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Leire Díaz

El PSOE se sume en el «bochorno absoluto» y exige a Sánchez actuar

Preocupación en el partido por la falta de explicaciones y el impacto electoral de la polémica

Si Ferraz pensaba que la «baja voluntaria» del partido pactada con Leire Díez el martes daría carpetazo o, al menos, serviría de cortafuegos para protegerse del escándalo generado, se equivocaba. Y de ello tomaron conciencia a primera hora de la mañana cuando tras una intervención sin preguntas y sin resolver ninguno de los interrogantes que se ciernen sobre el asunto, Víctor de Aldama irrumpía en el Novotel de la calle O’Donnell de Madrid para añadir una dosis de esperpento insuperable a la escena. Los momentos de tensión y desconcierto a los que se pudo asistir en directo por toda España pronto hicieron mella en el ánimo socialista, al límite en los últimos días. «Bochorno absoluto», «calamidad», «desastre total»... fueron algunos de los calificativos recabados por este diario como reacción inmediata a lo que estaba sucediendo.

La desolación que existe en el PSOE por este caso es directamente proporcional al escándalo generado e inversamente proporcional a las explicaciones que se han dado por parte de la dirección nacional y el Gobierno. Cargos consultados muestran su incomprensión por la pasividad del partido y del Ejecutivo ante las informaciones aparecidas en los medios y los titubeos a la hora de desvincularse de la «fontanera». De hecho, la tibia vía disciplinaria que se abrió a nivel interno –un expediente informativo, ni siquiera de expulsión, aunque hubiera motivación para ello– ha quedado superada por la decisión de Díez de darse de baja del partido.

La estrategia de victimización que Ferraz y Moncloa han asumido como escapatoria a las debidas explicaciones, todavía pendientes, asegurando que todo se trata de una campaña de «guerra sucia contra el Gobierno» no cala en los territorios. El malestar interno ha ido a más en las últimas horas y ya no se limita a los sectores tradicionalmente críticos, aunque estos sean quienes se atrevan a alzar la voz sin cortapisas de ningún tipo. La sensación en el partido es que esta cuestión puede acabar arrasándoles también a ellos y demandan que Pedro Sánchez dé un paso al frente y ataje todas las especulaciones, lanzando un mensaje de certidumbre y tranquilidad. «Esto solo lo para Pedro».

El último episodio del serial de Leire Díez ha sido un punto de inflexión para romper filas y pedir abiertamente que se asuman responsabilidades, incluso forzando un adelanto de las generales no previsto en la hoja de ruta gubernamental. El vodevil de Díez y Aldama ha elevado considerablemente la sensación de caos interno. Un dirigente consultado cree que no hay una estrategia efectiva en marcha y que, desde luego, esta no se puede subcontratar en la ronda de entrevistas que la «fontanera» ha emprendido en las últimas horas.

El más explícito, como siempre, fue presidente de Castilla-La Mancha que reclamó que se evite que la dinámica destructiva de la política nacional siga arrastrando a las comunidades autonómicas también en clave electoral. En este sentido y para que las comunidades no sufran el impacto en las autonómicas que ya se produjo en 2023, cuando el PSOE sufrió un tsunami electoral, perdiendo el grueso de su poder, Page defendió que el presidente del Gobierno debería comparecer en las urnas antes que sus líderes autonómicos. «La mayoría lo preferiría», aseguró.

El presidente castellanomanchego sentenció que el partido está «en un laberinto sin salida» y con una sensación de «caos colectivo». «Muchos creen que Sánchez es el responsable de todo esto», reveló, apuntando en dirección a la Moncloa. Desde esta comunidad, pero también desde otras que no lo verbalizan en público piden una reacción al más alto nivel para evitar el daño reputacional que está sufriendo toda la organización. Apelan a la «responsabilidad» del PSOE para «preservar lo sustancial». «El PSOE me duele», llegó a decir Page, un sentimiento compartido también con Susana Díaz o Javier Lambán, que no dudaron en unirse en el diagnóstico. Un frente que recuerda al de 2016 y que toma forma ante la incomparecencia de los actuales líderes territoriales, teledirigidos desde Moncloa.