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12M

Sánchez busca refugio en la campaña catalana

En Moncloa creen que un buen resultado del PSC el 12M permitirá pasar pantalla de la crisis generada por el presidente

Cuando Pedro Sánchez juega en Cataluña, siente que juega en casa. La resolución del «conflicto catalán» fue una de las prioridades que asumió tras llegar a La Moncloa, más por necesidad que por convicción, consciente del difícil equilibrio aritmético que le sostenía en el poder. La dependencia de los partidos independentistas ha sido una constante en su trayectoria gubernamental. No en vano, en 2019 activó el adelanto electoral cuando ERC decidió tumbar los Presupuestos. Ahora, esa inestabilidad se la elevado a un grado mayor al necesitar compatibilizar los intereses de las dos fuerzas soberanistas que pugnan por la hegemonía del espacio. Por ello, Sánchez ha pasado de apoyar la aplicación del artículo 155 en Cataluña como líder de la oposición a, ya desde el Gobierno, promover la concesión de los indultos a los líderes presos del «procés» o plantear una ley de amnistía que ha generado un profundo quebranto a los socialistas.

Sin embargo, todo este desgaste, que puede generar un perjuicio electoral en otros territorios, se compensa con un amplio respaldo en Cataluña. El PSC arrasó en las elecciones del 23 de julio, consiguiendo 19 parlamentarios y fue lo que permitió a Sánchez aguantar el golpe y mantener La Moncloa, dado que el PP ganó las generales y se hizo con feudos históricos como Andalucía o Extremadura. La clave en la que se plantearon aquellos comicios fue una disyuntiva ente «progreso o retroceso», ante la amenaza de la llegada de Vox al poder, que nada tiene que ver con la pugna independentista que ha colonizado el panorama catalán durante años.

Sánchez aterrizó el miércoles por sorpresa en Cataluña. Lo hizo un día antes de lo previsto, porque en su agenda la primera escala era arropar a Illa en el mitin que compartieron ayer. Más que como revulsivo para el candidato del PSC, el presidente acude buscando refugio hasta que amaine la tormenta que él mismo ha provocado con su periodo de reflexión autoimpuesto. En Moncloa esperan que el resultado electoral del 12 de mayo suponga un balón de oxígeno y permita pasar pantalla de esta situación que ha debilitado a Sánchez, porque lejos de abrir un debate sobre el envilecimiento de la política y el impacto de la desinformación, lo que se ha abierto es el melón sucesorio en el PSOE. No como un proceso de abordaje inmediato, pero sí con la convicción de que se debe cultivar una alternativa al hiperliderazgo del secretario general.

Si las bondades del resultado catalán para Sánchez están aseguradas, todavía queda por calibrar en qué medida favorece o perjudica toda esta crisis a la campaña de Illa. En un sector del partido consideran que la ola de movilización generada puede espolear todavía más a los progresistas y alcanzar ese resultado excelente que el PSC necesita para tener opciones de gobernar. Otros dirigentes se muestran más escépticos, sin embargo, y recelan de la última finta de Sánchez. Creen que puede haber cundido el desengaño entre algunos de los que creyeron que estaba decidido a marcharse y que, en todo caso, la apelación a la víscera y la emotividad, cuando la fortaleza de Illa es precisamente su bagaje de gestión y la racionalidad, pueden exacerbar otros sentimientos que contribuyan a la polarización. Las apelaciones del presidente como víctima de «lawfare», por ejemplo, poco casan con las proclamas del exministro y van más en sintonía con las denuncias habituales del independentismo.

Carta a la militancia

En este sentido Sánchez volvió ayer a recurrir al género epistolar para relacionarse, esta vez, con su militancia con razón del 145º aniversario del Partido Socialista. El secretario general socialista aprovechó la onomástica para apuntalar el relato que ha venido desplegado desde el lunes, dibujando un enemigo común, la ultraderecha, y agradeciendo el respaldo que ha recibido estos días. «He sentido el apoyo de miles de socialistas, de progresistas, de demócratas. (...) He sentido el cariño personal, la preocupación por mi familia y por mí», escribe.

Dejando de lado la situación que el partido ha vivido esta semana, el secretario general pasa al ámbito más político, señalando un enemigo común: la amenaza de la extrema derecha. «Nuestra democracia, como las del resto del mundo, se enfrenta al avance de una internacional ultraderechista que trata de imponer su agenda regresiva. No mediante el debate de ideas y el contraste de propuestas, sino por la destrucción del adversario». En este punto, Sánchez recupera el argumentario, apelando a que para lograr esa destrucción «ponen en marcha la máquina del fango, alentada por la derecha y la ultraderecha, junto a páginas web y asociaciones ultraderechistas que fabrican bulos y mentiras. Bulos que a continuación se propagan en tertulias y en las tribunas para después judicializar falsas denuncias, deteriorando gravemente nuestra democracia».

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