23J

El PSOE inicia los contactos con Junts: “discreción” e investidura en otoño

Asumen que el cambio en el voto exterior no altera el escenario: "O se está con Vox y el PP o con el resto de fuerzas políticas"

Vista de una pancarta desplegada por parte de Òmnium Cultural, a 28 de julio de 2023, en Barcelona, Catalunya (España). Òmnium Cultural ha desplegado hoy una pancarta gigante donde se lee el mensaje ‘La democracia es el camino: referéndumí, situada en la calle Pelai. 28 JULIO 2023;BARCELONA;CATALUNYA;LONA;ÒMNIUM CULTURAL Europa Press 28/07/2023
Vista de una pancarta desplegada por parte de Òmnium Cultural, a 28 de julio de 2023, en Barcelona, Catalunya (España). Òmnium Cultural ha desplegado hoy una pancarta gigante donde se lee el mensaje ‘La democracia es el camino: referéndumí, situada en la calle Pelai. 28 JULIO 2023;BARCELONA;CATALUNYA;LONA;ÒMNIUM CULTURAL Europa Press 28/07/2023Europa PressEuropa Press

El PSOE sigue instalado en la euforia de la noche electoral del 23J. Una euforia que forma ya parte del relato que han construido y que, por tanto, tardará en disiparse. En la exhibición de un buen resultado -pese a perder las elecciones, los socialistas mejoraron en tres escaños y casi un millón de votos el resultado de 2019- reside la convicción de que están en disposición de revalidar el Gobierno de coalición. Una empresa hartamente complicada y que no depende de su pericia negociadora, sino de la última palabra de un fugado de la Justicia.

En todo caso, en Moncloa ponen las luces largas, saben que esto es una carrera de resistencia y no anticipan una investidura que clarifique el escenario, al menos, hasta otoño. El cambio en el voto exterior tampoco parece alterar el escenario socialista. Tras perder un escaño -en Madrid- en favor del PP, el PSOE necesitará ahora el "sí" de Junts en lugar de la abstención, algo que, con toda seguridad, elevará el precio que los independentistas pondrán a su apoyo. Sin embargo, fuentes socialistas se anticiparon a señalar que la situación para formar mayorías no cambia. "Junts tendrá que decidir si une sus fuerzas a PP y Vox, y abre la puerta a un gobierno de la derecha con la ultraderecha, o se une al resto de fuerzas políticas para evitarlo", aseguran.

El excesivo optimismo de la dirección socialista tiene también algo de impostado en la medida en que mientras mantengan vivas sus aspiraciones de seguir en el poder, ciegan las de un Alberto Núñez Feijóo decidido a tomar la iniciativa y presentarse a la investidura para reivindicarse como fuerza más votada, aunque suponga un intento fallido. Mientras se aleje la expectativa de una nueva cita con las urnas, se mantiene también en estado de apatía a un PP que no se ha recuperado todavía del golpe de las urnas.

En esta estrategia, la cúpula socialista mantiene el convencimiento de que finalmente se conseguirá una mayoría progresista que permita reeditar el Gobierno de coalición. Consideran que las exigencias de Junts -amnistía y referéndum de autodeterminación- para apoyar la investidura de Pedro Sánchez son sólo un punto de partida, una posición de máximos en la negociación que se irán rebajando a medida que esta se produzca, así como un mensaje en clave interna hacia sus propias filas. No pueden apearse de entrada de sus exigencias tradicionales, señalan. Unas exigencias que desde el Gobierno ya rechazan, de plano, por no tener cabida en la legalidad vigente ni en la Constitución, pero que ven “normales” porque tiene que mantener la línea trazada por Junts.

En el PSOE intentan hacer una lectura racional del contexto, como si Carles Puigdemont atendiera a criterios de racionalidad en sus decisiones políticas. Reflexionan que ésta es una oportunidad histórica para el partido, dado que tendrá un protagonismo inusitado en la legislatura. Esperan que las distintas sensibilidades que conviven en la formación, las más pragmáticas, puedan hacer valer esta situación. También la necesidad de evitar el horizonte electoral que se vislumbra en caso de bloquear la investidura de Sánchez.

Una repetición que no contemplan en Moncloa. Ven "poco factible" que Junts entre en una dinámica de enfrentamiento con el PSOE y muy complicado que actúe contra un Gobierno progresista porque les resultaría "difícil" de explicar a su electorado. Exhiben, además, que el 23 de julio, el PSC obtuvo más diputados que todas las fuerzas independentistas juntas y que esta distancia podría ampliarse en caso de concurrir de nuevo a las urnas y que los catalanes percibieran a los de Puigdemont como los culpables de ello.

Con estos ingredientes, los contactos ya han comenzado. A baja intensidad y caracterizados por la “máxima discreción” para evitar las suspicacias entre socios y que una excesiva publicidad, también de cara a las propias parroquias, pueda dar al traste con las negociaciones. Aunque de forma oficial no se abordarán hasta la Constitución de las Cortes, cuando se tiene que elegir la Mesa del Congreso, lo cierto es que ya se ha comenzado a tantear a los socios potenciales para pulsar su disposición al acuerdo. Estos contactos los pilotarán dos personas de la máxima confianza del presidente y líder socialista: su mano derecha en el Gobierno, Félix Bolaños, -el muñidor de los indultos y de la “mesa de diálogo”-, y su mano derecha en el partido, María Jesús Montero, que como ministra de Hacienda también está bregada en las negociaciones con los grupos.

El primer hito será ahormar una mayoría suficiente para retener el control de la Mesa del Congreso cuya negociación anticipará el éxito de la investidura de Pedro Sánchez. Tal como publicara este diario, el PSOE aspira a que Meritxell Batet repita como presidenta y después repartir el órgano con Sumar. Descartan que los partidos nacionalistas e independentistas tengan asiento por los vetos cruzados que se profesan entre ERC y Junts, así como entre PNV y EH Bildu. Otra dificultad añadida de las negociaciones es que los socialistas deberán hacer compatibles los intereses de formaciones con su propia rivalidad, por lo que habrá que trazar un exquisito equilibrio en el trato entre todos ellos.

Para garantizarse su apoyo en la votación de la Mesa, de la que quedarán excluidos, el PSOE está dispuesto a permitir que ERC y Junts tengan “grupo propio”, pese a que no cumplen los requisitos de la Cámara para constituirse de manera automática, al no llegar al 15% de los sufragios en todas las circunscripciones donde se presentaron a las elecciones.