Choque

Sánchez evita dejar «vendida» a Montero con el SMI antes de su entronización en Andalucía

«Estamos dispuestos a llegar hasta el final y que los grupos se retraten», dicen en el PSOE

Control de daños y de los tiempos. El Gobierno es consciente de que el choque en la coalición por la tributación del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) le ha abierto un butrón en su estrategia. El ruido interno le ha robado todo el protagonismo y el capital político a una de las iniciativas más ambiciosas de la agenda gubernamental para esta legislatura. El error comunicativo es de grandes dimensiones y en el PSOE arrecian las críticas por la gestión que se ha hecho. Internamente se reclama una rectificación cuanto antes, que permita aplacar la polémica generada, y comenzar a rentabilizar la subida de los sueldos más precarios. Algo que está resultado imposible, por el momento, pese a los esfuerzos de explicación. Sin embargo, desde Moncloa descartan cualquier urgencia en abordar una solución, pese al desgaste que están acusando, e imponen una hoja de ruta dirigida a «proteger» a María Jesús Montero por encima de todo. Y de todos.

El calendario otorga un mes, 30 días, desde que ayer la Mesa del Congreso iniciara el trámite de las, hasta tres, iniciativas presentadas para evitar que la renta mínima acabe tributando y este es el margen que tienen los socialistas para llegar a un acuerdo dentro de la coalición. Las conversaciones no han comenzado y las declaraciones que se intercambian los socios parecen más encaminadas a ampliar su distancia que a propiciar un acercamiento.

Fuentes socialistas consultadas por este diario apuntan a un hito en ese calendario que debe superarse antes de iniciar cualquier acercamiento o avanzar en una eventual renuncia por parte del PSOE ante Sumar. Este domingo, Pedro Sánchez y María Jesús Montero clausuran el 15º Congreso Regional de los socialistas andaluces. La vicesecretaria general del PSOE, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda se desdoblará en una doble condición más en el futuro: la de secretaria general del PSOE-A y candidata a la Junta de Andalucía, para asumir las riendas de la federación más numerosa de los socialistas, con el reto –mayúsculo– de volver a insuflar aire al otrora pulmón electoral del socialismo.

Las citadas fuentes apuntan a lo desafortunado del momento de esta crisis por el SMI, que coloca a Montero en una posición complicada y de profundo aislamiento. Hasta el momento, Sánchez la respalda de manera cerrada y el PSOE no ha dado síntomas de rectificación alguna. «No la podía dejar vendida antes de su puesta de largo», de su proclamación, señala un dirigente andaluz, que considera que un cuestionamiento a su figura hubiera trasladado «debilidad» en el liderazgo que acaba de asumir. «Habrá acuerdo –con Sumar–, pero aún hay tiempo», sostienen, ante la búsqueda del momento idóneo para propiciarlo. En cualquier caso, siempre después del Congreso Regional andaluz de este fin de semana.

En Moncloa no quieren «avanzar pantallas» se ubican en el momento actual: «En este momento, dicen –añadiendo un componente temporal–, es inamovible la opinión de que no consideramos que haya que modificar la ley del IRPF». Los socialistas tratan de rebajar el tono del cariz del «conflicto» a la condición de «desavenencias», pero son plenamente conscientes de que mantener la confrontación hasta forzar un choque de poderes en el Congreso de los Diputados –el Legislativo doblándole el brazo al Ejecutivo– sería proyectar una imagen irrecuperable. «Estamos dispuestos a ir hasta el Congreso, debatir y que los distintos grupos se retraten», advierten fuentes socialistas, desafiando a Sumar a participar en una foto junto al PP en materia fiscal que, consideran, perjudicaría a Yolanda Díaz. Otras fuentes, sin embargo, son partidarias de llegar a un acuerdo antes y explotar el mes que tienen por delante para llegar a un acuerdo dentro de la coalición y que «la sangre no llegue al río». «Puede pasar todo, pero aún hay tiempo», insisten.

Desde Sumar trasladan que están dispuestos a llegar hasta el final, conscientes de que cuentan con el relato político a su favor y también con los números de la Cámara: tienen el apoyo suficiente para tumbar en la Mesa del Congreso un eventual veto de Hacienda a las distintas iniciativas por promover una minoración de los ingresos públicos. Sin embargo, también hay voces –más allá de la sobreactuación de estos días– en el socio minoritario de la coalición que comienzan a abonar el terreno para un posible acuerdo, señalando una solución intermedia que también barajan en Moncloa. Esta pasaría por no tocar el mínimo exento –que promovería una rebaja de impuestos en cadena en los distintos tramos del IRPF, también los más altos–, pero garantizando que finalmente todos los perceptores del SMI no tengan que tributar por él. Se podría hacer a través de una extensión de las bonificaciones que ya operan para parte de los beneficiarios, de manera que se habían extensibles al 20% que no quedaría cubierto por las exenciones actuales.

Hasta alumbrar una solución, la estrategia pasa por esperar a que se «enfríe» el choque con sus socios de coalición antes de llegar a un acuerdo, tal como publicara ayer este diario. Las fuentes gubernamentales consultadas consideran que en el actual clima de confrontación no tiene sentido negociar y que deberán bajar los decibelios, para salir del foco y poder negociar una salida sin presiones. Ayer, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la portavoz Pilar Alegría no quiso contribuir al ruido, trató de colocar el mensaje de las bondades de la subida del salario mínimo y se resistió a hacer algo de «autocrítica», pese a los intentos reiterados de los periodistas, emplazándole a ello. «Todo es mejorable», acabó por reconocer Alegría. Ahora está por ver si la situación es reconducible o no.