
Opinión
La responsabilidad de un militante del PSOE
La caída de Sánchez es solo cuestión de tiempo, pero la situación exige actuar antes

La patada que le dio Puigdemont hace unas semanas supuso un golpe más duro de lo que Moncloa reconoció en su momento. Con Ábalos en prisión, Podemos situado claramente en la oposición y Junts lanzado al ataque, superar la imagen de derrumbe inminente es el nuevo reto al que se enfrenta el líder socialista.
Parece que está dispuesto a todo para recuperar el voto de los independentistas y ha empezado aprobando sendos decretos en el último Consejo de Ministros, con la intención de recuperar el bloque de investidura. Para algunos, el presidente es un ejemplo de resiliencia, capaz de aguantar cualquier tipo de circunstancia por adversa que sea. Para otros, se trata de corrupción política en la que se comprometen los fundamentos del Estado en aras de un interés personal.
La modificación del Código Penal, la Ley de Amnistía, el cupo catalán o las nuevas concesiones al separatismo no responden a un proyecto político socialista, son el precio que impone Puigdemont a sus 7 votos y que Sánchez se apresura a pagar.
Entre tanto, la situación política es de ingobernabilidad, con un Parlamento que bloquea las iniciativas del Ejecutivo y el uso de las instituciones con fines partidistas. La condena del fiscal general del Estado, la manipulación del CIS, de RTVE, el intento de control de la AIReF o la designación del ministro Escrivá como gobernador del Banco de España son ejemplos de cómo se invade la neutralidad de las instituciones. De la mano de Sánchez, el proyecto ideológico del PSOE se ha convertido en una suerte de populismo más próximo al 15 M que a la tradición socialdemócrata.
La caída de Sánchez es solo cuestión de tiempo, pero la responsabilidad de un militante le exige actuar antes. Lo consecuente en un sistema democrático sería convocar elecciones, pero en los planes de Sánchez no entra esa posibilidad, por ello, cada socialista miembro de la organización debe plantearse el dilema entre ser leal a sus ideas o serlo al líder, porque ambas cosas es imposible que se puedan hacer a la vez.
Sánchez acabará con el Partido Socialista si no se remedia. La única forma de recuperar la normalidad democrática, los chantajes independentistas, las medidas arbitrarias, el ninguneo del legislativo y recuperar el respeto al poder judicial es que el Gobierno abandone el poder.
En esta ocasión, la lealtad con el socialismo consiste en exigir a Sánchez que abandone el poder. Después, tocará reconstruir el partido con nuevas caras y maneras democráticas.
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