España

¿Rojo alcaldesa, rojo Rita?

Rita Barberá estuvo al frente de la alcaldía de Valencia durante 24 años
Rita Barberá estuvo al frente de la alcaldía de Valencia durante 24 añoslarazon

Un año después del fallecimiento de la ex alcaldesa de Valencia, la polémica languidece y deja paso a un recuerdo si no más dulce, sí más justo de la que fue la precursora de una nueva ciudad.

A muchos aún les parece oír el taconeo de sus zapatos sobre las baldosas mosaico que colocó su tatarabuelo en la Casa Consistorial que pisaría ella durante más de dos décadas como «la jefa». A Rita Barberá se la echa de menos en el Ayuntamiento de Valencia, sobre todo los suyos, que allí ya quedan pocos, pero fieles a su memoria. Un grupo huérfano de madre política.

Rita gobernó con mano de hierro en guante de seda, decían aquellos que, por lo bajini y en tono de admiración, la llamaban «Ritacher». No tenían por qué esconder el apelativo, Barberá los conocía a todos y de casi todos hacía broma. Sentido del humor no le faltaba. Tampoco genio. Ello, junto con la espontaneidad y el compadreo a pie de calle hicieron de ella «la alcaldesa de España». Y ella entera se paró un minuto aquel 23 de noviembre de 2016 cuando supo que había falleció de un infarto en un hotel de Madrid, «lejos de casa», lamentaron entonces sus más allegados.

La causa, según reflejó la autopsia, fue un fallo multiorgánico debido a una grave cirrosis irreversible. Sin embargo, hubo quien no dudó en señalar a los medios de comunicación, a la opinión pública, a los partidos de la oposición y hasta al suyo propio (por la falta de apoyo ante los casos abiertos con la Justicia) como culpable.

Un año más tarde la polémica languidece y deja paso a un recuerdo si no más dulce, sí más justo con la que fue precursora de una nueva ciudad, más abierta al mar, más turística y sede de algunos de los eventos deportivos más importantes.

«Rita hizo de Valencia una ciudad de la luz; ahora es una ciudad de las sombras», declaraba con el ceño fruncido Pilar Castillo, prima de la fallecida, antes de asistir a la misa homenaje por el aniversario de su muerte. «Nos acordamos de ella todos los días. Si estuviera viva y volviera a presentarse a las elecciones, volvería a arrasar». Lamentaba Pilar que no se le ha rendido el suficiente homenaje «habiendo sido quien fue» por parte de las instituciones.

Tras su muerte, el actual alcalde, Joan Ribó, puso a disposición de la familia el Salón de Cristal (el principal y más bello del Ayuntamiento) para instalar la capilla ardiente, una oferta que rechazaron los familiares, aunque sí hubo un libro condolencias donde firmaron miles de personas durante días. Hubo en Valencia tres días de luto, minutos oficiales de silencio, declaraciones loando a la ausente y poco más. Ni una calle con su nombre, como pidieron fans y compañeros, ni menciones especiales más allá de los aplausos (no secundados por otros grupos) que el PP le dedicó el pasado jueves en Les Corts Valencianes coincidiendo con el año de su deceso.

De Rita quedará el recuerdo en los que la sobrevivan y un cuadro en la que fue su segunda casa durante 24 años. Pues mientras todo esto ocurre y transcurre el tiempo y la legislatura, Luis Massoni da pinceladas a su último cuadro. El pintor valenciano cuenta con una fecha tope, pues en un año tendrá que entregar su obra al Ayuntamiento para que lo cuelgue en la galería de los alcaldes. El reto es grande. «Tendré que bascular su carácter expansivo y su capacidad dialéctica, y su dureza parlamentaria», medita frente al lienzo. Deja en secreto el color del vestido de la retratada. ¿Rojo alcaldesa, rojo Rita?

Pero la Catedral de Valencia se llenó el jueves de personalidades y gente anónima que quisieron rendir un último homenaje a Barberá. Desde el ex presidente de la Generalitat Francisco Camps, a la presidenta del PP de la Comunitat Valenciana, Isabel Bonig, y concejales y ex concejales de este partido en el Ayuntamiento, aunque también hubo «ausencia incomprensibles», en palabras del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. El prelado celebra que «comience a reconocerse lo que fue Rita» y recuerda que «hubo una intoxicación muy grande, que fue lo que la llevó a aquella muerte repentina. No se fue justo con ella».

En primera fila de una abarrotada Seo, su familia, que agradeció la presencia de todos los que asistieron a la misa y las muestras de cariño constante de la gente que les para por la calle para darles una palabra de cariño o ánimo. «La recordamos todos los días. Sus tres hermanas, sus sobrinos... todos estamos muy mal, absolutamente tristes porque fue una muerte muy injusta». Una de ellas cuenta los momentos más duros del último año. «Lo pasamos muy mal cuando vaciamos su casa. Fue un golpe. El primer día de Santa Rita sin ella; celebrar la primera Navidad; el día de la Virgen del Carmen... todo duele ahora más».

La familia no quiere entrar a valorar la Valencia posRita –«Creo que estaría satisfecha de lo que hizo y desearía que los que están trabajaran para hacerlo mejor»– ni tampoco sobre homenajes institucionales o la ausencia de ellos. «El reconocimiento que vale es el de la calle. El tiempo pone a cada uno en su lugar, pero no guardamos rencor». Sus hermanas se centran ahora en mantener vivo su recuerdo, sobre todo entre los más pequeños de la familia. «¡Ojalá estuviese aquí!», expresan en un suspiro. «Entonces podríamos decirle una vez más que la queremos».

«El mejor homenaje Rita es Valencia, la ciudad, los logros que alcanzó, la Lonja Patrimonio de la Humanidad, los barrios rehabilitados, las grandes venidas, el puente de las flores, el Mercado de Colón, su amor y ayuda a las Fallas, a todas las fiestas y tradiciones valencianas, la Copa América, catapultar a Valencia internacionalmente hasta el último rincón del mundo y un sinfín de metas alcanzadas que componen una relación interminable. Eso no se lo puede quitar nadie», concluyen.