Las manionras internas
El PSOE y Rufián negocian otra izquierda
Los socialistas quieren que el portavoz de ERC dé un paso al frente tras dar a Yolanda Díaz por amortizada
La izquierda española vive la enésima telenovela sobre quién debe liderarla. Y el PSOE, pese a que su objetivo electoral es alimentarse de cuantos votos a su izquierda pueda, necesita que sus primos ideológicos sean competitivos para torpedear una mayoría del PP y Vox que hoy por hoy certifican todas las encuestas. En Moncloa y en Ferraz hace tiempo que dieron por amortizada a Yolanda Díaz y a Sumar.
Por eso, los socialistas han puesto sus ojos en el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. Según ha sabido LA RAZÓN, el portavoz del grupo socialista, Patxi López, negocia con él la eclosión de un proyecto político que reconfigure el tablero electoral. Cabe recordar que fue el propio Rufián quien propuso este verano, desde el Congreso, una integración de las fuerzas políticas de la izquierda soberanista. Rufián sigue la estela de su padrino político: Joan Tardá, principal abanderado de la unidad de las izquierdas soberanistas en el Estado.
El problema es la resistencia de sus «compañeros». Ni su propio partido, liderado por Oriol Junqueras ni EH Bildu están por la labor. Si acaso el BNG vería con buenos ojos sentar las bases de una colaboración estratégica. El PSOE, no obstante, cree que impulsando la figura de Rufián puede favorecer esa reconfiguración que supere el proyecto de Yolanda Díaz.
El último barómetro del CIS ha situado al portavoz de ERC como el líder mejor valorado en la izquierda. Lo cierto es que Rufián se ha convertido en «el político de moda». Sus compañeros, en conversación con este diario, le ven dispuesto. «Dejarse querer es humano», explica alguien que le conoce bien. Pero sus compañeros le mandan dos recados. Uno: que se cuide de los cantos de sirena. «Gabriel tiene memoria y se acuerda de lo que le pasó a Errejón», cuenta una fuente al tanto de los movimientos internos de la izquierda. Lo que vienen a advertir a Rufián es que se cuide de quienes le venden que sería capaz de lograr un apoyo popular considerable, porque la realidad puede ser la contraria. Es más, le recuerdan lo que le pasó en su intento por hacerse con la alcaldía de Santa Coloma.
En cualquier caso, la izquierda reconoce que Rufián está sabiendo conectar con una parte del electorado que espera una respuesta nueva y unitaria por parte de los partidos para hacer frente al crecimiento de la derecha.Pero hay quien, como el propio Tardá, lamenta la poca predisposición: «Cuando Junqueras apunta, de manera excesivamente tímida la posibilidad de candidaturas unitarias de la izquierda soberanista para las municipales en las capitales de comarca, solo en el caso de que desde los territorios surgiera la necesidad, denota, cuando menos, poco convencimiento. De igual manera, cuando Ada Colau afirma que estaría bien que estas candidaturas existieran, pero a continuación necesita dejar claro que, más allá de las elecciones locales, la cuestión no tiene interés, no esconde cómo el tacticismo la tiene muy atrapada», escribió esta semana en una columna.
El papel de Moncloa
El Gobierno apuesta por Rufián, porque hace tiempo que no cree en Yolanda Díaz, con quien existe una tensión latente que se palpó ayer de nuevo en Moncloa cuando llamó a la movilización de los ciudadanos contra el Poder Judicial por la condena al fiscal general ante el ministro de Justicia, mucho más comedido. Félix Bolaños, incluso, le lanzó un par de miradas de esas que matan. Mientras, en el Congreso, los socialistas creen que Rufián les ayuda a conectar más con su izquierda. «Tenemos dos portavoces, Patxi y Rufián», bromea una diputada socialista.
El portavoz socialista, tras la caída de Cerdán, se ha convertido en el interlocutor directo con algunos de los partidos soberanistas, como ERC. Las fuentes consultadas señalan que ambos acostumbran a verse con Rufián en el Congreso para conversar sobre este asunto y sobre política en general.
Lo cierto es que Rufián, dentro de ERC, es visto como un referente de la estrategia de «ensanchar» el partido más allá del núcleo tradicional independentista, lo cual genera recelos en sectores más clásicos del partido. Dentro del grupo parlamentario, en Madrid, las fuentes consultadas explican que Rufián y la «número dos» del grupo, Teresa Jordà, han tenido que rebajar tiranteces. Aunque ambos, en cierta manera, perdieron en el último congreso del partido que revalidó el liderazgo de Junqueras. Es más, Rufián depende de que la cúpula de su partido le sitúe en el puesto de salida de la candidatura por Barcelona. En caso de no lograrlo, el portavoz podría incluso dejar la política.
Rufián sabe que está jugando una de sus últimas partidas en el Congreso. Por eso, va con pies de plomo. En cualquier caso, el PSOE le seduce porque sabe que es un firme convencido de que es mejor que no llegue la derecha.