Justicia

«Melilla 1936»: en defensa de la independencia judicial

Juristas ensalzan la primacía del derecho sobre la "barbarie" en la presentación de la última novela de Luis María Cazorla, ambientada en la Guerra Civil

Coloquio judicial en el Ateneo @ Gonzalo Pérez Mata
Presentación en el Ateneo de "Melilla 1936", del académico de la Academia de Jurisprudencia Luis María Cazorla Gonzalo Pérez Mata Fotógrafos

La presentación del libro «Melilla 1936» (Editorial Almuzara), de Luis María Cazorla, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia, ha reunido en el Ateneo de Madrid a un puñado de destacados juristas en defensa de la independencia judicial. El hilo conductor, la historia de Joaquín María Polonio Calvente, un juez de instrucción de Melilla rescatado del olvido por Cazorla que vivió horas convulsas tras el levantamiento militar que desencadenó la Guerra Civil, y que en la zozobra inherente a cualquier contienda fue capaz, según destaca el autor, de mantenerse firme «hasta sus últimas consecuencias» como «escrupuloso garante de la legalidad vigente». Hasta el punto de que su desempeño profesional, amenaza con irritar a los que traman una sublevación contra el régimen de la Constitución de 1931.

En el coloquio, moderado por el magistrado del Tribunal Constitucional (TC) Enrique Arnaldo, han participado –además del propio Cazorla– el magistrado Pablo Lucas, presidente en funciones de la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo, y el expresidente de alto tribunal y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) Javier Delgado, en un acto presentado por el abogado Mariano José Herrador, presidente de la Asociación Justicia y Opinión.

«Melilla 1936» completa la trilogía de novelas históricas que el abogado del Estado y letrado de las Cortes ha dedicado a la Segunda República, pero a diferencia de las dos anteriores –«La rebelión del general Sanjurjo» y «La bahía de Venus»– todos los personajes que desfilan por sus páginas son reales.

Cazorla: "El derecho español no está en su mejor momento"

El autor del libro ha asegurado que la novela nace "para rendir justicia" al juez Polonio Calvente y describe los hechos narrados como la expresión "de una tragedia nacional, lo que nunca puede volver a ser, el odio hasta el extremo, el cainismo desatado". "Es una tragedia brutal en la que podíamos habernos visto envueltos cualquiera de nosotros en la barbarie que se desató", ha afirmado Luis María Cazorla respecto a los albores de la Guerra Civil. "La barbarie "nunca puede atropellar al derecho", ha enfatizado.

El académico de la Academia de Jurisprudencia ha subrayado que el tema que aborda la novela "tiene una gran actualidad hoy", porque recrea "la entronización del desprecio y el atropello del derecho" en unos tiempos, ha dicho, en los que percibe "un cierto desprecio al derecho, como si fuese una cosa de derechas" y en los que aflora, ha lamentado, una "pésima técnica legislativa". "El derecho español -ha señalado- no está en su mejor momento".

Arnaldo: "Un maestro para otros jueces cien años después"

En esa misma línea, Enrique Arnaldo ha ensalzado la independencia judicial "como pieza maestra del estado de derecho" y ha resaltado que es un valor "complementario" de la sumisión a la ley. El magistrado del Constitucional ha glosado al personaje central de la novela de Cazorla, "un juez de carne y hueso novelado por un jurista, que es quien mejor podía entender a un juez de trinchera que personifica ese valor que es la independencia judicial".

Para Arnaldo, la novela "auna el rigor histórico con el ritmo dramático" para poner de relieve "los valores de una persona que puede erigirse, cien años después, como maestro para otros jueces que ejercen la misma función".

"Son hechos tremendos", ha dicho el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Lucas, en un libro "que te atrapa porque está narrado de forma magistral". El destino de Polonio Calvente, ha dicho, "lo sella no la fortuna", sino "su integridad personal" en un escenario que define como de "enfrentamiento existencial".

Pablo Lucas: "Se le juzgó y condenó sin ningún proceso"

"Es un juez que desde su posición de independencia quiere defender el orden jurídico, el respeto a la Constitución y a la ley, a pesar de las advertencias y amenazas", ha resaltado Lucas, lo que le aboca a una condena a prisión por rebelión y, posteriormente, a muerte. "Se le juzgó y condenó sin ningún proceso legal ni garantía alguna, precisamente por ejercer su jurisdicción" ha puesto de relieve como exponente de la importancia de contar con "jueces independientes" que garanticen el cumplimiento de las reglas, "sin las cuales no es posible ningún tipo de convivencia".

Polonio fue, ha destacado, "un juez independiente, imparcial, responsable y sujeto al ordenamiento jurídico y el libro lo pone de relieve con suma claridad". "Afortunadamente, en la actualidad vivimos en un estado de derecho con jueces independientes que no atienden a instrucciones de nadie", ha puesto en valor. "Y desde esa posición, tutelamos los derechos de todos". Por eso, ha dicho, el recuerdo del protagonista "es importante, porque no podemos ignorar lo que la historia nos enseña: que el más sólido de los sistemas jurídicos puede sucumbir ante quienes quieren derribarlo". Y eso, ha subrayado, "no conviene olvidarlo". "Hay que luchar por el estado de derecho", ha destacado.

Javier Delgado: "Defendió con entereza la dignidad de la jurisdicción"

Por su parte, el expresidente del Tribunal Supremo y del CGPJ Javier Delgado se ha centrado en los hechos que reconstruye la novela de Cazorla y ha asegurado que "el verdadero protagonista del libro es Melilla". El también exmagistrado del TC ha recordado que Joaquín Polonio llegó al juzgado de instrucción melillense en febrero de 1936, poco después de que se celebraran las elecciones ganadas por el Frente Popular, y que entre sus funciones figuraba sustituir al gobernador civil en casos de enfermedad.

Tres meses después, tras el golpe militar Polonio fue detenido y terminó siendo fusilado. "Solo vivió en Melilla cien días en libertad", ha rememorado, en una sociedad sometida a "una tensión evidente que no pudo desconocer".

Delgado ha resaltado que en un principio Polonio, que era visto en Melilla como "un hombre de izquierdas" que en alguna ocasión se mostró partidario de un gobierno "de obreros y campesinos", se refugió en el viejo adagio popular "zapatero a tus zapatos". Dio muestras sobradas, de su independencia judicial, pero el 19 de abril de 1936, desempeñando labores propias de la delegación gubernativa, es informado de la reunión de un grupo de militares en el casino militar de Melilla, que termina clausurando, lo que le granjeó la enemiga de los militares.

El expresidente del Supremo ha ensalzado el "muy exigente sentido del deber" de Polonio, así como "su valor para adoptar decisiones que suponen un grandísimo riesgo para su vida y la entereza con la que defendió la dignidad de la jurisdicción ordinaria". "Solo la fuerza bruta me haría entregar el juzgado", llegó a decir plantando cara a los militares sublevados.