Nacionalismo

Todo empezó la noche del 3-O

Puigdemont y miembros del Govern, el día en que se proclamó la DUI
Puigdemont y miembros del Govern, el día en que se proclamó la DUIlarazon

La llamada «noche de los cuchillos largos» fue el inicio de la fractura. El ex president clamaba por convocar elecciones, Junqueras las rechazaba para no convertirse en un «Judas para el procés».

Sucedió la noche del martes 3 de octubre, poco antes de la declaración del Parlament de Cataluña sobre la DUI. Carles Puigdemont y Oriol Junqueras mantienen una larga reunión en el Palau de la Generalitat sabedores ya de que el Gobierno de la Nación tiene decidido aplicar el artículo155 si las cosa se desbordan. El todavía presidente catalán quiere convocar elecciones de inmediato, pero el líder de ERC se resiste. Según fuentes de ambos partidos, la reunión fue enormemente tensa y la última en la que ambos hablaron directamente sin intermediarios, cara a cara. Puigdemont deseaba a toda costa los comicios, mientras Junqueras apostaba por lo contrario. «No seré un débil ante Madrid», le dijo el republicano a Puigdemont, asesorado por la plana mayor de su partido, con Marta Rovira y Alfred Bosch en estos momentos en cabeza del partido.

Cuando se cumple un mes de la declaración de la DUI en el Parlament de Cataluña, tras el paseíllo judicial y carcelario de muchos de sus líderes, las cosas comienzan a desvelarse. En esa llamada «noche de cuchillos largos», en palabras de dirigentes del PDeCAT, la desazón es enorme en las filas convergentes. «Junqueras nos ganó la partida», lamentan sin tapujos. Puigdemont quería a toda costa la convocatoria de elecciones, lesiva para los convergentes según todas las encuestas, pero Junqueras, mucho más hábil, se negó en rotundo. Su objetivo, insisten dirigentes de Esquerra, es no aparecer como un líder débil ante Madrid por la amenaza del 155. «No seré un Judas para el “procés”», les dijo en una reunión previa a la cúpula de su partido antes de su entrada en prisión, mientras encomendó a Marta Rovira el liderazgo político, mediático y de imagen de ERC.

A estas alturas de la película, la desazón en las bases del PDeCAT por la delirante actitud de Puigdemont es clara, mientras en ERC subyace satisfacción por su estrategia, tal como atestiguan en la dirección republicana. «La DUI ha sido la fractura definitiva», coinciden en ambos partidos. Mientras la táctica de Puigdemont en Bruselas es muy discutida en su partido, las bases de ERC valoran a su líder en prisión. Incluso desvían la atención de las explosivas declaraciones de Marta Rovira sobre los «muertos encima de la mesa», a las efectuadas por el propio Puigdemont en la última reunión del Govern antes de su huida a Bruselas. Las críticas del PDeCAT en este sentido son contundentes y están al margen de lo que el ex presidente pueda, por sorpresa, maquinar sin previsión algúna.

A un mes de la DUI, Puigdemont sigue pasando olímpicamente de su propio partido, vigilado por Oriol Junqueras desde la cárcel, y todavía convertido en un auténtico «brazo armado» de las CUP, algo que Artur Mas y el PDeCAT nunca le perdonarán. «Si me ponen las esposas, detrás de mí vendrá otro». Es la frase desafiante que sigue una y otra vez diciendo en Bélgica a todos cuantos le escuchan. Lo cierto es que la famosa e ilegal DUI ha provocado una auténtica escisión en el bloque soberanista. Las elecciones que Puigdemont quiso convocar, y a las que tácticamente Oriol Junqueras se negó, pueden ser ahora un bálsamo para ERC, reconocen dirigentes de ambos partidos, a tenor de las últimas encuestas. En ERC están a la espera, y con gran confianza, de las decisiones del Tribunal Supremo para ver de nuevo a su líder en la calle y en campaña.