Recomposición de la derecha

El PP necesita ganarle a Vox millón y medio de votos

Génova ajusta su estructura y su estrategia mientras Sánchez remata la negociación de su investidura

La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra durante la rueda de prensa ofrecida este jueves en la Cámara Baja.
La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra durante la rueda de prensa ofrecida este jueves en la Cámara Baja. Sergio PerezAgencia EFE

Feijóo admitió el martes a Carlos Alsina, en una entrevista en Onda Cero, que el pacto con Vox en Valencia y Extremadura le había arrebatado la mayoría en las urnas el 23J. Fue el primer reconocimiento explícito por parte del presidente del PP del daño que los acuerdos post electorales, firmados con la formación de Santiago Abascal en las comunidades autónomas, causaron en las expectativas nacionales de su partido, hasta el punto de cifrar en unos diez diputados la factura que los populares pagaron en las generales por pactar con Vox en estas dos comunidades autónomas.

Este reconocimiento de que aquellos acuerdos tuvieron un coste forma parte de la reflexión amplia que ha abierto la dirección popular sobre qué deben cambiar en su estrategia y en su equipo para corregir los errores que provocaron que el 23J los resultados electorales no fueran los previstos. No está todavía confirmada la investidura de Pedro Sánchez, pero el PP la da tan por hecho que ya ha pasado a la pantalla siguiente.

Los gurús demoscópicos de cabecera les hicieron creer en la campaña electoral que el efecto Vox estaba más que amortizado entre la opinión pública. Y hoy, sin embargo, el PP no solo reconoce que no es así, sino que dentro del equipo de dirección admiten que no podrán volver a gobernar España en tanto Vox mantenga su nivel actual de porcentaje de voto y de escaños.

El voto al PP es más eficiente, porque mayoritariamente se traduce en diputados, mientras que el de Vox se pierde en muchas provincias, como demuestra el estudio del reparto de voto popular en las generales y su conversión en representación en el Congreso. Y no es que no estuvieran avisados en el partido de Santiago Abascal, porque desde Génova, en la interlocución abierta con motivo de la campaña, incluso pidieron al equipo electoral de Vox que renunciara a presentarse en siete-ocho provincias, entre ellas Gerona y Lérida, porque, según les adelantaron, estaban condenados a no alcanzar el porcentaje de voto necesario para obtener representación y eso iba a costa de las posibilidades de cambio y de que Feijóo se consolidase como alternativa a Pedro Sánchez.

Los análisis que hoy manejan en Génova les dicen que el PP necesita recuperar aproximadamente millón y medio de votos de Vox si quiere tener opciones de llegar a La Moncloa, lo que supone reducir a la mitad los votos y los escaños que consiguió Vox en las últimas generales.

No es tarea fácil porque este partido tiene unas singularidades en el apoyo popular distintas a las de Ciudadanos, que nació como formación coyuntural: el suelo de Vox es más resistente, si bien en la dirección popular dicen que «pueden terminar convertidos en un partido con un porcentaje de apoyo muy similar al de Izquierda Unida».

De eso depende el futuro del PP en las próximas convocatorias electorales, y en cómo alcanzar este objetivo es en lo que ya están dando vueltas en el círculo de confianza de Feijóo.

La pregunta clave es cómo normalizar los pactos autonómicos con Vox al mismo tiempo que se marca una clara distancia con este partido a nivel nacional, sobre todo en las posiciones ideológicas más extremistas que defienden. El riesgo está en caer en aquello de soplar y sorber al mismo tiempo.

Mientras Sánchez alarga a la fuerza sus negociaciones para la investidura, por decisión de Puigdemont, en el PP están a la espera de que se publique un nuevo libro de Macarena Olona, donde sospechan que habrá nuevas relevantes informaciones sobre los «trapos sucios» de Vox –el partido en el que ella ha ocupado altas responsabilidades y llegó a ser la candidata a la Junta de Andalucía–, sobre todo en lo que afecta a la financiación.

Las noticias que han empezado a publicarse pueden ser «solo un aperitivo» de lo que la ex diputada de Vox cuente después de su salida abrupta del partido, o al menos en eso confían en las filas populares. Siempre son los rebotados del partido los que acaban abriendo la caja de Pandora: el PP sabe bien cómo funciona ese proceso de venganza interna, después de sufrir el caso Gürtel o Bárcenas, y esto es lo que puede ocurrir en las próximas semanas con los «caídos» de Vox.

La reestructuración estratégica del PP tiene que ir acompañada de un renovación en el equipo, como Feijóo también confirmó a Carlos Alsina el martes. Del Comité de Dirección se caen nombres, por el nuevo contexto, como el de Javier Maroto, Carmen Navarro o Pedro Rollán. Habrá que ver si el mítico Javier Arenas, superviviente de todas las batallas, se mantiene como portavoz en el Senado; qué ocurre con Cuca Gamarra y las dos importantes responsabilidades que ahora ocupa, la secretaría general y la portavocía del partido en el Congreso; y también qué pasa con el cargo de coordinador general si se confirma que el PP pasa a la oposición.

Esta revisión del organigrama y del sentido de este puesto, no significa que Elías Bendodo salga del equipo de dirección, si no que se recolocaría en otras responsabilidades.

Por otra parte, Andalucía, Cataluña y País Vasco son los territorios prioritarios después del análisis de los resultados del 23J. El PP se prepara para una etapa de oposición frontal, en la que, si se confirma el Gobierno de Sánchez, puede darse por hecho que no habrá ningún pacto de Estado entre los dos principales partidos, ni siquiera para renovar el Consejo General del Poder Judicial.

La presión contra la amnistía la mantendrán en las instituciones y hasta en Europa, pero de puertas adentro admiten que no servirá para frenar el acuerdo de la investidura de Sánchez si Puigdemont da el OK desde Waterloo. Hasta hay voces dentro del PP que descuentan el efecto de la presión social en este contexto: «la gente cree que esto de la amnistía es algo de los catalanes, no habrá una revuelta».

Feijóo hará «ajustes» en el PP cuando haya gobierno

El PP está a la espera del arranque de la legislatura y si Pedro Sánchez es o no finalmente investido presidente para comenzar con los «ajustes» en el partido. Después de la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo, tras quedarse a cuatro «síes» de la votación, el PP buscará la fórmula para «adaptarse» a la función de oposición que tendrán que desempeñar en el caso de que así ocurra y no haya una repetición electoral. El propio Feijóo confirmó que habrá «ajustes» sin adelantar cuáles y los trasladará cuando «haya tomado la decisión» y se haya constituido un gobierno. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, indicó que esos cambios buscarán ser la «alternativa y la esperanza» de los españoles en medio de la «gravedad de las circunstancias» actuales, en alusión a la amnistía. «Creo que el presidente de mi partido ha sido muy claro en este aspecto. Somos el primer partido de este país, tenemos una responsabilidad y, por lo tanto, la primera responsabilidad que tenemos es adaptarnos a aquella función que tenemos que cumplir", declaró Gamarra en una rueda de prensa en el Congreso.

En este sentido, indicó que es "lógico" que en el inicio de la legislatura "se adapten los equipos para la función" que tengan que llevar a cabo "en el futuro más próximo".