El personaje

María Gámez: Luces y sombras de una gestión

Una nube de sospechas y un gran malestar inundan estos días el ministerio del Interior y la Guardia Civil

Gamez
GamezIlustraciónPlatón

A pesar de que el Gobierno se ha lanzado en tromba a presentarla como un ejemplo de honestidad, ética personal y responsabilidad, la dimisión de María Gámez como Directora General de la Guardia Civil ha causado estupor en el Cuerpo y desatado una tormenta política por los hechos que vinculan a la Benemérita, una Institución de enorme prestigio en nuestro país, con el caso «Mediador» en el que los socialistas no han dudado en humillarla cediendo ante sus socios de ERC y Bildu para intentar tapar el escándalo de «Tito Berni» que es ya todo un culebrón. Muchas luces y sombras se ciernen sobre esta decisión de Gámez, tanto por la vehemencia en enfatizar que el único motivo es la imputación de su esposo, Juan Carlos Martínez, en una pieza judicial del gran escándalo de los ERE en Andalucía bajo los gobiernos del PSOE, como por el momento elegido por algunos casos aislados de corrupción que afectan a miembros del Cuerpo, y así también por la puesta en escena de la despedida de Gámez flanqueada por altos mandos laureados de la Guardia Civil, estrechos colaboradores en la etapa de la directora ya saliente. María Gámez Gámez no ha estado a la altura ni ha sido clara en su decisión final.

Algunos recuerdan ahora el cese de María Gámez con los peores años de Luis Roldán, un director de la Guardia Civil que salpicó la imagen del Cuerpo con una cascada de escándalos que, inevitablemente, rodean ahora la nube de sospechas y un gran malestar que inundan estos días el ministerio del Interior y la Guardia Civil. Ninguna Institución está libre de comportamientos poco ejemplares de algunos de sus miembros, pero el prestigio y la honradez de la Benemérita está bien demostrado a lo largo de sus casi doscientos años de historia. Por ello, el Gobierno no debería haber cedido a crear una comisión de investigación en el Congreso sobre la Guardia Civil exigida por los separatistas y bilduetarras herederos de una banda terrorista que tiñó de sangre a inocentes servidores de la Patria. Motivos para el cese de María Gámez, una directora controvertida, había varios, pero aún así ella niega que tenga que ver con el caso «Cuarteles», utilizado para solapar el escándalo del «Tito Berni», y únicamente se ciñe a la imputación de su marido y dos de sus cuñados en el procedimiento judicial de los ERE. Juan Carlos Martínez ha sido citado por el juzgado de Sevilla «sin entrar en el derecho a la presunción de inocencia», según dijo la propia María Gámez, tras insistir en que no permitirá que ello dañe la imagen de la Guardia Civil. Añadió que abandonaba el Instituto Armado satisfecha y que su objetivo es salvaguardar los valores, los principios éticos y a su propia familia.

María Gámez siempre ha sido una figura emergente en el socialismo andaluz, ambiciosa y trepadora, según quienes bien la conocen. Su marido, Juan Carlos Martínez, está imputado en el caso Santana Motor, una de las piezas del gigantesco escándalo de los ERE. Gámez fue delegada de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa en Málaga, de quien dependía la polémica Agencia Idea, empresa de la Junta de Andalucía responsable de las ingentes subvenciones del entramado y de las que, presuntamente, se beneficiaron su marido y dos de sus hermanos. María era una mujer en auge dentro del partido y su ascenso fue rápido como Delegada del Gobierno de la Junta andaluza en Málaga y candidata a la Alcaldía por esta ciudad en dos ocasiones. Nacida en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, es la menor de los once hijos del farero de Estepona, algo que imprimió en su carácter una gran pasión por el mar y el silencio. Quienes la conocen destacan que es una mujer fría, enérgica y con la cabeza bien amueblada. Licenciada en Derecho por la Universidad de Málaga, alta funcionaria del Cuerpo Superior de Administradores Generales en la Junta de Andalucía, todo su carrera política se forjó en esta tierra hasta que siendo Delegada del Gobierno en Málaga fue la primera mujer nombrada Directora General de la Guardia Civil a propuesta del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, quien no ha regateado elogios a su figura. Para el ministro Gámez ha sido la mejor Directora del Cuerpo militar y su salida la ve «dolorosa, injusta, pero necesaria».

El pasado miércoles día 22 acudió como siempre a primera a su despacho y mantuvo la habitual reunión con sus colaboradores. Fue a media mañana cuando le llegó la noticia de que su marido había sido citado por un juez de Sevilla en el procedimiento de los ERE. Según fuentes del Cuerpo, la Directora acudió al ministerio del Interior, se reunió a solas con Fernando Grande-Marlaska y poco después anunciaba su sorpresiva dimisión. Otras fuentes aducen que la orden vino directamente de La Moncloa, para intentar tapar los coletazos del escándalo «Tito Berni», pero lo cierto es que todo el Gobierno se lanzó en tromba a defender a Gámez. Llegó al cargo en sustitución de Félix Azón, fue la primera mujer al frente de la Institución con 178 años de historia, y su gestión o ha pasado desapercibida. A finales de mayo de 2020 participó directamente en el polémico cese del coronel Diego Pérez de los Cobos al frente de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid por negarse a entregar al ministro del Interior un informe sobre la posible expansión del Covid en la marcha feminista del ocho de marzo.

Ahora, tras la imputación de su marido, Juan Carlos Martinez, por el juzgado de Instrucción número seis de Sevilla por la presunta comisión de delitos de «prevaricación administrativa, malversación y blanqueo de capitales», cuando trabajaba a las órdenes del antiguo consejero de Obras Públicas, Francisco Vallejo, condenado en la trama de los ERE, se ha visto obligada a dimitir. Bajo una nube de rumores aún no aclarados, María Gámez Gámez, la hija del farero, andaluza de estirpe, reitera su orgullo por haber puesto «un granito de arena» para que la Guardia Civil sea una de las Instituciones más queridas y valoradas del país.