
De palabras ajenas
¡Qué escándalo, aquí se juega!
La corrupción en el PSOE no afecta a unos socios resilientes, pero sí termina de dinamitar la relación entre el PNV y el PP.

Hay una escena en la película Casablanca en la que la Gendarmería acude a clausurar el Rick's Cafe de Humphrey Bogart, bajo el pretexto de que ahí se realizan apuestas ilegales. El comisario, que acostumbra a dejarse el salario ahí mismo en malas manos al póquer, exclama de manera impostada "¡Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!". Acto seguido, un camarero le da un fajo de billetes y le dice: "Sus ganancias, señor". La escena es un clásico porque hoy día sigue explicando muchas cosas, y esta semana sirve de subtítulo para lo que ha sucedido en el Congreso de los Diputados. ¡Qué escándalo, he descubierto que en el PSOE hay corrupción!, dicen los socios. Pero luego no pasa nada. Ahí están sus ganancias.
Esta semana, sus señorías, diputados y diputadas, incluso aquellos que sólo leen periódicos afines al Gobierno, han estado desayunando día sí y día también con la resaca de una serie de declaraciones en sede judicial y un informe de la UCO que apuntalan varias certezas: Santos Cerdán está hasta el cuello, la participación de Antonio Hernando en reuniones con Leire Díez mete el olor a cloaca no sólo en Ferraz y en el Gobierno, sino directamente en la Moncloa; Pedro Sánchez lo sabía, y el PNV está en una situación muy comprometida.
La respuesta de los socios parlamentarios del PSOE a todo esto ha sido, de nuevo, la de ¡Qué escándalo, aquí se juega!, y no ha pasado nada más. A nivel parlamentario, Sánchez sigue igual que hace una semana. Sin embargo, al igual que pasa en la película, eso no significa que por debajo las cosas no se estén moviendo. Algo pasa, aunque sea a la fuerza. Al final, en Casablanca, lo de las apuestas ilegales importaba poco, el objetivo era cerrar el Rick's.
Lo más interesante es, sin duda, lo del PNV. Las informaciones apuntan a que apoyaron a Pedro Sánchez en la moción de censura contra Mariano Rajoy, en 2018, a cambio de tres nombramientos en puestos clave. Ahora, con esa perspectiva, se entiende en parte que el PNV no se mostrara tan conmovido ante los primeros indicios de corrupción. Fuentes del partido niegan tajantemente cualquier vinculación con la trama (¿qué iban a decir si no?) y se han puesto a trabajar en la escenificación de una suerte de enfado. Ayer, el presidente, Aitor Esteban, que era el que negociaba con Santos Cerdán, se marcó un Junts y dijo eso de, o se cumplen las transferencias o se retira el apoyo. Pero la vía Junts ya se sabe que conduce a la melancolía.
Aunque los vascos están arrastrando los pies con respecto a Sánchez, las noticias sí han servido para terminar de romper del todo su relación con el PP. "En el PNV están acostumbrados a que los grandes partidos les muestren condescendencia y un plus de respeto por si requieren de sus votos en el futuro, pero nosotros no vamos a plantear nuestra trayectoria en cultivar a partidos pequeños cuando se equivocan", comenta una fuente cercana a Alberto Núñez Feijóo.
Asegura esta fuente que en el PP no hay reparos a la hora de ser críticos con el PNV, porque se ha convertido en un partido que echó a Rajoy a través de una moción de censura, que no permitió investir a Feijóo en 2023 y que gobierna con el PSOE en el País Vasco. Es decir, que no le deben nada. "Si ellos cobran mordidas en dinero, palacetes o nombramientos, bueno, nosotros no estamos para protegerles", añade.
Con este tipo de declaraciones, es incongruente pensar que Feijóo pueda, al menos en el medio plazo, llegar a un acuerdo con el PNV para una eventual moción de censura contra Sánchez. Tampoco con Junts. Aunque con los catalanes las relaciones son menos tirantes, en Génova simple y llanamente no se fían de Carles Puigdemont. Por lo que sea. En ambos casos, el PP prefiere dar una patada hacia adelante y creer que la cercanía de ambas formaciones a Sánchez les puede acabar beneficiando a ellos. "El PNV es un partido limítrofe con el PP y hay gente en País Vasco que puede priorizar la parte nacionalista, pero hay otra que puede preferir que se hagan políticas de centroderecha", asegura sobre los vascos, "mientras quieran tener el cartel de coalición progresista colgando en su sede, habrá una parte de su electorado que se irá a Aliança Catalana y otra que se vendrá con nosotros", añade sobre los catalanes.
Agotada antes de nacer la posibilidad de una moción de censura, la única forma de que la corrupción le pase factura parlamentaria a Pedro Sánchez pasa necesariamente por sus socios. Pero ahí, a la legislatura se le está poniendo cara de año 2027.
ERC no presta demasiada atención a estos asuntos. Los republicanos están más centrados en la batalla catalana, no la madrileña, y en su competición con los de Puigdemont. Además, no tienen intención de que Sánchez caiga. Cada día es más evidente y así lo resumía esta semana un alto cargo del PSOE: "En el Congreso tenemos a dos portavoces, a Patxi López y a Gabriel Rufián". Bildu tampoco quiere poner el foco en ello. El miércoles, Mertxe Aizpurua ni siquiera hizo mención a la corrupción en su pregunta parlamentaria a Sánchez. Eso sí, ya no son creíbles las palabras del PSOE a los abertzales cuando les dicen que lo de Santos Cerdán es un montaje. Sólo desde Podemos se han pronunciado de manera contundente sobre la corrupción en las filas socialistas, pero la formación de Ione Belarra ya lleva tiempo encasillada en una estrategia de diferenciación que no va más allá de intentar tener una posición algo mejor cuando toque negociar la unidad de la izquierda.
¿Y qué opina de esto Yolanda Díaz, que el día que murió su padre subió a la Tribuna para decir que la corrupción es intolerable? "La corrupción es como el machismo, hay que combatirla como fenómeno social", asegura una fuente de Sumar. "La política son hechos y los que están impidiendo que el Congreso apruebe medidas anticorrupción son las derechas: Junts, PP y Vox", añade. Pues eso, que aquí se juega.
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