
La legislatura, en el alambre
Moncloa pide tranquilidad ante el desconcierto por la amenaza de Puigdemont
El Gobierno admite que el hecho de que Sánchez pidiera «tiempo» a Junts da cuenta de la gravedad de la situación

El Gobierno pide tranquilidad ante la amenaza de ruptura unilateral por parte de Junts. «Todo el mundo dice que esta vez van en serio. ¿Pero en serio de qué? ¿Que van a dejar de votarnos? Si eso ya lo han hecho», explica a este diario una fuente con asiento en el Consejo de Ministros. Pero esta misma fuente admite el desconcierto que hay en el palacio presidencial, donde los negociadores de cabecera, como el ministro de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, lo están pasando francamente mal.
El propio presidente, Pedro Sánchez, ante la gravedad de la amenaza, tuvo que pedir ayer «tiempo» a Carles Puigdemont desde Bruselas para evitar que Waterloo dinamite la legislatura. En cualquier caso, en el Gobierno no tienen nada claro cómo puede romper el expresidente catalán. Las fuentes consultadas en Moncloa siguen sin ver posible una alianza de Junts con el PP para derribar a Sánchez. No la contemplan ni por asomo.
El líder socialista evitó confirmar si mantendrá un encuentro con Carles Puigdemont para intentar calmar a Junts. “Esas reuniones se producirán cuando toque”, se limitó a responder. El socio independentista del Ejecutivo amenaza con tensar aún más la cuerda y prepara una consulta entre sus bases para decidir si rompe definitivamente con el PSOE. “Lo que está en nuestra mano lo estamos cumpliendo; lo que no depende de nosotros, trabajamos para que se cumpla”, afirmó Sánchez, en alusión a los compromisos alcanzados entre socialistas e independentistas catalanes.
Preguntado por los periodistas sobre si una reunión con Puigdemont podría ayudar a frenar la nueva crisis que se cierne sobre la coalición, el presidente insistió: “Lo he dicho mil veces. ¿Para qué hemos aprobado una ley de amnistía? Para normalizar la situación de los actores políticos”. Y, ante la reiteración de las preguntas, zanjó el asunto con ironía: “Esas reuniones se producirán cuando toque. Ya tenéis titular”. También subrayó su respeto “por el funcionamiento interno de cualquier partido político, faltaría más”.
Hace tiempo que el Gobierno confía en que Puigdemont no se atreverá nunca a apretar el botón de la bomba nuclear. Desde que Santos Cerdán, el exsecretario de organización del PSOE, entró en prisión provisional el pasado 30 de junio, el Gobierno perdió uno de los intermediarios de confianza con Puigdemont. Ahora solo queda el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero como principal mediador con Junts. También se mantiene, dada la influencia que ganó por Cerdán, el diputado por Jaén Juan Francisco Serrano, que fue el «número dos» del navarro.
Las fuentes consultadas en el Gobierno admiten que necesitan como sea dilatar al máximo la convocatoria de unas hipotéticas elecciones. El presidente está inmerso en una campaña de polarización y agitación ideológica que necesita que funcione. Nadie dentro de Moncloa duda de que, llegado el caso, si a Sánchez le dan los números, apretará el botón. Pero el horizonte político y judicial que enfrenta no puede ser más complicado. Hay cosas que Sánchez no puede dar a Junts porque no dependen de él, como la oficialidad del catalán en la Unión Europea o la transferencia de las competencias migratorias. Por eso, Sánchez pidió tiempo. Y paciencia.
En Moncloa admiten que el mero hecho de que Sánchez se pronunciara ayer muestra la gravedad de la amenaza por mucho que intenten rebajarla. Pero todo indica que, sea lo que sea lo que trama Junts, en el Gobierno no se huelen la tostada. La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, avisó en «Al Rojo Vivo», La Sexta, de que su partido decidirá el lunes, en su reunión en Perpiñán (Francia), cuál será su relación con el Gobierno. Pero sí quiso enfriar la posibilidad de apoyar una moción de censura contra Sánchez, esgrimiendo que tanto PP como PSOE tratan de la misma manera a Cataluña. Nadie cree nada ya a estas alturas. Sánchez recibirá su veredicto el lunes y se sentará ante los leones del Senado tres días después, donde tendrá que dar explicaciones por la trama de corrupción que campó a sus anchas en el Ministerio de Transportes y que le ha puesto contra las cuerdas.
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