Opinión

Las modas pasan y, mientras, los efectos pueden ser incalculables

Más allá de campañas creativas e innovadoras lo que desean y necesitan los jóvenes es seguridad y confianza

Manifestación de jóvenes con motivo del 15M en la Puerta del Sol de Madrid
Manifestación de jóvenes con motivo del 15M en la Puerta del Sol de MadridLa RazónLa Razón

En estos últimos meses, está resultado relevante el interés de los partidos políticos en dirigir su comunicación hacia los espacios frecuentados fundamentalmente por la población más joven. La carrera se centra en plataformas como Tik Tok, Twitch o YouTube. Para ser escuchados y escuchar cuál es la conversación mayoritaria entre las generaciones más jóvenes es clave estar donde ellos conviven, conversan y pasan muchísimas horas al cabo de su jornada.

Hace un tiempo nuestra atención se centraba en combatir la apatía y el desinterés que percibíamos en ellos, hoy en cambio, lo que sorprende es su deslizamiento a las posiciones más extremas en la derecha. Muchos están llegando a poner en duda la garantía que supone vivir en democracia. Estoy convencida de que no nos encontramos ante un problema de comunicación sino de desarrollo vital y de horizonte por parte de nuestros jóvenes.

Si analizamos qué sucede en otros lugares de Europa y del mundo, encontramos el mismo comportamiento y deslizamiento ideológico. Resulta preocupante la tendencia del voto joven en Francia, donde arrasa Le Pen, o los apoyos que está concitando en un país como Alemania una fuerza fascista y antisemita como Alternativa por Alemania. Fuera de nuestro continente el escenario no es más esperanzador. Los resultados en Argentina de Milei entre los jóvenes y el giro a la derecha en EE UU, confirman la tendencia. Nuestros jóvenes expresan a través de la intención del voto su enfado, su frustración e incluso su deseo de ruptura con el sistema que entienden no les ofrece expectativas de futuro para vivir, al menos, como lo han hecho sus padres.

En el año 2011 este desasosiego y sentimiento se canalizó a través del movimiento 15M hoy, en cambio, parecen virar a posiciones de la derecha más extrema. Las cuestiones son similares, empleos precarios, dificultad en el acceso a la vivienda (hace tres lustros fueron los desahucios) y dificultades enormes para emanciparse. Entonces su bandera fue la lucha por los derechos y más igualdad, en estos momentos el individualismo, incluso la soledad de las redes, ha hecho mella en nuestra generación Z.

En cada lugar las protestas de estos jóvenes están siendo diferentes. Solo hay que prestar atención a las revueltas no pacíficas de países como México, Perú, Marruecos o Nepal, para entender que hay una generación a la que estamos fallando y llevando a la desesperación y al desasosiego. En este terreno siempre acaban calando los que pretenden acabar con el sistema que garantiza libertad, derechos y convivencia. Al otro lado de esta realidad hay ejemplos esperanzadores. La campaña del reciente elegido alcalde de Nueva York, el demócrata Mamdani, combinó la presencia actual y moderna en redes, la proximidad de tres millones de visitas puerta a puerta y los mensajes que iban dirigidos a aquellos que más les preocupa a nuestros jóvenes, la precariedad laboral y las dificultades económicas y la vivienda.

Estoy convencida de que la principal preocupación de nuestros jóvenes está ahí. Más allá de campañas creativas, innovadoras incluso transgresoras en términos de comunicación política, que considero positivas, lo que desean y necesitan nuestros chavales es seguridad y confianza en sus necesidades presentes y en su futuro inmediato.

Las dificultades para cursar la formación que desean, universitaria o de grado medio, empleos que rozan el salario mínimo porque en demasiados casos son involuntariamente a tiempo parcial y les impide acceder a un alquiler o a emanciparse, es la clave de bóveda de esta situación.

Lo que están encontrando y a lo que se aferran son soluciones simples y falsas, pero emocionalmente impactantes. Las élites no les escuchan, los de abajo contra los del arriba, solo el pueblo salva al pueblo. El mensaje es simple, el sistema te está fallando hay que acabar con él o tu vida no irá a mejor. Una generación que nació en democracia, que no conoció la falta de libertad y privaciones de toda índole, difícilmente podrá hacer una comparación objetiva, y es carne de cañón ante este tipo de movimientos.

Paralelamente se va produciendo un enfrentamiento generacional entre jóvenes con empleos mal pagados, en torno a un 30% inferior al desarrollado por generaciones anteriores en las mismas categorías, con jubilados que tras toda una vida trabajando deben tener derecho a pensiones dignas y justas. Los primeros empiezan a sentir que ni disfrutarán de ellas y que es parte del problema que ellos atraviesan. Un conflicto generacional muy preocupante si sigue creciendo. No es cierto, pero así empieza a ser percibido. Empleos con salarios dignos y pensiones revalorizadas es de justicia e indispensable para que el sistema funcione.

La respuesta y la solución no debemos creer que está solo en el canal de comunicación. Debemos estar ahí, ser escuchados, pero hacerlo dando respuesta a la realidad que les ha tocado vivir, en caso contrario será estéril. Necesitan respuestas a su precariedad laboral, sentir que el ascensor social sigue funcionando y que la vivienda realmente será la apuesta de este país en el momento que más se necesita, y todos los gobiernos desde lo local al Estado tienen responsabilidad.