Res non verba

Tiempo al tiempo

Junts regala tiempo a Sánchez porque Sánchez se lo ha regalado a Junts. Para hacer concesiones, para no apretar el botón nuclear...

Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Comparece en el pleno el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y María Jesús Montero y Yolanda Díaz.© Alberto R. Roldán / Diario La Razón.26 11 2025
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con María Jesús Montero y Yolanda Díaz, en el Congreso de los DiputadosAlberto R. RoldánFotógrafos

El día que Pedro Sánchez ya no esté, seguramente tendremos que salvar el día con teletipos como el del mapache que se coló en una licorería de Virginia y, tras mamarse como un piojo, se derrumbó en el baño del establecimiento a dormir la papa. Los mapaches son así; son sus costumbres y hay que respetarlas. No digo yo que no vaya a tener su puntito informativo esa España del postsanchismo, pero en lo que dure la agonía de esta legislatura seamos conscientes de que no hay mal que por bien no venga y que, aunque las cuadernas de la vida institucional estén crujiendo, por lo menos no nos aburrimos.

Uno se asoma a la cosa pública y la crónica política se mece al compás de una balada de Sinatra, «Strangers in the Peugeot». Todo tiene la densidad de un pastiche muy loco desde que Sánchez ha decidido hacer de Moncloa un remedo de la cueva de Covadonga desde donde nuestro Pelayo resiliente se ha lanzado a la Reconquista de los siete votos de Junts. Sabemos que los garbanzos se ablandan estando toda la noche en remojo, pero ¿cómo ablandar el corazón de Puigdemont? En la respuesta a esa pregunta se esconden las Navas de Tolosa de esta singular cruzada sanchista.

Hasta Míriam Nogueras se ha hecho la otra pregunta del millón: ¿y por qué ahora? ¿Por qué a Sánchez le dio un martes cualquiera por conceder dos entrevistas a sendos comunicadores catalanes para postrarse de hinojos y confesar sus pecados? Yo he incumplido, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Desde el otro lado de la celosía, Jordi Basté le hizo ver a Pedro que él sería el primero en pedir la dimisión de su adversario si tuviera a dos secretarios de organización residentes o pasados por chirona. Y Gemma Nierga tuvo momentos en que miró al presidente como esas tietes de Sant Gervasi que te dicen sin decir que no se fían de ti.

Suponemos que incluso alguien como Sánchez necesita sentir, aunque sea mínimamente, el suelo bajo sus pies. No tener tracción parlamentaria, con el PNV cada vez más inquieto y con los dos últimos sotorrealeños tirando con bala desde la ventana de la celda contra Begoña, todo eso junto, puede haber generado un vértigo excesivo.

Las bicicletas que se paran son las que dejan de pedalear y Sánchez siempre tuvo que claro que quien tiene un propósito tiene una vida extra. O al menos la esperanza. ¿Objetivo marcado para recuperar la iniciativa tras el bombardeo en diferido de Ábalos y Koldo? Hacer las paces con Puigdemont, aunque suponga quedar como Cagancho en Almagro. Hace tiempo que Sánchez tiene amortizada su tremenda falta de pudor entre la parroquia electoral que ha llegado a esta pantalla del videojuego todavía comprando PSOE. ¿Reconocer ahora que no ha cumplido lo que aseguraba hasta ayer sí haber cumplido? ¿Decir que Ábalos era un gran desconocido para él en lo personal? ¿Ábalos, el del Peugeot? ¿Ábalos, el que le invitó tantas veces a dormir en su propia casa? Y tanto, como si tiene que decir que nació en el Congo Belga.

Ahora bien, ¿y Junts? ¿Cómo gestionar el vértigo a romper definitivamente con Sánchez? ¿Cómo aguantar la presión de no dar la puntilla final mientras lo de Soto de Real se complica por momentos? Porque, claro, la novia cadáver de Aliança Catalana da mucho miedo mientras te come por los pies en las encuestas, pero tenerla que aguantar mientras te recrimina haber sido tú quien propició «este gobierno de la derecha española, bla bla bla»… eso acollona más si cabe. ¡Y tanto! Asegura Nogueras que no ha habido ningún tipo de contacto entre socialistas y «puigdemoners» para que Sánchez se flagelase así, pero es evidente que Junts también necesitaba un gesto para seguir pedaleando sin que se convoquen elecciones. En lo único en que se ponen totalmente de acuerdo es que les angustia demasiado que se acabe esta legislatura. De ahí las palabras calculadamente ambiguas de la portavoz de Junts. ¿Será imprescindible que se desbloquee la amnistía para recuperar la relación? ¿Moncloa tendrá que cumplir el 100% de las exigencias planteadas? Los periodistas apretaban con el sacacorchos, pero Nogueras no les sacaba de dudas: las cosas están donde estaban, la relación sigue rota.

Sin embargo, la diputada con la cara más agria a este lado del Misisipi dejó una puerta abierta: ojalá tomemos una decisión porque Sánchez haya cumplido todo. Hombre, todo lo que se dice todo, no se podrá cumplir; lo sabe Puigdemont y lo sabe el lucero del alba. Pero, dejando esa gatera entreabierta, Junts regaló a Sánchez lo único que podía y quería regalarle. Nogueras recordó a los tuaregs cuando advirtieron a los primeros occidentales con los que se cruzaron en el desierto: vosotros tenéis los relojes, pero nosotros, el tiempo. Tiempo para hacer concesiones, tiempo para no apretar el botón nuclear. Junts regala tiempo a Sánchez porque Sánchez ha regalado tiempo a Junts. Y así, con Sánchez vestido de Pelayo y Puigdemont de tuareg, la legislatura agónica seguirá dando algunas pedaladas más. Valiente pastiche.