Terrorismo yihadista

La yihad proclama que el mayor pecado es la democracia y votar en las urnas

Admite que dedica grandes esfuerzos a la “guerra mediática”.

Un auténtico alegato en contra de las democracias como forma de Gobierno y una defensa de los regímenes islamistas dictatoriales
Un auténtico alegato en contra de las democracias como forma de Gobierno y una defensa de los regímenes islamistas dictatorialeslarazon

El Estado Islámico, Daesh, reconoce que “libramos una guerra contra los enemigos de Dios por parte de infieles, politeístas y apóstatas en muchos niveles, ideológicos, militares y mediáticos”.

El Estado Islámico, Daesh, reconoce en un mensaje difundido por sus redes sociales que “libramos una guerra contra los enemigos de Dios por parte de infieles, politeístas y apóstatas en muchos niveles, ideológicos, militares y mediáticos”. Es decir, los terroristas yihadistas proclaman que su guerra “mediática”, que desarrolla a través del “Cibercalifato”, es tan importante como los atentados o la fanatización ideológica de sus miembros.
Con todo, consideran que el más importante de los combates es aquel donde los soldados del Califato buscan lograr la unificación y difusión de Dios, mientras buscan a los cruzados, infieles y apóstatas que se encargan de difundir el politeísmo”. Se entiende que para eliminarlos.
Consideran que el mayor pecado es que “las personas sean socias de Dios en la legislación y la gobernanza bajo el nombre de democracia, y acceder a ella desde la más amplia de sus puertas: las urnas”. “Esta es una articulación en la lucha del califato con los infieles, no hay lugar para la adulación o la negociación, ni hacer la vista gorda”.
“El Estado Islámico ha movilizado todas sus energías a lo largo de estos años para difundir el monoteísmo y la guerra al politeísmo. Las elecciones no comienzan en un país a menos que los muyahidines adviertan a la gente de no caer en esta apostasía por todos los medios y apunten con toda su energía a frustrar este proceso (...) incluso atacando sus edificios y matando a sus defensores y promotores”.
"Después de todas las exhortaciones y sacrificios del Estado Islámico para evitar que la gente eluda el politeísmo, los imanes de la infidelidad, bajo los auspicios de los países de la Cruz, salen con sus elecciones politeístas. No solo arrojaron toneladas de bombas sobre las cabezas de niños, mujeres, ancianos y hombres, sino que quieren arrastrarlos al infierno. A través de las urnas y Dios no lo quiera”.
Un auténtico alegato en contra de las democracias como forma de Gobierno y una defensa de los regímenes islamistas dictatoriales, en los que se aplica la sharia (el islam en su interpretación más rigorista) como legislación básica.