La izquierda
Podemos apuntala su rearme ideológico en plena pugna con Díaz
Los morados rebajan el tono para reconectar con la militancia y piden «unidad» a la vicepresidenta a la vez que la acusan de "menospreciar" a Podemos
Hay momentos, en medio de la guerra, en los que es necesario poner pie con pared y asegurarse que el líder de la batalla sigue contando con el aliento suficiente para seguir adelante contra su adversario. Eso es lo que buscaba Podemos con su reunión de la militancia ayer en Zaragoza, bajo el nombre de la «Fiesta de la primavera». Los morados perseguían tener el aval de sus correligionarios para seguir adelante con su estrategia, que pasa por proteger el peso del partido de cara a la próxima confluencia con Sumar de Yolanda Díaz. Y es lo que se llevaron. Un repliegue interno hacia sus posiciones más ideológicas e identitarias que fue aplaudido por las bases. Fuentes de Podemos valoran positivamente el encuentro, cifran la asistencia en 2.400 personas y explican que la cita ha servido para «tomar fuerzas de cara al 28-M».
El viento del cierzo parecía venir a acompañar a la lucha que se vive sin cuartel por la reconfiguración del poder de la izquierda de cara a próximas elecciones generales. El polvo, que llegó a paralizar el mitin central de las líderes de Podemos Ione Belarra e Irene Montero, era el preludio de los meses que se sucederán en medio de la sequía de las negociaciones entre Podemos y Sumar hasta que pasen las elecciones autonómicas.
Con cambio de escenario incluido, los morados exhibieron músculo electoral para sobrevivir a la «muerte» que desde sectores de la izquierda encabezados por Más País –muy alineado con Sumar– vienen vaticinándoles. «Tienen delante al muerto más vivo que han visto en su vida», es la frase lapidaria que les mandó la ministra de Igualdad, Irene Montero en su mitin central. El partido buscó vender la vitalidad de su formación en un momento en el que el resto de fuerzas le dan por amortizado.
Todo el encuentro morado estuvo marcado por los mensajes políticos a la vicepresidenta Yolanda Díaz, a la que a la vez tendían la mano apelando a la unidad y después la retiraban, lanzando dardos. El más sonado fue el del exlíder Pablo Iglesias, que acusó a Díaz de «menospreciar» e «insultar» a Podemos. Pero después reclamó a su partido «altura de miras» para llegar a un acuerdo. El objetivo de la formación era el de diferenciarse del resto de aliados de izquierda, pero dejar de ser ellos los que presumiblemente rompen siempre la foto de la unidad. Así, la ministra Montero reconoció que su partido «no es todo», pero reivindicó que era el «motor» para continuar con las «transformaciones de este país». Presumió de que Podemos y Sumar «son diferentes», pero aseguró que todavía estaban a tiempo de «llegar a un pacto». En un claro mensaje a Díaz, que en la presentación de su candidatura exigió a los partidos su independencia con su «yo, mujer, no soy de nadie», Montero la replicó: «Yo soy mujer de Podemos» y «estoy orgullosa de «no estar nunca sola».
Por su parte, la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, fue la que marcó la nota identitaria. Dejó claro que su partido «no se va a callar» y no será «un adorno del PSOE», una manera de marcar distancias frente a Díaz, a la que siempre censuran por «ponerse de perfil». Belarra denunció el intento de «hundir» a Podemos desde su nacimiento y rechazó el lugar en el que Díaz les ha encuadrado en varias ocasiones, «en la esquinita del tablero».
Fuentes de Podemos abundan en que el partido ha mostrado a su militancia que «aporta una manera muy distinta de hacer política». Reconocen que era necesario lanzar mensajes en torno a la «unidad» y rebajar el tono, tras días de tensión. Para ello, el ambiente festivo de Zaragoza, ayudó. Por último, los morados esperan ahora a junio, confiados en «llegar a un acuerdo de coalición y de unidad», remachan.
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