Estrategia

Los partidos activan sus planes de contingencia para una nueva campaña

Los socios asumen la repetición electoral en Cataluña y sospechan que generaría un efecto dominó a nivel nacional, con un adelanto de las generales

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro SánchezParra / EpParra / Ep

Desde que Pedro Sánchez echó a andar su primer gobierno, después de la moción de censura contra Mariano Rajoy, es la primera vez que entre los socios de investidura del líder socialista se especula con tanta insistencia sobre la posibilidad de que la legislatura no llegue a término y el presidente del Gobierno tenga que convocar elecciones en los próximos meses. Esta previsión solo había salido hasta ahora de las filas populares, para jalear la idea de que estamos ante un Gobierno «en fase de descomposición», pero la sensación de grave inestabilidad también ha calado en la hoja de ruta con la que se manejan los partidos que acompañan a Sánchez desde que aterrizó en Moncloa. Tan es así que han empezado incluso a activar sus planes de contingencia por si Cataluña lleva a una repetición electoral, con un efecto dominó a nivel nacional.

Las alertas de los equipos de campaña no se han desactivado después de los que debían ser los últimos comicios de este ciclo electoral, las catalanas del 12 de mayo. Si existiera una casa de apuestas, en la que jugaran solo los partidos, la opción con más respaldo en la puja sería la de la repetición de elecciones en Cataluña. Intencionadamente o no, desde los satélites más próximos a ERC también están alentando esta posibilidad, y es una opción que compran en el análisis que hacen en el PNV y en otras fuerzas minoritarias. Esta repetición electoral en Cataluña no se confirmará, o desmentirá, hasta finales de agosto, porque la intención de PSC y ERC es apurar los plazos para sentarse a negociar y para formalizar la convocatoria del Pleno de investidura, que tiene como fecha tope el 26 de agosto. Tiene su sentido si se tiene en cuenta que lo que buscan los socialistas es frustrar el deseo de Carles Puigdemont de asistir a una convocatoria fallida de investidura con la candidatura de Salvador Illa, para luego presentarse él, incluso sabiendo que no tiene los votos para ganar. Hasta en este supuesto, el golpe de efecto de un discurso de Puigdemont en la tribuna del Parlament es innegable, y en el PSC también temen su alcance para el caso de que se vaya a una repetición electoral.

Así, como ya es habitual, Sánchez se mueve en un circo de varias pistas, y en todas están volando los platillos. Por un lado, necesita cortocircuitar los efectos políticos del regreso de Puigdemont, pensando en los intereses del PSC. Al mismo tiempo, necesita seguir ejecutando sus acuerdos en relación a la amnistía, y ahí está la Fiscalía dejándose los últimos activos que le quedaban, para que Junts no pueda reprocharles nada y poder mantener la esperanza de que sigue abierta la vía para negociar los Presupuestos y la actividad legislativa en Madrid, aunque tengan presente que la probabilidad de conseguirlo es pequeña. Los más optimistas, que son los de siempre dentro del PSOE, niegan la mayor y aseguran que hay «cartas» debajo de la manga para mantener en funcionamiento los dos circos, el de Madrid y el de Cataluña, con los de Puigdemont.

El verano se va a hacer largo, y todas las partes implicadas tendrán que ocupar el tiempo en ganar la batalla del relato. Sánchez acostumbra, eso es cierto, a apurar los tiempos y a llegar hasta donde se veía imposible, no solo porque él lo negara, para no perder la batalla en el corto plazo. Pero esta habilidad extrema de supervivencia hoy despierta menos confianza que nunca entre sus costaleros. Si hay repetición en Cataluña, en esa casa de apuestas en la que juegan los socios de Sánchez hay división de opiniones entre los que creen que esto llevaría a un convocatoria de elecciones generales el mismo día 13, coincidiendo con Cataluña, y lo que sostienen que el presidente puede aguantar hasta el próximo año, aunque no consiga aprobar unos nuevos Presupuestos.

La opción de unir las dos convocatorias la explican los socios del PSOE en que sería una forma de conseguir que el PSC tirara de nuevo del voto a nivel nacional, como ya ocurrió en julio del año pasado. Es una jugada arriesgada porque las encuestas sostienen ahora mismo que los números no dan para que la izquierda sume para poder formar gobierno con sus actuales socios. Pero en esta decisión manejan como hipótesis de refuerzo la posibilidad de que el PSOE pudiera beneficiarse del voto, que se le está yendo en desbandada a Sumar, si en el electorado de la izquierda se encuentran realmente ante la disyuntiva de una nueva cita en las urnas frente a la que Moncloa vuelva a agitar el peligro de que la «extrema derecha» llegue al poder.

Para poner sordina a un primer aniversario desde las elecciones del 23J, en el que el Gobierno no puede presumir de actividad legislativa, más allá de la amnistía, ni tampoco de haber emprendido relevantes reformas, Moncloa ha echado mano del Congreso para dar un acelerón a la actividad parlamentaria y llenar el tiempo con su plan de regeneración y la ejecución de la renovación del CGPJ. Más difícil será ver concretarse la anunciada reforma del sistema de elección de los vocales, dentro de la bautizada, nominalmente, como «operación por la despolitización de la Justicia», ya que eso queda al albur de que pueda haber consenso en el nuevo Consejo y también en el Parlamento.