvida cada martes en sus ataques al PP desde la mesa del Consejo de Ministros, Isabel Rodríguez huyó de cualquier posicionamiento sobre esta cuestión y se limitó a desplegar el argumentario gubernamental de las últimas semanas. El máximo nivel de discrepancia con los independentistas que está dispuesto a exhibir Moncloa es recordar que se encuentra «en las antípodas» de los postulados de ERC.

En privado, sin embargo, fuentes socialistas rechazan que exista ningún acuerdo sobre la amnistía y menos en los términos pactados para la Mesa del Congreso. Creen que Junqueras hace una interpretación extensiva del punto en el que se hablaba de «poner fin a toda forma de represión» sin que esto cristalizara en la medida de olvido. Atribuyen el movimiento de ERC a su necesidad de capitalizar los réditos de la negociación en su pugna con Junts.

Además, el Gobierno recuerda que Pedro Sánchez «ha demostrado durante cinco años su capacidad para recuperar la convivencia y el diálogo y para proteger el marco constitucional en España en todos los territorios». Tanto es así y tan exitosa ha sido esa gestión para Moncloa, que Rodríguez llegó ayer a dar por «resuelto» el conflicto en Cataluña.