Negociaciones
Puigdemont y Junqueras, hacia la Generalitat
Moncloa y el expresidente trabajan para atar de manos al Supremo y evitar que frene la rehabilitación política de los líderes del "procés"
La redacción de la ley de amnistía avanza y Carles Puigdemont y Oriol Junqueras deben poder competir en las próximas autonómicas catalanas. Al menos con esta premisa trabajan los socios de Pedro Sánchez, y para conseguirlo deben atar de manos al Tribunal Supremo. La Sala que preside Marchena y el juez Llarena son sus principales quebraderos de cabeza y en lo que andan es en ver cómo limitan el margen para lecturas jurídicas que lleven a lo que ya les ocurrió con la malversación, cuando la decisión política de rebajarla fue revisada por el Supremo.
Llarena puede reaccionar a la amnistía enviando una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia de la UE o incluso con una cuestión de constitucionalidad al TC, que, mientras se resuelva, haga que siga en vigor el procesamiento de Puigdemont y la orden de detención. La comunicación entre Junts y PNV continúa siendo la que mejor funciona, con contactos permanentes. Mientras que Bildu se encontrará con un pacto hecho, al que se sumarán sin abrir apenas la boca y pendientes, únicamente, aunque lo disimulen, de que no se pare el proceso con los presos etarras.
Entre quienes están al tanto de la información que fluye entre Waterloo y el PNV dan por hecho que en las próximas elecciones catalanas –que tocan en febrero de 2025, aunque se hable de que puedan adelantarse al próximo año–, la nueva etapa debe visualizarse en una competición directa en las urnas entre Puigdemont y Junqueras. No tienen dudas de que la amnistía sólo tiene sentido si afecta a las principales caras del «procés», que, por cierto, no están en la misma situación porque Junqueras sí ha sido juzgado y condenado, cumpliendo su pena de cárcel, y Puigdemont sigue en situación de prófugo de la Justicia española. La amnistía borraría las responsabilidades penales y también las penas de inhabilitación, para poner por completo el contador a cero. Si no es así, no habrá acuerdo, según fuentes que participan de esta primera línea de las conversaciones.
Puigdemont vuelve a jugar con ventaja, porque en ese escenario él sí tendría asegurado, si la Justicia no lo frena, regresar a España como el candidato a la Presidencia de la Generalitat, pero dentro de ERC habría puñaladas para resolver el dilema. Los malos resultados electorales, y las divisiones personales, están abriendo fisuras dentro de los republicanos. Junqueras está descolocado. El actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, no quiere dar un paso al lado, y a la hora de colocar las piezas ante una futura campaña, no puede quedarse fuera el nombre de Marta Rovira, secretaria general de ERC y que también reside huida de la Justicia española en Ginebra desde marzo de 2018.
Puigdemont tendría aquí su gran oportunidad para librar el último capítulo de su venganza personal sobre Junqueras. La relación personal y política está rota, y el prófugo de la Justicia no perdona a Junqueras y a ERC las presiones y la desestabilización que generaron cuando tomó la decisión de convocar elecciones en 2017, y acabaron forzándole, en una versión que coincide también con la que se escucha en las filas del PNV, a ir por la vía de la declaración unilateral de independencia.
Que Puigdemont y Junqueras se vean directamente beneficiados por el pacto que necesita Sánchez para mantenerse en Moncloa hará todavía más costosa su explicación ante los votantes socialistas. La campaña pedagógica que ya ha puesto a rodar Moncloa habla de generosidad y de superar el conflicto en Cataluña. El entorno del presidente en funciones está construyendo un nuevo relato para justificar que haya renunciado a lo que parecían sus principios más beligerantes en relación al independentismo. Pero este relato chocará inevitablemente con el de Puigdemont, que también necesita adaptar su mensaje y modular hasta dónde lleva la exigencia del referéndum de autodeterminación.
La posibilidad de una mesa, en la que negociar a futuro la consulta, eufemísticamente, es una posible salida para quien hasta ahora siempre ha sostenido que los catalanes ya habían votado en referéndum en 2017 y que ahora hay que hacer efectivo el mandato del 1-O, aplicar la independencia. Puigdemont sigue instalado en la ambigüedad, y su rival no es realmente Junqueras, de quien dicen en Junts que no tiene capacidad para manejar las batallas políticas, sino el exministro Salvador Illa, líder del PSC y candidato a la Generalitat. Todo el marco político al que están dando forma desde Moncloa gira de una manera o de otra alrededor del objetivo de que el único barón socialista al que Sánchez escucha pueda ganar, por mayoría, las próximas autonómicas catalanas.
Por cierto, PNV y Junts seguirán funcionando en el Congreso de manera coordinada si hay legislatura. No sólo en los temas territoriales, sino también en temas económicos y en cuestiones sociales frente a Yolanda Díaz.
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